15. Me Duele

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Thomas.

Muerte.

Un tema tabú para muchos, y para otros no, no cuando no son ellos los que pasan por un problema que tenga que ver con ella. Amara nunca tuvo problema con hablar de ello, nunca. Ni cuando era pequeña ni ahora. En cambio, yo soy distinto. Nunca me ha gustado saber que alguien a quien a quien amo puede morir. El 

Cuando era pequeño, mi hermana pequeña, Mandy, falleció. Tenía una enfermedad que no logramos detectar a tiempo y le atacó hasta la muerte. Mis padres quedaron destrozados, amaban a mi hermana igual que yo. Pero después de la muerte de mi hermanita mis padres olvidaron qué tenían otro hijo. Descuidaron mi mente y corazón, y siguió dañada hasta que una niña pelirroja con braquets y dos trencitas me sonrió.

Su sonrisa me recordaba mucho a Mandy. Había terminado la escuela para enfermeros, estaba haciendo practicas y eligieron este hospital. En cuanto vi a esa chica con una mochila de flores y un libro en la mano me hizo pensar en mi hermana. Para ese entonces yo tenía 21 casi 22, Amara tenía 18, dos años mayor que Mandy. Sintió que la veía y se volteó como niña psicótica.

Entrecerró los ojos y me vio fijamente. Le sonreí, esa fue mi primera reacción. Y ella me sonrió también.

El aire me pega directo en el rostro, la terraza es uno de los lugares que más me gustan de este hospital. Más porque no sé quien lo hizo, pero muchísimas gracias a quien lo haya hecho, puso unas sillas y unas mantitas aquí para disfrutar de la vista. Necesitaba pensar. Más sabiendo toda la verdad.

La puerta se abrió y dejó ver a una Amara con su cabello despeinado y una manta sobre ella, cubriendo su enorme pijama.

—¿Qué haces aquí? Deberías estar descansando.

—Necesitaba aire y a mi enfermero favorito.

Sonreí.

Ella no tiene conciencia de la capacidad que sus palabras y su voz son capaz de causar en mí. Crea un sentimiento inexplicable. 

Caminó hacia mí arrastrando su respirador. Se sentó a mi lado. Movió su respirador, también llamado "Julian", nunca he entendido por qué lo llamo así. Lo detuvo al lado de la silla. Dirigió su mirada al frente y suspiró. La conozco tan bien que se que ahora esta pensando mucho en su vida. Más de lo que normalmente acostumbra. 

Está aterrada, pero no porque morirá. Mara no le teme a morir, nunca lo ha hecho. Ella le tiene miedo a no poder lograr lo que quería. Le teme a herir a los demás a su paso. Nunca se ha fijado en sus sentimientos, solo se enfoca en los demás, creo que eso es lo que más le ha dañado. 

—¿Cómo estás? —Pregunté tras unos minutos.

Ha pasado mucho tiempo y no me he dignado a preguntarle como se siente. Su salud mental es muy importante en este momento.

—Bien, creo que ya lo sabía desde hace mucho. Fue fácil aceptarlo.

Apreté mis labios.

No me di el chance de verla bien desde que entró.

Un mechón de su cabello rojizo cae sobre su rostro hasta su mejilla, sus ojos se ven cansados y tristes. Tiene ojeras, no ha podido dormir bien. Es hermosa, demasiado. Ella merece vivir, lo merece y soy tan idiota que no pude hacer nada para salvarla.

—Mara —hablé llamando su atención.

—Dime —respondió girando hacia mí.

Me sonrió, su sonrisa hizo qué ofreciera que todo estaba bien. Ella hace qué todo este bien, Mara es así, es capaz de arreglar todo con tan solo una pequeña sonrisa. Creo que por eso la amo.

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⏰ Última actualización: Nov 11, 2023 ⏰

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