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23 de noviembre, 2013

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23 de noviembre, 2013.

Megara

¿Qué es lo que pasa cuando tienes un teléfono, saldo ilimitado, el número del chico que te gusta y muchas copas en tu organismo? Nada bueno. En definitiva, nunca sucede nada bueno cuando tienes unas cuantas copas encima. Bien, lo admito, cuando tienes toda la botella de ron encima.

Cuarenta y seis mensajes, maldita sea, le envié cuarenta y seis mensajes al chico que vivo acosando en redes sociales por horas. ¿Qué demonios era lo que me pasaba por la cabeza? Estoy segura que nada cuerdo, porque ni siquiera recuerdo lo que sucedió.

Hagamos fiesta, decían. No pasará nada, decían. ¡Será épico! ¿Épico? Épico es el ridículo que acabo de hacer al darme cuenta que hay diez mensajes nada coherentes en la bandeja de entrada de un chico francés que ni siquiera sabe de mi existencia. Cuando tus hermanos propongan hacer una súper fiesta por el inicio de clases, jamás, ¡Jamás! Digas que sí. Y si lo haces, ni se te ocurra tener una botella de ron en la mano, y tu teléfono en la otra.

— No me jodas, Meg. ¿Cuarenta mensajes? ¡¿Enserio?! —Sam le quita el móvil a mi mejor amiga, lanza un silbido de sorpresa al ver mi teléfono para luego negar con la cabeza al devolvérselo.

—Tú, rubia—me señala— debes estar completamente mal de la cabeza para hacer eso.

Entrecierro los ojos en su dirección— No estaba mal de la cabeza, estaba ebria. ¡Además, todo es culpa de ustedes! Malos amigos, me dejaron sola, y mis malas decisiones las tomo cuando estoy sola. ¡Así que todo es culpa de ustedes! —me desespero al ver sus sonrisas burlonas mientras hago todo mi reclamo.

—No culpes a otros de lo que haces por idiota —contesta antes de lazarse a mi cama y acomodarse junto a mi mejor amiga.

La puerta se abre de golpe captando la atención de los tres aumentando mi mal humor; el pelirrojo más insoportable del planeta hace acto de presencia. Lo observo de pies a cabeza con una mueca de desagrado, no hay nada que me guste de ese hombre, ¿Es atractivo? Claro que lo es —desde su cabello rojizo, el cual se encuentra húmedo por la ducha que asumo tomó antes de venir, hasta su despreocupada manera de vestir con pantalones rasgados y sudaderas oscuras— eso no lo voy a negar, el problema es cuando abre la boca y suelta toda esa sarta de tonterías que acostumbra a decir, sin siquiera conocerte, la extrema confianza que agarra con apenas tres horas de haber entablado conversación hace que su mera presencia hace que quiera gruñirle.

— ¡Ya llegó por quien lloraban, bebés! —exclama extendiendo los brazos hacia los costados, para bajarlos de nuevo luego de unos segundos, al no obtener la respuesta que esperaba por parte de nosotros —Joder, pero que caras las de ustedes. ¿Desapareció la comida o que carajos?

Samuel ríe acomodando una de mis almohadas detrás de su cabeza—Lo único que desapareció fue la dignidad de Megara. — aclara con diversión.

¡Respóndeme Grey! - Saga RG #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora