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02 de noviembre, 2013.

Megara

—Los hombres son idiotas.

—Pensé que eso ya lo teníamos claro — respondo sin apartar la mirada de mi portátil.

Emery entra resoplando a mi habitación, con un bowl de gomitas en su mano, y su mochila verde en la otra. Asumo que mi padre la dejo entrar cuando se iba a la constructora, y como siempre, se fue a asaltar mi cocina antes de subir a mi habitación. Se sienta en la alfombra junto a mí y recuesta su cabeza en la pateadera de mi cama, Padfoot llega al instante junto a ella, para husmear lo que tiene en las manos.

—Tu padre es hombre y no es un idiota – susurra jugando con una gomita en cada mano.

—Habrá tenido sus momentos — contesto, aun con la mirada en el trabajo de literatura casi por terminar, que la odiosa profesora decidió dejar para las vacaciones, esperando el momento en el que no podrá contenerse y empezará a despotricar lo que le sucede.

Luego de unos segundos en silencio, habla: —Pensé que mis vacaciones en Barcelona iban a hacer divertidas. ¡Pero no! — exclama asustando al pequeño bulldog francés que se había acomodado entre sus piernas.

—Te enamoraste de algún sexy español desconsiderado, que solo quería pasar el rato, y al día siguiente no te llamó — la interrumpo, sacando conclusiones apresuradas, porque sé lo que está por venir – Si, eso suele suceder cuando te involucras con extranjeros desconocidos.

—Él era hermoso, rubio y de ojos verdes, una sonrisa encantadora y el olor de su perfume era embriagante — frunzo el ceño cuando empieza a contarme lo que la está molestando y no puedo evitar que me resulte extraño porque, a Emery no le gustan los rubios. — Pero lo que tenía de guapo, lo tenía de idiota. — Niega con la cabeza mientras juguetea con las orejas de mi mascota, hasta que se percata del pequeño cambio en mi — ¿Te cortaste el cabello? — pregunta cambiando de tema, dejando su mirada soñadora de lado, para examinarme el pelo antes de volver su atención a las gomitas, para llevarse una a la boca.

Guardo el documento de Word y cierro el portátil, para dejarlo a un costado, dándole toda mi atención a la castaña junto a mí, extiendo mi mano para agarrar un par de gomitas, y asiento alzándome de hombros ¿Qué más iba a hacer sola en vacaciones? Jugar con mi cabello parecía una buena idea. Se siente extraño no tener el largo cabello rubio que había tenido por más de tres años. Sin embargo, me siento bien, me había cansado de ser la típica rubia con el cabello lacio y largo hasta la cintura, sentía que era hora de un cambio y que mejor que hacerlo antes de volver al instituto. Ahora era una rubia con el cabello en capas hasta los hombros y unos reflejos que hacen que mi cabello tenga unos toques de marrón, pero sin perder mi color natural.

—Pues te queda genial — contesta antes de meterse otra gomita a la boca y masticar con rapidez — Me encantan los reflejos y las capas, dale mis felicitaciones a tu estilista.

¡Respóndeme Grey! - Saga RG #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora