Amor Prohibido /Kookmin

Prólogo

En el umbral de la adultez, Jeon Jungkook, un joven de 20 años, se encontraba en el punto culminante de su formación como sacerdote bajo la sabia tutela del Padre Namjoon, un hombre a quien había admirado desde los albores de su infancia.

La vocación religiosa había sido una parte intrínseca de su existencia, una llama que ardía con devoción en su corazón desde temprana edad. Los pasos de su vida habían sido guiados por el amor a Dios y la admiración por el sacerdote que había sido su mentor, guía espiritual y confidente durante tantos años.

El Padre Namjoon, con sus 67 años de sabiduría y experiencia, había sido la piedra angular de la vida de Jungkook. Sus enseñanzas, su paciencia y su comprensión habían moldeado al joven, preparándolo para asumir la responsabilidad que tanto anhelaba: convertirse en un hombre de Dios.

Sin embargo, en el instante en que el sol dorado se deslizaba detrás de las colinas que rodeaban su tranquilo pueblo, la vida de Jungkook tomó un giro inesperado, arrojando sombras sobre el camino que parecía trazado con certeza.

Caminando por los jardines del convento en silencio, el destino lo condujo a un encuentro que cambiaría su vida para siempre. Fue allí, entre los susurros del viento y el suave murmullo de las hojas, que se cruzó con Park Jimin, un joven cuya mera presencia fue suficiente para despertar en Jungkook un amor a primera vista.

La figura de Jimin, de cabello rubio, ojos cafés y piel pálida como la porcelana, iluminó un rincón oculto de su corazón, un lugar donde las emociones prohibidas yaceían en espera. Fue un instante mágico e irracional, donde el mundo se volvió borroso y las certezas se desmoronaron.

Jungkook quedó sin habla, sin palabras para expresar el torbellino de emociones que lo invadió. Mientras Jimin se alejaba, regalándole una sonrisa radiante, Jungkook quedó perplejo, incapaz de comprender la tormenta que se avecinaba en su interior.

Así, en el crepúsculo de ese día, Jeon Jungkook quedó atrapado en un dilema inesperado. La elección entre su profunda vocación religiosa y el amor recién descubierto por Jimin lo obligaría a enfrentar los desafíos más complejos de su vida, desafiando su fe y su propio destino. La interrogante quedó suspendida en el aire:

¿Qué camino tomaría el joven sacerdote?