El autoconocimiento

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La mayoría de nosotros actúa sin saber por qué lo hace, reacciona a determinadas situaciones o circunstancias con ira, con rabia, con envidia, celos, orgullo, vergüenza, soberbia y/o miedo. Y en lugar de pararnos, sentarnos a pensar y analizar el porqué de nuestros comportamientos, seguimos hacia delante, sin más, como si no hubiese ocurrido nada. Y es que en ocasiones no somos ni conscientes de nuestras propias reacciones y sentimientos, ni tampoco de los motivos, miedos, complejos y miserias que yacen ocultos en nuestro interior y que hacen que a veces nos comportemos de determinada forma que no nos gusta. 

En otras ocasiones, cuando somos conscientes de nuestros errores, de nuestros malos sentimientos y actuaciones, nos golpeamos el pecho y cargamos con el peso de la culpa de nuestras malos actos, la voz de nuestra conciencia nos atormenta y nos juzga, dice que lo hemos hecho mal y que somos malas personas, nos prometemos a nosotros mismos que vamos a cambiar pero cuando nos vuelve a suceder una situación parecida volvemos a cometer los mismos errores y nuestra culpa es cada vez mayor, hasta el punto de generar muchas veces un karma con nosotros mismos. Por eso sentirnos culpables indefinidamente tampoco soluciona nada.
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Todos somos imperfectos, todos tenemos sentimientos que mejorar y depurar, todos tenemos lecciones que aprender, pero no lo vamos a hacer huyendo hacia delante, ni evadiéndonos y mirando hacia otro lado, ni tampoco culpándonos. Es necesario conocernos a nosotros mismos, enfrentarnos a nuestras miserias y defectos y comprendernos y amarnos en vez de juzgarnos. Y todo eso solo se consigue desde el silencio y la meditación. Sería bueno hacerlo todos los días, pero al menos una vez a la semana, o cada vez que hacemos algo que consideramos que no está bien, deberíamos sentarnos en silencio, solos, vaciando la mente e indagando en nuestro interior, ver qué sentimientos llenan nuestra alma, ver qué hay detrás del miedo, de la ira, de la frustración, de la rabia, profundizar en ello y descubrir su origen. Les aseguro que les sorprendería saber por qué se comportan de un modo u otro, por qué tienen una reacción u otra. Nada es porque sí, todo tiene su causa y su origen, muchas veces es por un trauma infantil, un comportamiento heredado de los padres, un enfado o rencor muy antiguo que nunca se ha perdonado, otras por complejos, por falta de autoestima, por miedo a que los demás no nos acepten, por miedo a la soledad o a la muerte, por falta de amor, por no haber recibido el suficiente cariño... Encontrando el origen de nuestros defectos es como podemos cambiarlos, a través del amor y la comprensión hacia nosotros mismos y eso solo se consigue mediante del silencio, la meditación y la profundización en nuestro interior.

El despertar: en búsqueda de la sabiduría Donde viven las historias. Descúbrelo ahora