[TERCER LUGAR EN EL CONCURSO JOYAS TERRESTRES]
❝Los escritores, músicos, y artistas estan cortados por una misma tijera. Sus mejores obras, salen de sus peores momentos❞
¿Qué es lo que pasa cuando tienes un teléfono, saldo ilimitado, el número del c...
Un capítulo especial narrado por Oliver por qué se que se mueren por saber que pasa por la cabeza de nuestro pelirrojo. Comentenme que les pareció, los leo <3
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Nota: Oliver en multimedia
Verla llorar no era algo que esperaba, esa mirada verde azulada que normalmente me observaban con odio o fastidio, había perdido ese brillo que me gustaba, maldita sea. Sus ojos estaban humedecidos y aunque por un momento quise preguntar la razón, me contuve y seguí de largo hacia la mesa donde estaban mis amigos. Pude observar de reojo como salió corriendo, y mentiría si dijera que no me pasó por la cabeza la idea de seguirla, sin embargo, no lo hice.
No sabía con exactitud lo que me estaba pasando con esa niña rubia, ya me había acostumbrado a ser el blanco de sus malas miradas y comentarios sarcásticos que cuando recibí otra reacción por parte suya, mi mundo se descontroló. Mi mente quería más de esa mirada, quería más de ella, ni mi corazón ni mi cerebro sabían diferenciar que ella había estado ebria y que tal vez me confundió con ese ridículo francés que la vuelve loca, se negaba a aceptar que yo no le agradaba, y no lo iba a hacer, ni ahora ni nunca.
Aparto la vista y me encuentro con la mirada verdosa de quien ahora se ha vuelto mi mejor amigo. Samuel me observa con el ceño fruncido e inexplicablemente me empiezo a sentir nervioso, Sam se dio cuenta de la manera en la que me quedaba mirando a Megara desde hace un par de semanas, y me advirtió que no iba a dudar en romperme la cara si me atrevía a romperle el corazón, porque, aunque yo haya congeniado muy bien con él hasta el punto de casi llegar a volvernos inseparables, Megara era su familia y no tendría consciencia si de defender a su familia se trataba.
Suelto un suspiro y avanzo hacia él dedicándole una sonrisa que estoy seguro que se ve más falsa que mis ganas de vivir.
—¿Por qué esa cara, Ross? —pregunto.
Él se alza de hombros y agarra la lata cerrada de gaseosa que tiene en las manos. Me acerco a Emery y dejo un beso en su mejilla, arrugo la nariz en cuanto siento como sus rizos me hacen cosquillas en el rostro.
—¿Y ahora que haremos, Sam? —pregunta Emery en cuanto me siento junto a ella.
Me resulta extraño que Samuel le dedique una mala mirada a la castaña y no le responda, ya que él acostumbra a ser el más amable de los tres.
—No me mires así, fue tu culpa —se defiende la castaña, y capto que están hablando de Meg —A veces no tienes mucho tacto que digamos, Sammy.
Me muerdo la lengua porque tengo unas jodidas ganas de preguntar lo que sucedió, pero me contengo porque ya sabemos que pasó la última vez que intervine.
Sam rueda los ojos aún sin responderle, un incómodo silencio nos invade y siento como el brazo me empieza a picar a causa del puto yeso que tengo. Observo las letras en cursiva trazadas en las vendas blancas y suelto un bufido al leer el humor negro de mi abuela.
