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la cosa no mejoró mucho para los gryffindors. Snape nos había puesto en parejas para mezclar una poción bastante simple para curar forúnculos. por desgracia, me había tocado con Malfoy, que parecía ser el favorito del profesor, pues era el único al que elogiaba, el resto solo recibíamos críticas hacia nuestra manera de pesar ortigas secas y aplastar colmillos de serpientes.

justo cuando iba a empezar una conversación con Draco para darle las gracias por lo de antes y preguntarle por qué lo hizo, un gran estruendo llamó la atención de todos. una gran nube de humo verde llenó la sala, haciendo que varios de nosotros empezáramos a toser.

al parecer, un chico llamado Neville, el cual estaba prácticamente al lado de Draco y de mí, se las había arreglado para convertir su caldero en una masa viscosa de color violeta que nada más tocar algo, lo quemaba. a causa de eso, todos nos subimos a nuestros taburetes para no quemar nuestros zapatos, mientras que Neville gritaba de dolor, pues el líquido había salpicado todo su cuerpo, quemando sus brazos, torso y parte de su cara.

— niñato estúpido...

murmuró Severus, para luego, de un solo movimiento de varita, hacer desaparecer toda la masa.

— has añadido las púas de erizo antes de sacar el caldero del fuego, ¿no es así?

Neville solo podía lloriquear mientras intentaba quitar los restos del líquido de su cuerpo.

— Seamus, llévatelo a la enfermería.

nada más decir eso, ambos chicos se fueron del aula.

el profesor se acercó a mí.

— tú, Potter, ¿por qué no le dijiste que no pusiera las púas? ¿pensaste que si él se equivocaba quedarías bien? pues muy bien entonces, menos 50 puntos para gryffindor.

iba a responderle a eso, yo ni siquiera había notado que Neville estaba haciendo eso, de hecho, ¡ni siquiera pertenezco a gryffindor!

estaba abriendo la boca para reprocharle pero sentí que Malfoy me pegó una patada por debajo de la mesa.

Snape se fue a observar a unos alumnos de gryffindor, y Draco habló.

— no lo provoques, Potter, es por tu bien.

— si tú lo dices...

bajé la mirada encontrándome con mi poción. estaba casi hecha, solo faltaban las púas de erizo. quité el caldero del fuego, debía dejarlo enfriar un momento y luego añadir el último ingrediente.

levanté la cabeza, chocando mi mirada con la de Malfoy. sentí algo extraño, no sabría decir qué, quizás me sentía intimidado o algo así. aparté la vista y por fin me atreví a hablarle.

— gracias por lo de esta mañana, aunque, ¿por qué lo hiciste?

él rió, ¿qué es lo que le hacía tanta gracia?

— no hay de qué, Potter. y bueno, lo hice porque es lo que hacen los amigos, ¿no? ya sé que aún no lo somos, pero me gustaría que lo fuéramos. ¿a ti no?

no sabía qué decirle, me había pillado por sorpresa.

— lo sé, empezamos con mal pie, pero si te tomaras la molestia de conocerme quizás hasta llegues a pensar en mí como en alguien cercano.

suspiré y asentí.

— supongo que tienes razón, podríamos llegar a ser amigos, creo.

— me alegra escuchar eso, Harry, y de veras me gustaría seguir charlando, pero me está poniendo nervioso que estés dejando enfriar tanto tu poción, si no le añades ahora las púas no funcionará y podrías acabar como Neville, o peor.

se rió y miró el reloj, quedaban menos de cinco minutos para que la clase acabara.

asentí y añadí las púas, mezclé, y justo cuando acabé, se acercó Snape.

— bien, Draco, tu poción es, por mucho, la mejor de la clase. aunque tú, Harry... te salió... decente, supongo. en fin, podéis iros, ya acabó la clase.

ambos asentimos y recogimos nuestras cosas, seguidamente nos fuimos de ahí con dirección al gran comedor, era casi hora de comer.

slytherin - harco/drarryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora