—¿Eras... tú?,—le dije haciendo una pregunta estupida, ya que cuestionaba lo evidente.
El se encogió de hombros y no pude descifrar muy bien su cara y en lo que estaba pensando.
—Yo... muchas gracias, enserio... si tu no... no se que hubiera pasado.- Le dije agradecida,-—Y dios deberías ir a la enfermería.—dije señalando sus nudillos, por todas esas heridas aún abiertas.
—no pasa nada,—Dijo restándole importancia.
—Si pasa, vamos.— Dije levantandome de un salto y arrastrandole fuera de clase.
—Vamos a perder clase Thebe,— Dijo el intentando escabullirse.
-¿Te preocupa perder clase?, ¿a ti?,- Dije tirando de su mano para arrastrarlo por el pasillo.
-No, más bien lo decía por ti, vas a perder clase por mi culpa, puedo ir solo,- Dijo el frenando para darme la oportunidad de regresar a clase.
-No, en parte eso es por mi culpa,- Le dije retomando el camino.
-No es tu culpa Bambi,-Dijo el refiriéndose a el pantalón del pijama que llevaba ayer.
-No me llames así idiota,-Le espeté antes de entrar a la enfermería.
-¿Otra vez tú Khai?, ¿que has hecho esta vez?,- Dijo la enfermera.
El puso una sonrisa de niño pequeño que hizo resoplar a Annie.
Annie era la enfermera del instituto, era una mujer mayor que literalmente nos había salvado a todos aquí alguna vez.
-Señor que voy a hacer contigo jovencito.- Dijo curándole las heridas para después ponerle una venda.
- Intenta que las heridas se curen antes de volver a abrirte los nudillos si no se quedarán una cicatrices muy feas.- le dijo despeinandole.
- Me lo apunto.-Dijo el dedicándole una sonrisa antes de salir de la enfermería.
Antes de que pudiera decir nada me hizo seguirlo hasta no se donde.
Unos minutos después estábamos en las gradas del campo.
-¿No nos regañaran si nos ven aquí?,- Le pregunté sentándome junto a el.
-Sí.- Dijo tranquilamente fumando.
-¿Podrías no fumarme en la cara?, si no es mucho pedir, claro,- Le dije matandolo con la mirada.
-Ostia Bambi que mirada, solía ser yo el que da miedo, pero creo que me has ganado,- Dijo el riendo.
-Pues hazlo.- Le dije mirándolo mal de nuevo.
-Está bien, calma,- Dijo tirando el cigarro al suelo.—No es para tanto
—Es asqueroso, sería como besar un cenicero.
-¿Estabas pensando en besarme Bambi?.—Dijo pinchandome con una sonrisa socarrona
—¡¿Qué?!, ¡Claro que no!.‐ dije muerta de la vergüenza mientras el se echaba a reír
-Anda si sabes reírte.- dije por lo bajo acomodandome en el asiento a la vez que subía los pies a los asientos de delante.
-¿Por que dices eso?,- Dijo el mirándome mientras que yo observaba las montañas.
-Supongo que eres demasiado serio, y sueles dar miedo a la gente.- Le dije sin tapujos.
-¿A ti no te doy miedo?,- Me dijo levantando una ceja.
- Uy sí, terror,- Dije rodando los ojos.
El río negando con la cabeza.
- Eres de lo que no hay,- Dijo él esta vez.
-¿Y eso se debe a?,- Le pregunté.
- Primero, te paseas como si nada con un pijama de Bambi por la calle.
Segundo, No te doy miedo.
Tercero, Me miras a los ojos.- Dijo el serio.-¿A donde te iba a mirar?,- Le dije sin comprender.
-La gente no suele si quiera hablarme y si lo hacen mucho menos me miran a los ojos, es como si... fuera a transformarlos en piedra si lo hacen.- Dijo mirando al frente, lo decía con un tono triste.
-Púes yo sigo viva,- Dije haciéndolo reír.
-De lo que no hay...- Dijo más para sí en un suspiro.
Una gota en mi piel desvío mi atención, y una más y otra.
- ¿Está empezando a llover?,- dijo preguntando lo evidente.
Ya que en unos segundos empezó a llover bastante.
-Deberíamos volver dentro,- Dijo el levantándose.
-¿Dentro?, La lluevia es lo mejor del mundo.- Le dije quitándome los zapatillas para correr descanza por el campo de futbol.
Notaba las gotas cayendo en mi piel más y más, y eso me daba mas energía.
-¡Bambi estás loca!,- Gritó Scott riendo.
Me tumbé en medio del campo sintiendo como la lluvia me inundaba el alma y me sanaba, cuando noté un cuerpo a mí lado.
-¿No sientes como te cura el alma?,- Le dije, en un susurro.
-Arde,- Dijo él, no sé por qué pero no necesite preguntar, entendí esa sensación.
La lluvia tenía el poder de la nostalgia, y te podía traspasar el alma, y ese sentimiento ardía, ardía tanto que llegabas a pensar que estabas reviviendo todos esos momentos que extrañas, pero no. Simplemente estabas ahí bajo la lluvia, tratando de buscar una explicación coherente.
Me levanté y tiré de el para correr por todo el intituto, tratamos de entrar al edificio pero no sé como terminamos huyendo del conserje que trataba de echarnos a fuera por como estábamos poniendo todo de agua.
-¡Corre Scott!,- Grité riendo cuando entré a la biblioteca.
Atravesamos la biblioteca corriendo bajo las replicas de la bibliotecaria hasta que salimos del lugar hasta meternos en los primeros baños que vimos.
-Una mañana movidita.- Dijo sentándose en la tapa del retrete.
-Estoy empapada, No mires, - Le dije cuando me quite la camiseta para ponerla debajo del secador de manos y tratar de secarla.
-Te recuerdo que yo también estoy empapado.- Dijo saliendo del baño con la camiseta en la mano.
- Ten mi sudadera está seca.-Dijo tendiendome su sudadera negra.
El empezó a secar su camiseta como había hecho yo anteriormente con mi camiseta.
-¿No pasarás frio?,- Le dije antes de ponérmela.
-No, tengo otra en la taquilla.- Me dijo concentrado secando su camiseta.
Asentí y me puse su sudadera, me estaba enorme pero era calentita, y olía a el, me senté en la encimera de los lavabos apreciandolo.
Tenía bastantes tatuajes en diversas zonas del cuerpo pero uno llamó mi atención zobre los demás era en el lateral de su espalda en todo el costado tenía un gran fénix que bajaba hasta el lateral de su abdomen definido.
Me dió tanta curiosidad que quería saber el por que, tenía que tener un por qué, quiero decir... nadie se tatuaba un pajarraco enorme sin un por qué ¿no?.
Unos minutos después sonó el timbre de la segunda clase y el se colocó de nuevo la camiseta.
-Supongo que no deberías perder más clases.- Dijo volviéndose hacia mí.
-Un placer esta hora contigo Bambi, ah y quedatela, te queda mejor a ti,- Me dijo señalando la sudadera a la vez que me guiñaba un ojo.
- lo mismo digo Scott,- Le dije dándole una palmadita en la espalda para después salir sola de aquel baño para ir a mi próxima clase.
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Cuando la lluvia dejó de arder
Lãng mạnNo pasa nada, ¿estás bien?,- Dijo Scott con la voz ronca. Llevaba una sudadera negra con capucha por la cual unos mechones sobresalían. -Ehh... Sí, no ha sido nada,- le dije extrañada por el hecho de que se estaba comunicando conmigo. - No me refier...