2. Su Nombre

199 16 1
                                    

Cuando pasamos por problemas que pueden llegar a quitarnos nuestra felicidad lo primero que llegamos a hacer es buscar un refugio. Tal vez una persona, en la música o en algún objeto.

En mi caso fueron los libros. Benditos y amados sean los libros, en serio. Fueron, son y serán, mi refugio. Siempre son un consuelo y refugio, son algo que me permiten olvidar el dolor y tristeza que puedo estar sufriendo. Quién iba a pensar que unas simples letras me curaron el corazón.

Unos toques se oyeron en la puerta y después una Babi con una sonrisa de oreja a oreja entró por ella. Su cabello largo y rizado está recogido por una pinza.

—Buenos días Mara.

Cerré el libro, lo dejé en la mesita.

—Hola.

Me puse de pie mientras Babi empezaba a hacer unas cosas en mi tanque de oxígeno.

La vi por un instante, Babi es luchadora, más de lo que alguien podría pensar. Nunca le gustó la medicina, pero cuando su mejor amiga enfermó y entró en el hospital, Babi hacía todo lo posible por poder entrar a verla, pero un día le prohibieron la entrada. Creo que la familia de su amiga nunca la conoció de verdad, pensaron que se alejaría de ella y la dejaría en paz. Pero no fue para nada así, hizo un curso de enfermería por unos meses y logró entrar a trabajar en el hospital.

Hizo todo lo posible por estar al lado de su amiga. Es triste, pero su amiga falleció un año después, aún así ella se quedó trabajando aquí. 

Como Babi, cada persona en este hospital tiene una historia única. Cada uno merece ser reconocido por la gran lucha qué han hecho. Unos ante el mundo y otros en silencio. Me pare en la puerta y recosté mi cabeza en el marco de ella. Observe a las personas por un rato, pacientes, visitantes, enfermeras, doctores y pasantes.

¿Sabrán la mayoría de ellos lo dichosos que son de saber que están sanos? ¿Estarán agradecidos de que su primer pensamiento del día no es si ese día morirán?
¿Si ese día darán su último latido? ¿Su último suspiro?

Alguien dijo alguna vez que viviéramos cada día como si fuera el último, así podríamos vivir felices. Ojalá esas personas lo hagan y disfruten hasta de lo más mínimo. Cruce mis brazos y cerré un poco los ojos suspirando, cuando los volví a abrir algo en mi revoloteo.

Y ahí, entre tantas personas, lo volví a ver. El chico está asomado en la puerta de la habitación de Helen. ¿Por qué espía la habitación de Helen? Me da mucha curiosidad este chico sin nombre. Y ya me canse de ni siquiera saber su nombre. Si quiero olvidar el nombre de otro debo al menos conocer el de él.

—¿Quién es él? —me atreví a preguntarle a Babi.

Caminó hacia a mí para pararse a mi lado.

—¿Te gusta?

Subió y bajó sus cejas de manera graciosa.

Me puse nerviosa y sentí como mis mejillas se ruborizaron. Negué, subí mis manos a mis mejillas para cubrirlas. Pero no puedo evitarlo.

—No, claro que no, sólo es simple curiosidad.

Negué. Lo hice como tres veces, pero estoy hablando con Babi, no se va a creer nada.

—Ajá, y yo soy actriz.

Sonreí suavemente mientras seguía viéndolo. Solté un pequeño suspiro. Oí a Babi soltar una pequeña risa y caminar hasta mí.

—Math —dijo Babi llamando mi atención—. Su nombre es Math.

La miré y le di una sonrisa mientras volvía mis ojos al chico que ahora si conozco, al menos su nombre. En mi interior todo estaba explotando. Había un fiesta con fuegos artificiales. Así que ese es el nombre del chico por el cual estoy teniendo un típico flechazo adolescente.

Mi último latido #2 [ Trilogía latidos ] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora