slytherin - harco/drarry

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estábamos en el tren, mi nuevo amigo, Ron Weasley, y yo, charlando de cosas triviales y mirando al paisaje. al igual que el resto Ron se había asombrado al escuchar mi nombre, aunque yo aún no sabía por qué y él se negaba a contármelo.

— y dime, Harry, ¿recuerdas como te hiciste esa cicatriz?

Ron rompió el silencio incómodo que se había formado. negué con la cabeza, no recordaba nada.

— pues mira, no lo recuerdo, pero mis tíos me dijeron que me lo hice en el accidente de coche de mis padres, ellos murieron y ya sabes, yo fui el único sobreviviente.

me alcé de hombros y volví a centrar mi atención en el bonito paisaje que podía ver a través de la ventana. me dolía haber crecido sin ellos, pero no podía hacer nada al respecto, a mis escasos 11 años ya entendía a la perfección que el pasado es algo que no se puede cambiar, solo aceptar y superar. él se rió, parecía nervioso. acaso esa cicatriz...?

— oye Ron, ¿esta cicatriz tiene algo que ver con que todos se asombren cuando les digo mi nombre?

él me miró con los ojos abiertos y negó con la cabeza.

— yo no soy quién para contarte tu historia, Harry, al llegar a Hogwarts deberías hablar con Dumbledore.

¿mi historia? asentí aún confundido y me giré bruscamente hacia la entrada de la cabina, una chica había entrado gritando por la chaqueta de un tal Neville y me había asustado. cómo no, ella también me preguntó por mí cicatriz, ya estaba harto de que todos lo hicieran pero que nadie tuviera el poco sentido común de contarme qué demonios pasa con ella.

luego de negarse también a decirme nada, la chica, Hermione, según se había presentado, se sentó con nosotros y estuvo el resto del trayecto contándonos datos bastante interesantes sobre la escuela, pero que a mí en ese momento no me importaban.

pocas horas después llegamos. era... extraño, un gran castillo se erguía enfrente mía, decir que estaba sorprendido era poco, no me podía creer que iba a estudiar ahí, y aún menos que iba a aprender a hacer magia.