Capítulo 18

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Los pajaros cantaban como una armónica orquesta por la mañana, despertando a todo animal o persona que estuviera lo bastante cerca cómo para escucharlos. Y ciertamente, una joven sirvienta no era la esepcion.

Abriendo los ojos con lentitud, notándose como el sol golpeaba su delicado rostro, entre tanto el extenso cielo se desenrrollaba ante ella como un infinito pergamino; Tallando sus ojos con ambas muñecas y un profundo bostezo. Siesta se reincorporó de su cama, lista para arreglarse y prepararse para este nuevo día.

"¡Bien! ¡Otro día, otra moneda!" Una pequeña risita brotó de ella después de aquella frase.

Y con el animo por los cielos, esta comenzó a vestirse lo más rápido que le fuera posible. Ya que hoy iniciaría el día con un extenso plan de trabajo,{Limpiar las habitaciones de los estudiantes, lavar los utensilios de cocina, etc.} Este día de arduo trabajó no perdonaba pese a que tendrá la ayuda de las demás sirvientas.

No obstante, mientras se cambiaba de vestuario, el chirrido de un baúl que se asomaba vagamente por debajo de su cama saltó a la vista.
Y sin remilgos ni timidez esta agachó su cuerpo para abrir el mueble con mayor comodidad.
Extendiendo la tapadera sin problema para así observar el objeto en su interior con cierta duda en su alma.

Ahí estaba de nuevo, esa vieja espada oxidada y desgastada. Una que por obviedad no había sido pulida en muchos años.....tal vez por siglos.... pero, por alguna razón, ella tenía la extraña noción de que en esta vieja y gastada arma existía algo singular ademas de su deslucida apariencía......por extraño que parezca. Al ella observar detenidamente aquel metal oxidado, la hacía tener cierta sensación de extrañeza, como si esa espada la estuviera observando.....juzgandola.

"(Ridículo.)" Pensó con una sacudida de cabeza, era estúpido siquiera pensar tal cosa. "(¿Como un objeto sin vida podría estar juzgandome?)" Se regañaba mentalmente."Mejor pienso en que are contigo...Mmmmm..."

Retomando la cuestión del que haría con este nuevo artefacto en su poder, muchas ideas viajaron por su mente como estrellas fugaces. Ciertamente era una espada fea por lo que venderla no era una opción, y desprendía algún tipo de olor desagradable debido a su oxidación.
Sin embargo, ella siempre supo como sacarle provecho a cosas viejas y que olían pésimo. Por lo que con demasiadas ideas en su mente para otro momento. Y ciertamente, este día no era el apropiado para pensarlo. Por consiguiente Siesta decidió guardarse estas distracciones por hoy, con la espada de regresó al baúl. Ubicandolo una vez más bajo su cama posteriormente.

Después vería como sacarle el mayor provecho a esa vieja espada, por ahora su trabajo debía ser su prioridad.

Y justo cuándo la chica salió de la habitación y todo quedó nuevamente en un profundo silencio dentro de la alcoba, fue que sucedió.

"Vaya, ¡Esa chica si que es extraña!" Comentó una nueva voz chillona con cierta diversión.


















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Un rugido atronador y furioso pudo escucharse por todo lo altó en los alrededores del gran pueblo de Rosheel, un rugido capaz de estremecer a todo ser viviente cercano. Formulando una sola pregunta en esta situación tan desastrosa a cualquiera que logrará captar aquel estruendoso rugido.
¿Quién sería tan tonto como para provocar al dueño de tal bramido?

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"¡Maldición!" Gruñó Fouquet con fatiga, su Gólem por segunda ocasión había sido derribado, y la ladrona ya no conservaba la confianza de antes. Cada intentó qué su coloso de tierra hizo por golpear al monstruoso Dragón delante suyo había sido en vano, era demasiado rápido. Y ya se le estaban acabando las opciones.

Zero No Tsukaima El Nergigante Donde viven las historias. Descúbrelo ahora