El extraño caso de Yoo Jeongyeon

Locura temporal

Nayeon ahora comprendía que la tensión podías sentirla y oírla. Se sentía como un frío que recorre tu espalda y sonaba igual que el silencio.

¿Por qué nadie parecía comprender que el matrimonio era la opción correcta si querían sacar a Chaeyoung de ese lugar?

Jeongyeon se fue todo el viaje de retorno en silencio. Nayeon intentó que dijese algo, de diversas formas posibles, pero la rubia sólo la miró y siguió en silencio. Intentando lograr sacarle alguna expresión, se desvió de su ruta y emprendió rumbo a casa de las madres de la rubia.

Una vez allí, tuvo que explicar el porqué del comportamiento de Jeongyeon. La fotógrafa esperaba gritos, quejas y más gritos, pero sólo recibió silencio. Llevaban a lo menos cinco minutos allí y las últimas palabras dichas habían sido las de Nayeon.

–Sé que les puede parecer una locura, pero es la mejor opción para Chaeyoung–insistió Nayeon intentando buscar alguna reacción, y la logró.

–Creo que necesitamos hablar en privado –dijo Hyorin, mientras que, sin esperar respuesta, Eunji se llevó a Jeongyeon a otro lugar.

–Entiendo que es algo repentino... –comenzó a argumentar la morena, pero la mujer la cortó.

–¿Notas lo que estás haciendo, Nayeon? –preguntó Hyorin –. Primero mientes a un equipo médico, luego inventas todo este mundo de mentiras a Jeongyeon, donde tú y ella son dos novias felices, supuestamente para ayudarla; ¿y ahora nos dices que pretendes que se casen, para así lograr la adopción de Chaeyoung? –la mujer alta intentó controlarse antes de continuar –. No es algo repentino, es una locura...

–Sé que puede sonar así, pero de verdad... –se justificó la fotógrafa.

–No la conoces, Nayeon. No has tenido contacto con ella en nueve años y dejaron de ser amigas hace mucho más tiempo. Nadie en su sano juicio hace lo que tú estás haciendo –expuso Hyorin y la morena comprendió que aquella mujer no sólo se preocupaba por su hija –. Estás dispuesta a formar un vínculo de por vida con una pequeña que significa el mundo para mi hija, pero que hasta unos meses tú desconocías. Estás dispuesta a sacrificar tu vida amorosa por Jeongyeon. ¿No comprendes lo extraño de la situación? ¿No reparas en que hay algo que no está bien?

Nayeon asintió, porque entendía lo que Hyorin intentaba decirle. Aun así, no encontraba las palabras para explicarse. Quizás no las tenía. Pese a ello, igual intentó expresarse.

–Desde que me reencontré con Jeongyeon, algo cambió. No sé qué es. No sé cuándo pasó exactamente, pero algo cambió –manifestó Nayeon con calma –. Mis recuerdos de Jeongyeon no eran los mejores. Yo sólo la recordaba como la persona que había anunciado a los cuatro vientos mi embarazo. La persona que había provocado que yo lo perdiese todo. Sé que no es justo, porque la verdad es que fue mi embarazo el que causó todo, ella sólo lo publicitó –hizo una pausa para ordenarse –. Pero cuando Eunji me contó lo del accidente y vi (y escuché) a esta nueva Jeongyeon esos resquemores que tenía hacia ella comenzaron a esfumarse. Poco a poco me ayudó a recordar a la otra Jeongyeon, a la que había sido mi gran amiga, la que había olvidado... a la que le fallé.

–¿Estás haciendo todo esto, por una amistad fallida de la niñez? Porque eso tampoco tiene sentido, Nayeon –esgrimió Hyorin.

–No completamente, pero algo de eso hay. Jeongyeon está recordando cosas del pasado –dijo Nayeon y Hyorin la miró sorprendida–. Y creo que esa Jeongyeon de la adolescencia, esa Jeongyeon que no se parece en nada a la Jeongyeon de verdad, esa que era un personaje... Surgió porque yo no estuve allí cuando me necesitaba. Puedo estar equivocada, pero es algo casi gutural, algo que siento en lo más profundo de mí. Cada recuerdo de Jeongyeon, cada palabra del pasado me recuerda (valga la redundancia) las cosas que debí hacer y no hice. Estaba tan centrada en mí, en dejar de ser Nabongs que la olvidé; y creo que eso contribuyó a todo lo que pasó después. Si ella no me culpaba de nada, ¿por qué hizo lo que hizo? No tiene sentido y sólo recién ahora soy capaz de verlo.