Longing of the Soul | Anhelo del alma

17|Instalarse

No hay advertencias. Capítulo relativamente corto esta vez (para mí, al menos).

Después de la cena, Severus entrenó a Harry en Oclumancia. Algo parecía molestar al muchacho, pero Harry tenía muchas excusas para estar molesto y Severus tomó el hecho de que no había podido descubrir la causa de la confusión y la preocupación de Harry como una señal de progreso. Merlín, pero ya era hora. La ocultación no era la disciplina más fácil, pero tampoco merecía tanta lucha.

Tal vez su creciente confianza había ayudado a Harry a superar su desinterés por el tema.

—Bien hecho, Harry—le entregó al chico un calmante para el dolor de cabeza y guardó su varita.

Harry se tomó la poción con una mirada de agradecimiento y dejó caer la cabeza entre las manos. Severus se arrodilló a su lado y puso ligeramente su mano sobre el cuero cabelludo de Harry, calmándolo con uno de los muchos cánticos que había perfeccionado a lo largo de los años.

—Sana Cerebra....

Harry suspiró y se inclinó hacia su tacto—Merlín, gracias. Así está mucho mejor.

Severus asintió y se apartó—¿estás lo suficientemente bien como para ponerte de pie ahora?.

Harry se puso de pie y se balanceó un poco, pero no se cayó—sí, señor, estoy bien. O lo estaré. Estas lecciones siempre me sacan de quicio—se acercó al sofá y gimió—. Ugh. Me siento como si un camión me hubiera golpeado en el cráneo cuando terminamos, no importa lo suave que seas al respecto.

—Estás mostrando progresos, así que, con suerte, puede que no necesitemos continuar con ellos durante mucho tiempo.

Harry frunció el ceño y bajó la mirada—puede que sí, señor.

—¿Harry?.

Harry le dedicó una sonrisa desganada—no es nada. Sólo necesito un minuto.

Severus frunció el ceño. Harry no estaba siendo sincero, no del todo, pero no presionó. Era demasiado pronto en su relación como para presionar para que le hicieran confidencias si Harry no estaba dispuesto a dárselas.

Sin embargo, tal vez Severus pudiera pedírselas. Y sabía exactamente la pregunta que quería hacer.

Se sentó junto al chico y le puso una mano suave en la espalda, aliviado de que el contacto no lo asustara—Harry, me gustaría hablarte de algo. Me ha estado preocupando desde que discutimos mis arreglos de vivienda ayer.

Harry se tensó bajo la mano de Severus—¿lo estoy molestando, señor?.

—No. Al menos hasta ahora, has sido un compañero de casa bastante fácil.

Harry volvió a relajarse y le dedicó una tímida sonrisa—me alegro. A mí también me ha gustado estar aquí. Bueno, aparte del basilisco muerto...—se estremeció—Y la estatua gigante de Slytherin. Ha sido agradable estar aquí lejos de todo el caos.

—¿Encuentras mi presencia relajante en comparación con la de tus compañeros de casa?—Severus hizo una mueca—. Reconsiderándolo y teniendo en cuenta por lo que has pasado últimamente, quizás sí tenga sentido.

—Sí—Harry le dedicó una sonrisa desganada—. Sin embargo, creía que tu compañía era descansada antes de la caída con Gryffindor, o al menos lo creía después de que dejaras de odiarme tanto.

Severus no pudo evitar pasar la mano por los rizos de Harry. A pesar de sus temores, quería un toque para sí mismo. Algo suave y gentil para ahuyentar la fría y amarga soledad que había llevado durante tanto tiempo.