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23 de noviembre, 2013

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23 de noviembre, 2013.

Jacob

Suelto un gruñido en cuanto escucho como Cameron corre las cortinas dejando entrar la luz mañanera que ilumina toda la habitación, los rayos de sol me caen sobre el rostro y me quejo poniendo el brazo sobre mis ojos.

—¡Cierra la maldita cortina, Cameron! —grito lanzándole el cojín donde reposo mi cabeza, a lo que él ríe en respuesta.

—Son las diez de la mañana, Jacob —responde divertido— El desayuno ya está listo.

—Me vale una mierda la hora que sea. ¡Cierra la maldita cortina! —espeto— Me duele la cabeza y todo es tu culpa.

—¿Mi culpa? — chilla.

—Tu culpa, dejaste que me embriagara como si fuera mi cumpleaños y mira las consecuencias, mal amigo.

Me acomodo dándole la espalda y la luz que se filtra por la ventana me cae sobre la espalda desnuda.

—Mil imigi— me remeda— Mal amigo eres tú que te tomaste el cincuenta por ciento del alcohol que compré para todos los invitados.

—Si, si como digas —respondo sin voltear— Te pagaré tus malditos tragos, mira para lo que me sirvieron.

Él ríe con mi actitud—: Jacob, no seas infantil y levántate que tenemos que desayunar.

Me sigo quejando, pero le hago caso, me siento sobre el sofá y busco con la mirada mi teléfono, no recuerdo con exactitud donde lo dejé cuando me desperté a las dos y media de la madrugada y lo encendí porque necesitaba la linterna, tenía sed y no podía encender las luces de la casa.

No tengo la menor idea de quien fue quien me trajo a la habitación anoche, apenas y recuerdo que fue lo que sucedió. Solo recuerdo que estaba intentando ignorar las llamadas y mensajes de Alain y Stefan, apagué mi teléfono y follé con una morena en el baño, luego de eso, ya no recuerdo que más pasó, que más hice y solo ruego internamente que no me haya metido en problemas o dicho algo de más, suelo beber con bastante prudencia y casi nunca llego hasta tal punto de olvidarme por completo de lo que hice, sin embargo, el fastidio que cargaba desde hace días me obligó a beber hasta perder el conocimiento. Cierro los ojos con fuerza en cuanto las lagunas mentales se hacen presente ocasionándome un molesto dolor de cabeza.

Cameron me entrega mi teléfono—La maldita cosa no me ha dejado dormir, no ha parado de sonar en toda la madrugada.

—¿Toda la madrugada? —pregunto confundido.

—Si Jacob, toda la madrugada —repite como si no lo hubiera entendido a la primera— Sabrá dios a que loca le habrás dado tu número de teléfono que se le ocurre confesarte su amor en plena madrugada, hay gente que intenta dormir a esa hora.

Me sobo la cara con frustración dejando el teléfono a un costado, el dolor de cabeza persiste y la sed aumenta a medida que pasan los segundos, lo último que quiero ahora es lidiar con mensajes de alguna desconocida que ni siquiera recuerdo. Me levanto y voy hacia el baño para mojarme la cara, me lavo con el cepillo de dientes que suelo dejar cuando me quedo a dormir, intento arreglar un poco el cabello revuelto y salgo siguiendo a un Cameron en pijama que baja las escaleras siguiendo las voces que nos esperan en la barra de la cocina.

¡Respóndeme Grey! - Saga RG #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora