Frank realmente odiaba las fiestas, y más si las organizaba un sujeto tan farandulero como Anthony Stark. Él prefería beber en casa, con Curtis y Billy jugando baraja y Micro tomando tazas de café gracias a su nulo soporte para el alcohol. Prefería de todo menos estar ahí, rodeado de escándalo, luces de colores y la pestilencia de los perfumes de las niñas que siempre rodeaban a Stark.
De ser por Frank, ni siquiera hubiera atendido cuando lo llamaron aquella mañana para venir. Pero fué Jack quién llamó... Y era Matt al que no permitían salir.
—Vamos Frank, dile que es absurdo que él quiera ir a ésa fiesta, ahí no hay nada para él.— Fué lo que Jack demandó del otro lado de la línea, Frank casi podía ver el lindo rostro de rojo contraerse en un gesto de molestia genuina. Ésto no era tan extraño como lucía, Jack nunca fué partidario de convivencias grandes, le asustaba que Matt terminara lastimado o peor aún, perdido sin referencias de volver a casa.
Y para sorpresa de todos, el único que lo comprendía había sido Frank. Ambos se encargaban de distraer a Matt de los deseos de aceptar las eternas invitaciones de Stark desde que aceptó recibir su "ayuda" el pasado Halloween.
Jack buscaba espacios entre sus peleas de boxeo y lo llevaba al centro comercial de compras. Frank se las ingeniaba mejor, le conseguía boletos para partidos de americano, lo llevaba a su casa y lo sentaba a ver películas o simplemente escuchar música, lo llevaba a montar a caballo... La última vez encontró un sitio con atracciones de altura y arrastró a Murdock hasta los arneses y lo lanzó... Frank nunca había visto una sonrisa tan vibrante y... Bonita...
Y ésa mañana Jack llamó a su rescate, al parece Mattew estaba más insistente que de costumbre y éso le pareció curioso.—Jack puedo llevarlo yo...—. —¿Qué enserio Frank? Dioses si pudieras hacerlo yo...—
—Si si, seguro, lo llevo de regreso cuando se aburra...— Se pudo escuchar un "Sii" de victoria al fondo de la habitación. Frank sonrió con ternura.
—Paso por él a las siete— Jack acató, soltó un suspiro de alivio y colgó. Matt del otro lado de la ciudad se revolvía en la cama gritándole a Peter Parker por el celular que su papá lo dejaría ir. Peter Parker se emociono igual que él, no dejaban de ser niños a medio crecimiento hambrientos de experiencias a final de cuentas.
—¿A quién vas a ir a recoger?—
Más allá de la residencia Murdock, en algún sótano perdido de una casa en Central Park habitada únicamente por un muchacho y su viejo padre, Micro se levantó del gastado colchón de su habitación.
Ésa era la madriguera favorita de Frank, después de la habitación de Mattew Murdock, el señor Lieberman siempre dormía, por lo que casi nunca había ruido, y Micro resultaba ser mejor compañía de lo que esperaba.
—Rojo...— Micro sonrió con picardía, habría que ser tonto para no percatarse del favoritismo de Frank cuando de Mattew se trataba. Él mismo le tenía cierto cariño al invidente, Frank había pasado tantas noches hablando de él y su "molestia" con respecto a su forma de ser, que juraba conocerlo mejor o igual que Frank.
—¿Ooh~ tendrán una cita?—
—No empieces con estupideces Lieberman...— Advirtió Frank con la boca atiborrada de pizza.
—¿Cuando se lo vas a decir?— . —¿Decir el qué?—
Micro se emocionó el solito, se divertía tanto cuando hablaban de Mattew. —Si ya sabes, de amor—
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Carajo solo velos
Roman d'amourMattew Murdock y Frank Castel se conocen, saben cómo manejarse, y están acostumbrados al cariño que se tienen, pero oye, son solo amigos, no te confundas. O por lo menos ésa es la justificación que dan a todos. Una secuencia de situaciones mostrando...