4. Llora

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Todo villano tiene una debilidad. Todo artista tiene una musa. Todo héroe tiene un propósito. Toda persona tiene una inspiración.

Durante toda mi corta vida traté de encontrar la mía. Pensé que sería un chico del cual estaría enamorada, pensé que sería un género musical o una película. Pero cuando analicé cada cosa que hacía me di cuenta que solo pensaba en una persona. En mi hermano pequeño Peter.

Ha sido mi ancla, mi musa y mi propósito para seguir aquí aunque ya no pueda más. Me ha dado las fuerzas y la esperanza de que podré con todo.

Cuando escribo, cuando estoy en las quimioterapia, siempre, siempre pienso en él. Me ha acompañado y me ha ayudado aunque no lo sabe. Me encantaría que lo supiese, pero luego empezará a preguntar el porque necesito mucha una ancla para seguir aquí. Y explicarle que me estoy cansando de luchar no será bonito para un niño pequeño. Por eso bien escribo en mi diario, para cuando crezca lo pueda leer y entenderme.

—¡Amara! —gritó en cuanto me vio.

Me agaché para que pudiera abrazarme mejor.

Llegó corriendo a mí. Estamos en el estacionamiento, lo estuve esperando toda la mañana. Hoy regresó del viaje escolar qué tenía. Insistió tanto en quedarse conmigo pero, no puedo hacerle pasar por lo mismo que yo pasé.

—¿Cómo está mi superdog?

Se separó de mí y puso su gorro con orejas de perro sobre su cabeza. Le llamo así desde que mamá le compró ese gorro.

—Superdog, está contentísimo.

Sonreí.

—Me alegra demasiado mi niño.

Mamá llegó a mi lado. Me sorprendió ver a papá junto a ella cuando no acostumbran ni a desayunar juntos.

—¿Papá? —pregunté curiosa.

Ambos tenían un semblante serio.

Suspiró.

—¿Podemos hablar?

Asentí.

Esto no anda bien, algo muy malo esta pasando y detesto saber esto. Bajé mi mirada hacia Peter.

—Hay un chico nuevo, y está jugando con todos, ve a jugar con él, empieza en cinco minutos.

Abrió sus ojos emocionado. Miró a mamá pidiendo permiso.

—Puedes ir, corazón.

Peter salió corriendo, lo perdí de vista cuando subió por las gradas. Debo hacer que pierda el miedo a los elevadores antes de irme.

—Vamos a la cafetería —dijo mamá.

Caminamos hasta el elevador, saludaron a Babi y a otras enfermeras antes de subir. Nos sentamos en una mesa cuando llegamos.

—Tu padre y yo tomamos una decisión muy difícil para ambos.

Antes de que me especificará supe que fue lo que habían decidido.

Mi último latido #2 [ Trilogía latidos ] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora