Había vuelto a su rutina, pero esta vez con una pequeña diferencia.
O mejor dicho, un pequeño.
Día tras día, se encontraba con el castañito en la misma banca, pensó en cambiar de lugar para que el infante no lo buscara, sin embargo, lo analizo mejor, prefería que el pequeño estuviera con él a que con un loco, ni siquiera sabia como era que el castaño llegaba a él, simplemente lo encontraba, con la misma excusa de siempre, saber donde estaba la madre del niño.
Apreciaba como todos los días una persona diferente iba a buscar al castaño al parque, una morena, una pelirroja, una rubia, una latina, pero nunca iban mas de 2 días seguidos.
—¿En que tiene experiencia? —dijo en castaño mientras veía con atención el diario que tenia entre sus manitas, estaba sentado en la banca con el diario abierto de par en par. —Le interesaría un trabajo como fedo... —el infante intentaba pronunciar la palabra.
—Ferroviario —corrigió el ojiverde. —No, para ese trabajo hay que tener una licencia, además yo no se hacerlo. —vio como el castaño asentía y volvía a leer el diario, sin duda ese pequeño era muy inteligente.
Tomo de su café, al instante el ojicafé imito su acción pero con una leche de chocolate, había acostumbrado a comprarle una, sabiendo que el muchacho de una u otra manera lo encontraría.
—¿Y porque no vuelve a trabajar como ángel? —pregunto inocente el menor. —Tal vez si usted volviera a ese puesto podría encontrar a mi mamá.
—Lo siento pequeño pero ya no tengo ese trabajo —decidió seguirle el juego al menor con que era un ángel, después de todo, era la inocencia de un infante. —Recuerda, nadie puede enterarse de mi verdadera naturaleza —Le hizo un gesto de silencio, el pequeño de inmediato asintió.
Sonrió al pequeño, de cierta manera sentía pena por el castaño, en todos los encuentros que tenía con él siempre de una u otra manera, preguntaba sobre su madre, había deducido lo peor, un niño tan pequeño buscando a su madre a un supuesto ángel, le traía mala espina.
—¿Puedo preguntarle algo? —dijo el ojiverde. —¿Recuerda a su madre?
El castaño (el cual lo miraba) bajo su cabeza y negó.
—No la recuerdo, salvo por sus ojos, era claros como los de usted —dijo apenado. —O como los de Steve —hizo una pausa. —Recuerdo que también le pregunte a Steve si sabía donde estaba mi mamá, él me negó muchas veces que era un ángel, así que pensé que era un infiltrado en la tierra, como usted —respondió con una sonrisa. —Tal vez mi mamá también es un ángel y se fue al cielo, aunque no es lo que dice mi papá.
—¿Qué es lo que dice su papá? —pregunto el británico.
Vio como el castañito soltaba un suspiro y bajaba la cabeza.
—Mi papá dice que está jugando a las escondidas, es por eso que le hable —la agonía se escuchaba en cada palabra que soltaba. —Pensé que como usted era un ángel y ellos lo ven todo podría decirme donde esta.
El ojiverde lo miro con tristeza, ningún niño debería crecer sin su madre, llevo su mano a la cabellera castaña y la acaricio, al instante sintió como el pequeño se relajaba, soltó una carcajada.
Dé repente un azabache hombre apareció, se veía cansado, tenía ojeras, apenas y podía caminar, se acercó a ellos.
—Tony, hijo —el azabache le entrego un pan al castaño. —¿Por qué no vas a alimentar a los patitos? Aquí cerca, debo hablar con el señor.
El castaño asintió frenético mientras tomaba el pan y se acercaba a la orilla del lago, al instante el magnate se dejar caer en la banca junto al peliclaro.
—¿Cuánto? —pregunto rápido.
—¿Disculpe? —respondió el británico.
—¿Cuánto quiere para que cuide a mi niño? —dijo sincero.
El británico pestañeo varias veces, se quedó en silencio esperando que el contrario le explicará, cosa que hizo.
—Tony es mi vida, no puedo trabajar tranquilo si sé que él está acá, todas las niñeras que he contratado renuncian al día siguiente porque no puede con él. —soltó un suspiro frustrado.— Y por alguna razón, él siempre viene contigo todos los días de todas las malditas semanas, ese mocoso lo quiere.
Edwin se quedó estático ¿Sería esta su oportunidad? La única experiencia que había tenido con niños eran sus hermanos, no era mentira que desde pequeño él tuvo que hacerse cargos.
—El pequeño piensa que soy un ángel es por eso que se me acerca... piensa que puedo decirle donde se encuentra su madre.
El azabache lo miro fijamente, se llevó la mano a la cara y la restregó, le frustraba de sobremanera hablar de la ausencia de la madre de su castañito, pero si quería contratar a ese hombre, debía aclararle todo.
—La mamá de Tony lo abandono.— soltó sin más.— fue como hace unos 4 años, ella, no quiera nada que ver conmigo, ni siquiera a Tony.
Ahora entendía, no sabía si aceptar la oferta del azabache, era bastante tentadora, y por sobre todo, la necesitaba, no podía ser exigente ahora, necesitaba el dinero y no era un trabajo difícil.
—Señor Stark, acepto. —ofreció su mano para cerrar el trato, el hombre del bigote lo miro, ahora con más ánimo y le regalo una gran sonrisa, en lugar de estrechar su mano lo abrazo.
El abrazo era cálido, era un abrazo de agradecimiento.
—Muchas gracias de verdad, muchas gracias. —podía sentir como el británico se relajaba de a poco.
Palmeo la espalda del más bajo.
El abrazo se vio interrumpido por la presencia de cierto castaño que veía fijamente la escena.
—Tony ya no tendrás que venir más a Central Park a buscar al caballero... —dijo feliz.
El ojicafé no entendió al principio, se puso triste, pues ese hombre le caía muy bien y no quería dejar de verlo.
—Porque él va a empezar a cuidarte. —concluyo, agarro al pequeño y lo alzo, al instante este sonrió y se emocionó.
El ojiverde miraba la escena con ternura, si antes tenía dudas, ahora estas se habían esfumado, esta era la señal que necesitaba, por fin podría vivir la vida que quería en Estados Unidos, estaba feliz, por fin tendría un trabajo y uno que no le molestaba ni le desagradaba.
Tal vez después de todo el ángel aquí era otra persona, o mejor dicho otras personas.

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Ángel [Jaward AU]
Fiksi PenggemarEs la maravillosa década de los 60; Edwin, un simpático inglés viaja al país de los hippies y de las drogas en busca de un nuevo comienzo, tratando de encontrar un empleo normal y llevar una vida al estilo norteamericano. Sin embargo, un día en Cent...