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- ¿Quien narices era ese?,- Dijo Jane cuando por fin entramos al coche.

-No tengo ni idea, no logré verle la cara.- Dije arrancando el coche rápidamente.

-¿Me puedes explicar que hacías allí sola?,- le pregunté mientras conducía de vuelta a su casa.

-Salí con unos amigos pero de un momento a otro los perdí y decidí salir a fuera para ir a encontrarlos y fue entonces cuando esos tíos empezaron a acercarse.- Dijo ella tranquilamente.

No comprendía como podía estar tan tranquila después de lo sucedido, yo aún estaba nerviosa, las manos al rededor del volante aún me temblaban y no podía pensar con claridad.

Unos minutos después llegamos a su apartamento que estaba a unos minutos de mi casa.

-Gracias, por venir al rescate a estas horas, te quiero.- me dijo ella dejando un beso en mi mejilla antes de salir del coche.

-Y yo a ti.- susurré con un respiro una vez que se bajó del coche.

La vi entrar al edificio y desaparecer por la puerta, apoyé la cabeza en mis manos sobre el volante exasperada por todo lo ocurrido, y volví a arrancar el coche para conducir hasta casa y poder descansar de una maldita vez.

Aparqué el coche en frente de casa cuando al bajar me choqué con un cuerpo alto.

-Perdón, no te vi- Dije cerrando la puerta del coche cuando subí la vista hacia su cara.

-No pasa nada, ¿estás bien?,- Dijo Scott con la voz ronca.

Llevaba una sudadera negra con capucha por la cual unos mechones sobresalían.

-Ehh... Sí, no ha sido nada,- le dije extrañada por el hecho de que se estaba comunicando conmigo.

- No me refiero a eso Thebe,-Dijo metiendo sus manos tatuadas en los bolsillos del pantalón del chándal.

-¿Qué?, ¿A que te refieres?,- Dije sin comprender a que se refería.

- Nada importante ,- Dijo cuando comenzó a caminar de nuevo.

¿Que narices le pasaba a este?

-¡Por cierto bonito pijama!,- Gritó con una sonrisa dándose la vuelta para mirar mi cara completamente roja, tan sólo le saqué mi dedo medio, acto que le hizo reír, y negando con la cabeza se volvió a dar la vuelta hasta desaparecer en la noche.

Esta situación era ya lo que me faltaba para terminar este día, el cual probablemente haya sido uno de los más raros de mi vida, y para colmo había visto a Scott sonreír, ¿podemos ser conscientes de la gravedad del asunto?, SONREÍR, el chico que siempre tenía cara de querer matar a todo el que se cruzara en su camino HA SONREÍDO, y no solo eso, se ha reído, de mí, pero se ha reído, ¿y lo peor?, que una ola de ternura me invadió al verlo hacerlo.

Subí hasta mi cuarto me quité las zapatillas y me metí en la cama, no tardé mucho en caer rendida ante el sueño.

(...)

-¡Thebe!, ¡no me hagas subir a sacarte yo misma de la cama!,- Gritó mamá desde abajo, pude oír las risas del pequeño bichillo de la casa.

No tuve mas remedio que salir de una vez de la cama a regañadientes y perezosamente, entré aún con los ojos cerrados al baño para darme una ducha rápida.
Sentir el agua caliente rozando mi piel logró despertarme y despejarme.

Salí de la ducha y me vestí en tiempo record, bajé las escaleras y me encontré una pequeña ratilla corriendo de un lado para otro, hasta que lo intercepté cogiéndolo entre mis brazos.

-Quien tenemos aquí,- le dije llenandole la cara de besos mientras el gritaba buscando ayuda para deshacerse de mí.

-¡Mami!,- Gritaba a carcajadas.

-Thebe deja a tu hermano y ven a desayunar.- Dijo mamá rodando los ojos.

-Con que esas tenemos eh, ya vendrás a buscarme pequeño traidor,- le dije en cuclillas para estar a su altura haciéndome la enfadada, me levanté para ir a sentarme  desayunar y el corrió detrás abrazando mis piernas para hacer las paces.

-Perdón,- Dijo el haciendo un puchero.

- Ven aquí enano,- dije con una sonrisa y Leo sonrió automáticamente, elevando sus pequeños bracitos, y lo coloqué sobre mi regazo.

-Leo deja de comer el desayuno de tu hermana, tu ya has comido,- dijo mamá y el hizo un puchero.

Le di un trozo de tortita que aceptó al momento, al mismo tiempo  le hice una seña para que no dijera nada e hizo chocar su puño con el mío.

Cuando terminé  mi desayuno le di un beso en la cabeza a Leo y otro a mamá rápidamente en la mejilla para salir corriendo hacia la puerta.

-¿Que pasa niña para mí no hay beso?,- Dijo papá en el pasillo colocándose la corbata bien.

Yo sonreí y corrí hasta el para darle un beso y volver hasta la puerta.

-¡Os quiero!,- Dije antes de salir por la puerta.

-Hola fea,- Me dijo Lanna una vez estuve a su altura.

-Hola, tengo que contarte demasiadas cosas,- le dije pasándome las manos por la cara.

(...)

-¿Y apareció de la nada?,- Dijo Lanna refiriéndose al chico que nos libró de esos hombres anoche.

-Sí, pero no pude ver su cara solo vi sus manos tatuadas,- Le dije cuando un escalofrío me recorrió la espalda al recordar el mal rato.

-Nunca entenderé como Jane puede meterse siempre en ese tipo de líos y meter a la gente que la rodea también,- Dijo Lanna.

Y era cierto no comprendía mucho a Jane, por que hacía las cosas que hacía, ¿irse con un grupo de gente que no conocía de fiesta?, obvio que eso no podía acabar bien, y así fue.

Entramos en el instituto y fuimos a las taquillas para sacar los libros que respectivamente necesitábamos, y nos separamos, yo tenía de nuevo filosofía y después me volvería a reunir con ella para historia.

Entré a clase y me senté en mi sitio, mientras observaba los apuntes y la hoja que me dio Scott ayer con los temas para el trabajo.

Y justo Scott entró por la puerta y se sentó en un sitio libre justo detrás de mí.

-¿Has mirado los temas?,- Dijo dejando su mochila en la mesa.

-Hola a tí también,- Le dije rodando los ojos cuando me giré para hablar.

-Hola, ¿y bien?,- dijo el acercándose.

-Sí están bien esos,- le dije devolviendole el papel.

El sacó sus manos de los bolsillos para coger el papel cuando caí en la cuenta de sus nudillos, estaban llenos de heridas, y sus manos... tatuadas.

- ¿Que...?, ¿Que te pasó?,- le dije señalando sus manos.

El levantó la vista del papel para mirarme fijamente a los ojos, sentía como si me estuviera escaneando y analizando.

-Tuve que partirles la cara a unos babosos que acosaron a una chica e
con un bonito pijama de bambi y a su amiga.,- Dijo aún mirándome fijamente.

En ese momento contuve la respiración, no era casualidad que me lo encontrara después cuando llegué a casa entonces, el estaba allí para saber si estaba bien de verdad.

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Cuando la lluvia dejó de arderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora