No podía condenar a un niño de Dios a hacer el trabajo de un asesino.

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Si Matt pudiera recordar la primera vez que habló con Stick, las imágenes del accidente aquél día son imposibles de borrar. Era un sujeto viejo y más duro incluso que Jack "Batallador" Murdock. Nunca sonreía y se presentó ante Matt cuando él tan solo tenía 9 años, el accidente aún estaba fresco, un año seguía siendo poco tiempo ante una vida condenada a la ceguera, pero Stick de ninguna manera lo veía de ésa manera.

Gracias a él Matt aprendió a desplazarse en su pieza sin tropiezos... entre otras cosas más de las que ni Frank tenía conocimiento, resultaba ser que Matt tenía tanto potencial para los golpes que Stick le daba, que dejarlo desarrollándose como ciego común significaba un verdadero desperdicio. 

—¿Vas a hacer la cena?—

—No, pedí pizza antes de que llegaras...— Las manos ágiles de Matt terminaron de limpiar la sangre de uno de los costados de Stick, si venía demasiado cansado a la residencia Murdock lamiéndose las heridas, era Matt quien las curaba, estaba lo suficiente entrenado con su papá durante toda su niñez.

—Tiene tiempo que no venías... La última vez me dejaste en claro que no querías relacionarte con alguien como yo... Pensé que no volverías.— A Matt le tembló la voz por una fracción de segundo y por supuesto que Stick lo notó. No lo culpaba, vió a Matt hasta que tubo 12, lo entrenó y le enseñó todo lo que sabía, pero en Matt no existía ésa llama que él buscaba, tenía la habilidad pero no la pasión para poder hacer el trabajo que Stick necesitaba... No podía condenar a un niño de Dios a hacer el trabajo de un asesino. 

—Eh tenido cosas que hacer Mattie.— 

—Ya terminé...— Acatando Stick se colocó de vuelta su camisa manchada de sangre. —¿Qué es lo que quieres?— Matt tuvo que tragar el nudo de su garganta para poder preguntar, y en la obscuridad permanente en la casa cuando el joven Murdock estaba, una risa se escuchó, adolorida y amortiguada.

—¿Es que no puedo venir a visitar a un viejo amigo?—

 —Te quería como a un hermano, no vengas con esas mierdas Stick— El ambiente se llenó de incomodidad y resentimiento. 

—Escucha, sabías que no ibas a recibir nada a cambio de tu cariño, yo buscaba un guerrero...—

—¿A éso vienes?— Matt dejó el botiquín en el baño y caminó hasta la cocina en busca de agua para el anciano. 

La relación entre ambos siempre fué complicada, en algún punto Matt le tomó un inconsciente cariño al viejo, era una lástima que Stick no contará con la capacidad de aceptar relaciones fraternales, era un precio que pagaba por su estilo de vida caótico y violento. —Encontré a alguien, espero que en algún momento se conozcan... Tiene tanto potencial como tú.—

Matt se detuvo frente al respaldo del sofá aún llevando el vaso para Stick. Pero Stick ya no estaba.

Un jadeo lastimero se dejó oír y después el impacto de un vaso quebrándose contra uno de los muros.

Stick lo pudo reemplazar y sintió la necesidad de avisarle, ¿Qué más necesitaba para sentirse tan insignificante como ahora?

Pasó los siguientes minutos sostenido de los cojines del respaldo, manteniendo la respiración tranquila y rezando a Dios por paciencia, Jack siempre confío en Stick, era como el mejor amigo que nunca tuvo y en el transcurso de la recuperación de Matt fué imprescindible, porque Stick era tan ciego como Mattew y solo él podría enseñarle a vivir con éso... El único detalle es que Jack no tenía ni idea de la semilla de agresividad y coraje que el viejo sembró en el corazón de un pequeño de nueve años. Le enseñó el arte de matar con las manos y sentir el entorno como una extremidad más... Y éso era un don que Matt no podía permitirse mostrar, prefiriendo adoptar la posición de un ciego más sin ninguna habilidad superior a la del resto, solo un ciego más...

—¡Maldición!— Una patada sonó contra el mueble. —Maldición maldición maldición — Seguida de otra y otra y otra más, Matt no estaba molesto con Stick, estaba molesto con él mismo, por pensar que Stick se quedaría y entrenarían juntos como antes... Se sentía realmente estúpido....

Aunque todo deseo de autodestrucción que llenó su mente se opaco con el pitido de su celular desde su habitación. Matt se recordó dónde estaba, quién era él y que pasó en todos esos años sin Stick, no necesitaba el apoyo de un viejo acabado que vivía el día como un fantasma. No lo necesitaba, él tenía amigos que lo querían, tenía un padre a quién amar y una escuela de la qué preocuparse... Y tenía a Frank...

Frank... Frank ..... Frank

El altavoz automático de su teléfono resonaba hasta el living. Matt volvió a respirar, qué más daba. Arrastró los pies hasta su habitación, recogió el celular de donde estaba seguro que lo dejó y respondió. 

—Frank.—

—... [Interferencia]... ¿Rojo? .... [Repiques de algo metálico]... Rojo ven necesito mostrarte algo... ¿Rojo si me escuchas?.... [Interferencia]...— 

—¿Frank.... Frank en dónde rayos estás?— 

—Rojo... Ven... Mi apartamento... Te espero a las 6...— La llamada se cortó y se pensó qué demonios había sido éso.

Pero realmente no le extrañó, de laguna manera le emocionaba y asustaba bastante volver a ver a Castel, no habían convivido realmente en los últimos días, Mattew sabía [gracias a una de sus furtivas escuchadas contra los casilleros cerca -muy cerca- de Frank] que el mayor comenzaba a arreglar la compra de sus materiales y un sin fin de papeleo debido a su partida en vísperas de navidad. Matt no quería pensar demasiado en el agudo dolor que se enterraba en su pecho con la sola idea de perder a Frank, tenía ese inexplicable miedo de alejarse de él y en un descuido Frank termine enamorándose y teniendo dos preciosos hijos, una familia donde al final un ciego que no figuró más que como amigo no entraba de ninguna manera.

Aunque no era del todo acertada ésta afirmación, porque Frank le había exigido un beso y él se lo había dado... No podría considerarse únicamente su amigo... ¿Cierto?, él no acabaría como un retorcido juego producto del destino ¡¿Cierto?!. Matt "miró" el celular, frunció el ceño y verificó la hora con un botón. 4:46 pm. tenía tiempo de bañarse y quitarse la sangre ajena de las manos... Y quizá comer algo... Que ahora que recordaba Su pizza aún no llegaba.

Ding dong

Cómo invocado el reparto tocó. Matt sonrió confesando que moría de hambre, quizá entonces se bañaría y comería pizza.  

—¡Voy!—

El resto terminaría siendo historia, Matt no querría pensar más en posibilidades que agranden sus inexplicables miedos, donde el epicentro de su tormenta siempre era la sonrisa retorcida de Castel, acariciándole el cabello con ese cariño que siempre fue solo para Mattew. Y el pelirrojo solo se preguntaba ¿Cuánto más duraría antes de confesar lo mal que Frank le ponía? 

Una sonrisa volvió a escaparse, quizá no sabía cómo manejar tanto cariño, quizá solo estaba perdida, loca e irresistiblemente confundido.

Y para suerte de Mattew, ésa noche los gestos chuecos de Frank Castel terminaron distrayéndole de éstas manchas de sangre debajo de sus uñas, y le hicieron olvidar que tenía un vacío que jamas pudo llenar cuando Stick lo dejó... igual que todas las anteriores veces.

Carajo solo velosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora