12|La generosidad de un héroe

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Advertencias: discusión sobre el corte de partes de serpientes muertas.

Albus entró en la Cámara preparado para lanzar un encantamiento limpiador del aire, pero resultó innecesario. Se preguntó cómo una gran bestia podía haber permanecido muerta en este lugar durante tanto tiempo sin pudrirse hasta que vio a Harry de pie junto a ella, mirando el prístino cadáver con una expresión de consternación.

—¿C-cómo me las arreglé para matar a esta cosa siendo de segundo año?.

Cómo, en efecto. Albus se quedó sin aliento al ver el tamaño de la bestia. Medía al menos diez metros de largo y era tan gruesa como su cintura. Merlín. Una serpiente de ese tamaño podría haberse tragado a Harry entero en ese momento, y mucho menos siendo un niño de trece años. Añadiendo su mirada asesina y su veneno letal, por no hablar del horrocrux Tom a medio formar que la locura de Ginevra había despertado, el hecho de que Harry hubiera sobrevivido era un milagro.

A su lado, Severus emitió un sonido estrangulado de sorpresa—¿está... conservado?.

—Debe haber un encantamiento en el lugar—Harry se estremeció y se dio la vuelta—. Está igual que cuando me fui de aquí. Incluso el...—tuvo una arcada y se cubrió la boca, alejándose de un charco oscuro que brillaba cerca de sus pies.

—Severus—murmuró Albus a su protegido—, ¿es seguro quitar esa sangre?.

—Lo haré.

Severus hizo desaparecer el charco de sangre aún húmedo de los pies del chico con un movimiento de su varita y un extraño encantamiento que Albus nunca había escuchado. Tal vez Severus lo había inventado.

Un escalofrío recorrió la espalda de Albus. Gracias a Merlín, sólo un Parselmouth podía entrar en la Cámara. Envenenada o no, esa sangre podría haberles costado la guerra—y a Harry—si Tom la hubiera descubierto.

Harry se estremeció y se alejó del cadáver del basilisco, y en su lugar se quedó mirando la estatua de Slytherin, con una expresión desgarrada.

—Me pregunto si realmente tenía este aspecto.

—Teniendo en cuenta que él mismo talló y construyó esta Cámara—espetó Severus—, yo diría que lo más probable es que sea una aproximación justa, idi...

Se atragantó con el insulto, se llevó el puño a la boca e inclinó la cabeza en señal de remordimiento—Albus...

El hombre se tambaleó por el cansancio, con el sudor frío brillando en su frente, y Albus comprendió. El hombre estaba más allá de su límite y les gritaba por pura miseria.

Albus conjuró una cama para él, bien lejos de la serpiente—descansa, Severus. Harry y yo nos encargaremos del basilisco.

Severus gimió mientras Albus medio llevaba al joven a la cama—maldita sea, es una pena—murmuró.

Harry lo miró con desconcierto—¿qué, la serpiente? En realidad no quería matarla. Pero no tenía otra opción. Quería matarme a mí.

Severus se sentó en el colchón, temblando de pies a cabeza, y se enjugó la frente—eso no, Potter: el cadáver—su voz salió entrecortada por el cansancio—. Aparte del veneno, que no puede usarse más que para fines oscuros, ese cadáver es una fortuna en ingredientes raros.

Harry se encogió de hombros y se volvió hacia la estatua—entonces quédate con él.

Severus jadeó y se puso rígido, con todo el color drenando de su complexión, no es que tuviera mucho en este momento para hablar—no puedo. Tú mataste a la bestia. Por derecho, es tuya.

Longing of the Soul | Anhelo del almaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora