Capítulo 10. Cumpleaños

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Caminaba por el centro comercial, unos días después, cuando sentí que alguien jaló mi ropa, aquel platinado estaba frente a mi, me sonrió - disculpa, quizá no me recuerdes.

- Si te recuerdo, eres el tipo que me arrojó café.

- Lo siento, de verdad, ese día dejaste tu prenda, tirada en esa bolsa, aun la tengo, si no te importa, podría mandar por ella en este momento y dártela, se que puedo parecerte raro, pero de verdad estoy apenado por lo que pasó, a mi favor podría decir que fue un accidente.

- Creo que quien debería también, decir lo siento, debo ser yo, porque... Termine descargando en ti, toda mi frustración y dolor, lo siento tanto.

- Aceptarías comer conmigo?, en lo que mando por tu prenda, no me malinterpretes, creo que es lo único que podría hacer.

- Claro, creo que sería buena idea - caminamos por el centro comercial, había un lugar exclusivo, con puertas negras con rojo, y meseros elegantes, me detuve al instante, el conmigo.

- Sucede algo?.

- Creo que sería mejor ir a otro lado, creo que no estoy vestido para la ocasión - sentí que mis mejillas estaban calientes, suspiró a mis palabras, como respuesta.

- No crees que esto, es demasiado?, se que no te conozco, incluso puedo ganarme una bofetada de tu parte, pero... Te menosprecias demasiado, quién te ha hecho creer que se necesita etiqueta para entrar a un simple restaurante?, quién te ha hecho sentir tan pequeño?.

Había un respuesta para ello, fue quien más amé, fue aquel alfa con el que me casé, creyendo que sería para siempre, no contesté su pregunta, estuvimos a punto de buscar otro sitio para mi comodidad, pero su hermano llegó con la prenda, me miraba entusiasmado - dónde compraste la prenda?.

- Yo... Yo la hice...

- Te gustaría hacer unas cuantas para mi?, haces un buen trabajo, me interesa demasiado, probemos unas prendas, quizá a la larga seas mi socio.

- Socio? - para mí aquellas palabras no tenían sentido, se vino a mi mente cuando Emil me veía coser, nunca decía nada, solo guardaba silencio, a veces cometía el error de preguntarle - qué tal se ve? - quizás buscando su aprobación, ahora lo entiendo, siempre busqué ser lo suficiente para el, cuando el no era ni lo suficiente para mí.

El me miraba como si no viera nada interesante frente a sus ojos - esta gracioso, creo que se vería bien como una servilleta, es algo muy cursi.

Me hacía sentir tan pequeño, cuando es que dejé que sus palabras, me hicieran tanto daño?, cuándo le permití, hacer de mi una caricatura?.

Era un chico regordete, con lentes de grueso armazón, un chico demasiado sensible que se olvidó de cuidarse a si mismo, me hice aún más pequeño cuando el sugirió tal negocio, para mi era un simple trabajo manual, aquel chico de ojos azules, parecía ver a través de mi, sacó la prenda de la bolsa, unas chicas caminaban a la salida - señoritas, disculpe que las moleste, perdonen mi atrevimiento, qué les parece esto?..

Una de ellas la sostuvo en sus manos diciendo lo genial que era, otra quería saber donde la había comprado, el me miraba seguro de si mismo, se sentía seguro por tener pruebas para sacarme de mi error.

Después de razonar lo acepté, no perdía nada, era un simple omega azotado por el abandono, y la soledad, no podía perder más.

Aquel alfa se presentó como Viktor Nikiforov, su hermano Yuri, sería mi socio, se convertirían en parte importante, en la historia.

Llegué a casa, como siempre no había llegado aun, comencé a ver cada una de las fotografías de nuestra historia, en aquella enorme casa, incluso me miré al espejo, me puse de frente, de perfil, veía mis kilos de más, las estrías producto de eso, ya no tenía la vitalidad de antes, parecía un omega aún mayor, nuestro reflejo, es el reflejo de nuestra alma, mi alma, era vieja y desgastada, causaba lastima, tenía lastima de mi mismo, pero aún no tocaba fondo, comenzaba a darme cuenta de mi alrededor, cosas que había pasado por alto, ahora podía ver, que quizá el no me amaría jamás.

Prendí la televisión, había un programa romántico, la protagonista era una chica sentada bajo la lluvia, su amado, la protegía con un paraguas, la abrazaba, diciendole que la amaba, en la soledad de aquella casa, añoraba sentirme amado, quizá no era perfecto, veía el cuerpo escultural de varios omegas, su clase y su porte, era diminuto, el sobrepeso, las imperfecciones, no soy un modelo, ni lo seria jamás, pero eso no quiere decir que no merezco que me amen, que no merezco ser protegido con un paraguas bajo la lluvia, siento, lloro, me pueden herir con palabras, pero aún así, quiero recibir amor.

Lloraba solo, la mujer regordeta como siempre llegaba a mi, abrazándome fuerte, no decía nada, solo dejaba que me aferrara a ella.

Me levanté limpié mis lágrimas, preparé la cena, mientras discutía con ella, sobre la celebración de su cumpleaños, ella me miraba enternecida, no dejaba de ser el chico tonto.

Lo meses pasaban, su ausencia era cada vez más grande, sus desplantes era cosa de todos los días, y esa afición por hacerme sentir como una completa cucaracha, lo era más, de reía de mi cuando le decía que gente compraría mis prendas, todas las veces que quise renunciar, aquellos hermanos no me dejaban hacerlo.

Aquel día, del mes de julio llegó, haría, su cena preferida, compré para el, un traje de su color favorito, imaginándome viendolo llegar con el de trabajar, estaba ilusionado con ello, esperando por el, siempre esperando por el.

La cena aquel día de su cumpleaños, se enfrió, vi como se consumían las velas y el jamás llegó, no existió ningún mensaje diciéndome lo siento, ni tampoco una excusa válida, creo que a sus ojos, era demasiado lamentable, hiciera lo que hiciera seguiría allí para el, comenzó a dejar de ser precavido, me río preguntándome si algún día lo fue.

Dejó de inventar excusas, y la habitación que compartimos juntos siguió vacía varias noches más, aquel traje que le regalé con tanto amor, fue usado con ella, y aquel chico que de verdad lo amaba, estaba apagado en las sombras, el aroma dulzón de aquella omega, era cada vez más escandaloso, era su burla, parecían disfrutar de mi desolación.

Michele me veía apagarme poco a poco, nadie decía nada, incluso me sentía merecedor de tal estado, porque había perdido el amor de mi alfa, se me olvidó que el amor es de dos, que el también debió amarme, no importaba donde fuera, ni tampoco lo que pasara conmigo, era un mueble más que adornaba la casa.

Un Corazón En Pausa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora