Capítulo 9

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Se podía observar a ambas Lunas flotando en el cielo; mostrándonos su máximo esplendor, iluminando con su luz blanquecina y escarlata toda la tierra.

La brillante Luz podía borrar a la oscuridad más abundante y destronarla de su reinado, atenuandola en su gran mayoría; Sin embargo, en medio de tal paraíso natural observable.
Se encontraba una gran manción, una enorme estructura tallada en mármol, con decorativos preciosos; Un patio delantero muy bien arreglado, con sus pequeños arboles cortados a la perfección para que se emparejaran con sus congéneres. Solo con mirarla unos segundos podrías darte cuenta de que esta pertenecía a uno de los nobles más prestigiosos e importantes del reino de Tristeín, y que solo él se podía permitir tal lujo digno de la misma realeza.

En una de las tantas habitaciones de la lujosa manción.
Más especificamente en una aparente sala de 'visitas'; La habitación como tal era agradable a la vista, poseía dos libreros juntos y cercanos a la puerta, varías lamparas iluminaban la sala de un color similar a la luz del sol y unos sillones de color morado oscuro. Encima de los antes mencionados, unos cojines de color blanco que contrastaba con el color opacó de los sillones que estaban cuidadosamente colocados junto a una pequeña mesita de 'té' y unas cortinas del mismo color se posaban en las ventanas de la habitación.

En la elegante sala se podían apreciar a las únicas dos figuras presentes en la habitación; una era el ya conocido noble,
El Conde Motte, sentado en uno de los finos sillones, y a su lado la segunda figura no era nadie más que la humilde Sirvienta. La cuál ya no poseía su habitual traje negro caracteristico, ahora llevaba encima uno más extravagante y atrevido, pues el anterior cubría la totalidad de su piel, más el nuevo sustituyó el color negro anocheser por uno rojo sangre, dejando a la vista las piernas de la mencionada aun si eran tapadas por calsetas negras largas hasta el tobillo, si le molestaba a la joven su nuevo atuendo no lo demostraba.

"Entonces, ¿has podido manejarte con el trabajo?" Pregunto un aparente calmado Conde Motte mientras tomaba de una tacita de té.

"Si, de alguna forma." Respondió rápidamente con seriedad la pelinegra, sin abrir los ojos en ningún momento,  manteniendo la ligera reverencia.

"Ya veo, ya veo..." hablo el Conde antes de dejar la tasa de té en la mesita, para poder apreciar a Siesta por unos segundos más antes de levantarse de su sillon e ir a posicionarte justo detrás de la Sirvienta.

"Bien, no te exijas demasiado." Hablo el Conde antes de poner sus manos en los hombros de la pelinegra provocando en esta un ligero respingon mientras el Conde hacía el intento de hacerle un 'masaje'.

"Claro..." hablo insegura la Sirvienta mientras miraba al Conde.

"No te he buscado para estas pequeñas tareas, Siesta..." dijo antes de tratar de acercarse a la nuca de la joven.

Pero antes de que sucediera cualquier cosa, un firmé golpe en la puerta interrumpió las acciones del Conde. El cual, visiblemente molesto por la interrupción volteó con disgustó.


"¿Que sucede?"

"Una joven noble, Louise françoise le blanc de la Vallière quiere tener una audiencia con usted." Anunció un guardia.

Ante el nombre mencionado Siesta dió un ligero respingon de sorpresa que aparentemente el Conde no noto.

"¿Vallière?...hmm...déjenla pasar." Ordeno a los guardias."¿que deseara alguien de la Familia Vallière conmigo?" Se pregunto para si mismo el Conde.














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En la entrada de la manción se pueden observar a dos guardias patrullando con firmeza por la entrada de la última mencionada; En busca de cualquier ladron entrometido pues era su trabajo, aunque más especificamente por ese tal Fouquet 'la tierra desmoronada' que ha estado robando ya varios artefactos magicos pertenecientes a los nobles más prestigiosos la última semana.

Zero No Tsukaima El Nergigante Donde viven las historias. Descúbrelo ahora