Nayeon sabía que se había ganado el odio de Hyori para toda su vida. No había caso. La mirada que le había brindado tras despedirse de su hija, se lo había dejado más que claro. En el caso de Eunji, casi había algo de esperanza. Aunque la fotógrafa no se animaba a hacer ninguna apuesta.
La verdad es que la morena ya no estaba segura de nada. Ni siquiera entendía cómo había llegado a aquella situación. Bueno, eso era una mentira. Todo había sido su idea, pero aún no entendía por qué había hablado, por qué había sugerido que Jeongyeon viviese con ella, por qué había asumido esa responsabilidad. O quizás sí lo sabía, en el fondo tenía todo muy claro, pero estaba lejos aún de llegar a ese lugar; de aceptar todo lo que aquello implicaba; de escuchar lo que su alma le decía desde hace ya un tiempo.
Miró a Tzuyu y a Jeongyeon acomodar en la habitación de invitados las pocas cosas que las madres de la rubia le habían facilitado. Antes de marcharse, le dijeron a Jeongyeon que mañana podía ir a buscar más de sus pertinencias. Nayeon creía que intentarían convencerla para que cambiara de opinión.
Jeongyeon había sido la que había decidido todo. Tras escuchar la sugerencia de Nayeon en el hospital, la rubia había aceptado de inmediato. Sus madres protestaron, pero tras minutos de una demostración del mejor poder de manipulación con el que un hijo podría contar, el matrimonio habían cedido y aceptado darle una oportunidad a la oferta de Nayeon.
La morena, como madre, sabía lo fácil que era caer ante las palabras y gestos de un hijo. También sabía que las Yoo la responsabilizaban de lo sucedido; no de la crisis, claro está, sino de todo lo que sucedió con posterioridad. Asimismo, sabía que Jeongyeon actuaba impulsivamente, probablemente porque estaba confundida y su último recuerdo era Nayeon. O mejor dicho, Nabongs. La fotógrafa recordaba cada una de las historias que Jeongyeon le había contado mientras compartía esas memorias, por lo que entendía que la rubia confiara en ella. El recuerdo de su amistad era algo que le daba seguridad en medio de tanta incertidumbre.
Jeongyeon desde que habían salido del hospital con rumbo, primero a la casa de las Yoo, luego a la de Nayeon, parecía querer absorberlo todo. Veía cada cosa que pasaba frente a sus ojos con emoción, como si la descubriera por primera vez. Pero Nayeon también era capaz de percibir la ansiedad en su mirada, la incertidumbre, la confusión; y creía que las madres de Jeongyeon también notaban todo eso.
Nayeon se había perdido la última visita que el médico había efectuado a Jeongyeon mientras estaba en observación en la clínica, pues se encontraba en el hogar visitando a Chaeyoung. El día anterior cuando la morena había ido a dejarla, le prometió que volvería mientras se despedía de la inconsolable pequeña. Tzuyu la había mirado suplicando para que hiciese algo y Nayeon la había decepcionado comunicándole que no podía hacer nada, no tenía ningún poder sobre la situación. Pero estaba dispuesta a cambiar aquello. Quizás eso significaría que terminaría más involucrada de lo que ya se encontraba, pero iba a hacer algo para ayudar a Chaeyoung. Sólo necesitaba descifrar el qué y el cómo.
–¿Todo bien? –preguntó Nayeon mirando a Tzuyu y a Jeongyeon.
–Sí, ya ordenamos todo. Le mostré a Jeong donde guardamos las cobijas por si tiene frío en la noche –respondió Tzuyu.
–Entonces señorita, despídase y vaya a ponerse su pijama que ya es tarde –indicó Nayeon a su hija, que acató sus órdenes dejando un beso en la mejilla de Jeongyeon y desapareciendo por la puerta rumbo a su habitación –. ¿Estás cómoda? ¿Necesitas algo? –ahora su pregunta estaba dirigida sólo a la rubia.
–No necesito nada. Gracias Nay –dijo Jeongyeon avergonzada.
–No tienes que agradecerme nada. Somos amigas y las amigas se ayudan –indicó la morena.
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El extraño caso de Yoo Jeongyeon
Fiksi PenggemarIm Nayeon lo había perdido todo gracias a Yoo Jeongyeon. Había tenido que comenzar de nuevo, desde los escombros. Ahora que su vida estaba nuevamente encaminada, nueve años después, aquella castaña hasta donde recordaba, volvía a su vida para cambia...