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— mierda.

susurré mientras me acercaba lentamente a la mesa de slytherin, podía notar la mirada de todos encima mía, los gestos apenados de Hermione y Ron, y la sonrisa burlona de Draco.

me senté enfrente del rubio y miré hacia el pequeño escenario, observando cómo los pocos alumnos que quedaban iban pasando.

un fantasma horrible, con la mirada perdida y ojos sin expresión, con un rostro demacrado y ropas manchadas de sangre plateada pasó enfrente mía y se quedó flotando al lado de Draco. ese chico era... extraño, ¿por qué todo parecía girar a su alrededor?

— bien, ¡que empiece el banquete!

la voz de Dumbledore me sacó de mis pensamientos. inmediatamente bajé la vista a mi plato, el cual se había llenado de deliciosa comida.

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una vez hubimos comido todo lo que queríamos, los restos de comida desaparecieron de los platos, dejándolos igual de limpios que al principio.

grandes bandejas llenas de todos los postres imaginables aparecieron, llenando las mesas.

mientras me servía un trozo de tarta de manzana empecé a observar a los profesores, Dumbledore y McGonagall charlaban, Hagrid bebía de una gran copa, un profesor con una especie de turbante en la cabeza comía con ganas un pedazo de pastel, y otro, con pelo oscuro, largo, y piel bastante pálida me miró fijamente por encima del turbante del anterior profesor, dando como resultado que un agudo dolor se formara en mi cicatriz, haciéndome cerrar los ojos fuertemente y llevar mis manos a mi cabeza, apretando ese lugar con fuerza y esperando que el dolor cese.

— ¿te pasa algo, Potter?

la voz inconfundible de Draco inundó mis oídos.

luego de que el dolor parara tan súbitamente como había llegado, me acomodé bien en la silla y miré a mi alrededor. absolutamente toda la mesa de slytherin me miraba, unos preocupados, otros burlándose de mí con la mirada y esa típica sonrisa cínica, pero al contrario de lo que podría haber pensado, malfoy no fue uno de esos, parecía incluso preocupado por mí.

— e-estoy bien, solo fue la cicatriz.

el albino asintió y volvió a centrarse en su plato, yo hice lo mismo.

unos minutos después la comida volvió a desaparecer, quitando esta vez también los platos, vasos y cubiertos.

Dumbledore se levantó y carraspeó, llamando la atención de todos.

— bien, quiero dar otro anuncio, sobretodo para los de primer año. debéis tener en cuenta que los bosques del área del castillo están prohibidos. el señor Filch, el celador, me ha pedido que os recuerde que no debéis hacer magia en los recreos ni en los pasillos.

hizo una pausa en la que miró directamente a los gemelos Weasley, los cuales se rieron.

— las pruebas de quidditch tendrán lugar en la segunda semana del curso. los que estén interesados en jugar para los equipos de sus casas deben ponerse en contacto con la señora Hooch.

carraspeó e hizo otra pequeña pausa.

— por último, debo avisaros de que este año el pasillo del lado derecho del tercer piso está fuera de los límites permitidos, para aquellos que no deseen sufrir una muerte dolorosa, claro.

dicho eso, todos se levantaron, y yo obviamente los seguí.

los prefectos de slytherin iban delante, junto a los cursos superiores, quienes ya se sabían el camino.

en cambio, los de primero íbamos atrás.

mis piernas pesaban, pero esta vez por el cansancio.

iba siguiendo a los mayores, bajando varios tramos de escaleras. finalmente llegamos a una especie de entrada enorme.

— ¿contraseña?

— sangre limpia.

pronunció uno de los prefectos para luego decir que la contraseña cambiaba cada semana y que estaría escrita en el tablón de anuncios.

entramos a una gran habitación, con ventanas que, según los mayores, daban al gran lago de Hogwarts. según ellos, si estabas atento, podías llegar a ver calamares o peces nadando.

había enormes estanterías llenas de libros, todo era de color negro, verde o plateado, y había una gran chimenea con una serpiente bordada en la piedra de esta.

— simplemente precioso, ¿no, Potter?

otra vez Draco, ¿no se cansaba?

— si, supongo.

los prefectos nos llevaron a otra habitación en la cual había varias camas con baúles a sus pies, ahí estaban nuestras cosas.

nos pusimos los pijamas y nos metimos en nuestra respectiva cama.

minutos después, me dormí.

slytherin - harco/drarryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora