𝗘𝗽𝗶́𝗹𝗼𝗴𝗼

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"𝐔𝐧𝐚 𝐟𝐚𝐦𝐢𝐥𝐢𝐚"

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"𝐔𝐧𝐚 𝐟𝐚𝐦𝐢𝐥𝐢𝐚"

─¡Mamá, Jalil me está jalando el pelo otra vez! ─acusa Axa, quien ahora tenía seis años de edad.

─Solo es un bebé Axa, ¿puedes culparlo? ─pregunta Zxenia, cargando al azabache de dos años.

─Sí. ─murmura la albina al borde del llanto─. Me ha destruido el peinado que me habías hecho, ¡esa bestia los hizo!

─¡Axa! ─exclama dejando al menor en la cuna colgante, la que antes pertenecía a Axa.

La albina solamente se siente en el pasto cruzada de brazos, fallando en hacer un berrinche, la pequeña nunca ha podido hacerlos.

Zxenia suspira antes de acercarse a su hija, situandola entre sus piernas para volver a hacerle el peinado de dos trenzas.

─¿Cuando regresa papá? ─pregunta la menor, moviendo sus pies de un lado a otro.

─No lo sé, espero que pronto. ─responde Zxenia, empezando a hacer de nuevo el peinado.

─¿Me cuentas una historia? ─pregunta la pequeña albina, volteando a ver a su madre.

La semidiosa encara una ceja para luego agarrar un puñado de tierra, creando una brisa ligera para que se haga un ligero remolino.

─¿Cuál quieres oír? ─pregunta Zxenia viendo cómo su hija ve fascinada el pequeño remolino.

─¡El del puma y el leopardo! ─exclama fondo pequeños saltitos. Sus ojos brillaron cuando vieron como el pequeño remolino se volvía una marioneta en forma de puma y un puño de agua llegaba desde sus cabezas volviéndose un leopardo.

Realmente amaba las historias de su mamá.

─En una zona árida, la cría de un leopardo esperaba a que su madre llegara con la cena. ─empieza a narrar Zxenia, al mismo tiempo que la marioneta de agua se movía─. La noche había caído en la sabana y su madre aún no llegaba...

La cría armada de valor decidió ir a buscar a su madre, aunque realmente minutos había pasado desde que emprendió viaje para la cría habían parecido horas.

Cuando finalmente encontró a su madre, la cría chillo de felicidad corriendo hacia ella pero momento de llegar a lado de ella, la felicidad se convirtió en preocupación.

Su madre estaba acostada en el piso sin moverse.

En un intento de despertarla, la cría restregó su cabecita contra la de su madre. Como todas la mañanas solía hacerlo.

Pero no logro nada.

Un segundo intento.

Nada.

Tercero. Nada. Cuarto. Quinto. Sexto. Nada...

god love                                                                    ZatzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora