Llamado a la dirección

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Después de la conversación de los "Dos papás" todo volvió a la normalidad, el pequeño Tony había vuelto a ser el niño de siempre, aunque parecía más radiante que de costumbre...

Pero la paz no podía durar mucho.

Un día el castaño llego con una carta de la directora, la cual solicitaba su presencia de manera urgente.

—Tones, ¿Hiciste algo como para que la directora solicite mi presencia? —dijo con una ceja alzada y los brazos cruzados mirando fijamente al ojicafé.

—No Jarvis, lo prometo, esta vez no hice nada —se defendió el pequeño. —ella dijo que mi papá debía ir también 

—¿Su padre? — vio como el pequeño asentía.

El señor Stark llego unas horas después, debía informarle al respecto.

Lo vio dirigirse a su despacho se veía cansado y un tanto agotado, toco la puerta, una vez se le permitió la entrada, ingreso, el magnate estaba firmando y leyendo unos papeles en su escritorio, se acercó de manera cautelosa, sin embargo guardando distancia.

—Señor Stark, llego un citatorio de la escuela del joven Anthony, solicitan nuestra presencia —menciono el inglés.

—¿Nuestra? —no entendía, él había dejado a Edwin como apoderado de Tony porque él estaba ocupado ¿Por qué debía ir? —¿Qué habrá hecho ese niño ahora?

Edwin frunció un poco el ceño, sabía que su jefe estaba cansado por el trabajo, pero de cierta manera le molestaba que subestimara a Tony, no era un mal niño, solo tenía una mente imperativa.

—En esta ocasión él no hizo nada, simplemente la directora quiere tener una plática con nosotros, no especificaron el porqué.

Vio al ojioscuro suspirar y asentir, se levantó y abrió un cajón del mueble al lado suyo, del saco una botella de vino y una copa, miro al contrario.

—¿Gustas? —pregunto el pelinegro al mayor.

—No gracias, recuerde que estoy trabajando, además no tomo —dijo negando el licor cordialmente, al instante el contrario levanto los hombros y se sirvió en la copa,

Mañana seria un día largo.

Se levantó como de costumbre, fue a la mansión y espero que los dos Stark salieran, pasaron unos cuantos minutos y se marcharon, ambos se subieron en la parte atrás, el más pequeño se veían entretenido jugando con sus manitas, mientras que el mayo...

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Se levantó como de costumbre, fue a la mansión y espero que los dos Stark salieran, pasaron unos cuantos minutos y se marcharon, ambos se subieron en la parte atrás, el más pequeño se veían entretenido jugando con sus manitas, mientras que el mayor se encontraba leyendo unos papeles.

Al llegar al colegio se bajaron del automóvil, Jarvis hizo lo de siempre, se acercó al pequeño y se arrodilló frente a él, arregló un poco el uniforme de pequeño.

—Creo que ya sabes lo que le voy a decir ¿No es así? —dijo el británico, recibiendo un asentimiento por parte del castaño. —¿Puedes decirlo por mí?

—Eres inteligente, eres capaz, eres diferente y eso te hace especial. —dijo el castaño, con una sonrisa.

Howard levantó una ceja ante eso, no entendía la necesidad de eso.

—Muy bien Tones, eres todo un genio —abrazó al más bajo. —despídase de su padre también joven Anthony.

El castaño se movió hacia su padre y extendió sus manitas en dirección a él, el pelinegro al instante se agachó y recibió a su hijo en sus brazos.

—Te amo, nunca olvides eso, demuéstrales a esos niños lo que significa ser un Stark —besó al pequeño, este de inmediato soltó una risa 

El pequeño se adentró a la escuela, una simpática niña pelirroja lo esperaba.

Cuando los adultos se quedaron solos, el más bajo habló.

—¿Qué fue eso? Alguna clase de mantra? —dijo con un tinte de sarcasmo el ojioscuro.

—Leí en una revista de padres que la autoestima en los infantes es primordial para que estos comiencen a forjar seguridad en ellos mismos. —dijo arreglando su corbata.

Pasaron unos cuantos minutos hasta que una mujer de apariencia un tanto anciana y formal se presentó ante ellos.

—Ustedes deben ser los señores Stark y Jarvis ¿No es así? —ambos hombres asintieron. —Pasen a mi oficina por favor para que podamos conversar tranquilamente.

La siguieron a su oficina, en aquel cuarto había dos sillas frente al escritorio, por lo que instintivamente se sentaron en las sillas, uno en cada una, la directora se sentó frente a ellos y soltó un suspiro.

—Caballeros, gracias por venir —dijo la mujer. —La razón por la que los cité, es para aclarar un tema que no podemos dejar sin hablar —ambos prestaron más atención a sus palabras —La maestra de Anthony me mostró un dibujo que este hizo... ¿Ustedes son sodomitas?

Jarvis no sabía como responder, Howard por su parte quería reírse por los nervios, sin embargo, carraspeo un poco y decidió responder por ambos.

—¿Qué? Jarvis no es... Nosotros no somos homosexuales —dijo nervioso, sus palabras se escuchaban convincente, pero no eran del todo ciertas.

—¿Entonces porque el pequeño dice que tiene dos padres? ¿Acaso no son pareja? —preguntó ante la declaración la contraria.

—Tony dice eso porque no conoce a su mamá y Jarvis pasa la mayoría del tiempo con él —respondió el pelinegro. —La única relación que tenemos es laboral.

La dama enmarcó la ceja en alto, sin embargo, le pareció basta la explicación.

—¿La madre del pequeño falleció? —preguntó curiosa.

—No, se marchó, de igual manera eso no tiene por qué afectar la educación de mi hijo ¿o si? —respondió seco el magnate ¿Qué le importaba a esa señora sus relaciones personales? Vaya gente.

—Comprendo, esa mujer debe ser una verdadera ciega al dejarlo usted —habló risueña la mujer, mientras se levantaba de su asiento y extendía su mano. —Disculpe haberlos molestados caballeros, nunca tuve siquiera pensar eso de ustedes, pero ya saben, siempre debemos tener las cosas claras, por el bienestar de Tony.

Ambos hombres le estrellaron la mano a la mujer, se despidieron de ella cordialmente, salieron de la oficina, Howard había decidido trabajar en la casa ese día.

Subieron al automóvil y Jarvis soltó todo el aire de sus pulmones, mientras se apoyaba en el manubrio, Howard por su parte le entretenía ver al mayor de esa manera.

—Que mujer tan desagradable —hablo el millonario. —¿Puedes creerlo? Tú y yo como pareja... Sería algo muy loco ¿Verdad? —decía eso mientras un tenue color carmín adorno sus mejillas.

Howard no era ciego ni tonto, sabía que a él no le atraían las mujeres y sabía a la perfección que su empleado era bastante (muy) apuesto y bien parecido, sin embargo, no podía hacerle eso a él, no quería espantar al hombre si este se enterase sobre su verdadero gusto.

—Simplemente, hay personas que malinterpretan las situaciones, señor—respondió el británico, mientras se acomodaba en el asiento y se disponía a encender el vehículo.

¿Ellos como pareja? Era algo demasiado irreal... o eso era lo que ambos querían pensar.

Ángel [Jaward AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora