Capítulo 13. Bajo La Regadera

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Me prestaron ropa, y el no llamó, ni una sola vez, no mandó ningún mensaje, ni siquiera, dio el más mínimo indicio, de estar preocupado por mi.

No llamó, no me buscó, era como si mi ausencia le hubiera hecho un favor, esta vez no lloré, una parte de mi lo esperaba así, aunque no llorara, aún la tristeza estaba en mi.

Yuri me llevaba a su boutique, necesitaba el valor para hablar con mi padre, quizá el divorcio era la mejor opción.

Aquel omega huraño, me enseñaba todo lo que podía, comencé a atender con el, mientras cosía varias prendas, para el.

Viktor a su manera, era amable, le gustaba verme concentrado, a veces el insomnio nos golpeaba a los dos, el con su trabajo, yo con mis prendas, nos hacíamos compañía en la soledad.

Era un adicto al trabajo, todo el tiempo estaba inmerso entre papeles importantes, créditos pendientes y vienes por catalogar, al principio pensé que mi compañía le molestaba, recordaba a Emil, a él no le gustaba que ni el ruido de un mosquito, lo sacara de su concentración, pero Viktor era diferente.

Solía hablar conmigo, preguntándome de materiales y tipos de costura, mientras seguía tecleando cosas en su laptop, varias veces pensé que no ponía atención, pero en cuanto dejaba de hablar, el me complementaba, para no estar en silencio.

Poco a poco, comencé a conocerlo, aquel alfa, duro por fuera, era amante de las cosas dulces, incluso varias madrugadas nos descubrimos comiendo queso crema y mermelada, el no me juzgaba por comer, el no me decía nada de aquellos kilos de más.

Su hermano comenzó a tomarme como modelo, para su línea de ropa, quería crear modelos con tallas extras, aquel ojiazul, opinaba al respecto, era un hombre de negocios, que estaba centrado en los números y su familia, en lugar de conocer omegas, aunque tuviera la oportunidad de ello.

Me comencé a acostumbrar a aquel aroma mentolado en el departamento, en su compañía en mis noches de insomnio, y en su manera de quererme distraer de todo lo malo.

Comence a acompañarlo a cerrar negocios, siempre esperaba en el auto, me daba pena que lo vieran conmigo, aunque terminaba siendo bajado a la fuerza, comenzó a tener un gusto por llevarme a mis sitios favoritos, recuerdo mirar curioso, en el aparador, un nuevo postre, una tartaleta con frutos rojos y crema batida, el reía tierno - señorita, me pone dos para llevar - decía, el sabía como descifrarme, aun cuando yo no podía entenderme.

Caminábamos por el centro comercial, no pude evitar, mirar a los aparadores, prendas hermosas, que no me quedarían jamás - No entiendo porque estas tan acomplejado, con tu peso.

- Yo... Quiero ponerme esas prendas, ser atractivo... Quiero... Caminar sin agachar mi cara, sentarme sin sentir que la ropa me aprieta más, quiero lucir lindo - Era la primera vez que hablaba de mis inseguridades y anhelos.

- Si algún día decides bajar de peso, decides ser aún más decidido, que sea por ti, no por alguien más, tu debes ser tu principal motivo.

- Me gustaría hacerlo.

- Puedo ayudarte...

- Has sido mi cuidador, mi compañero de insomnio, y ahora serás mi entrenador?, no hay algo que no hagas bien?.

- Si hay algo... Hacerte olvidar... Se que aún piensas en el... Aun no te ayudo a que entiendas que el, es un mal amor, aun sigues sosteniendo una rosa espinada, aunque sabes que sangras - tenía razón, aún miraba el celular, ansioso, pensando que me buscaría, aún lo esperaba.

- Soy tan tonto... Verdad?.

- Algún día comprenderás, que para el alfa equivocado, nunca serás suficiente.

Tenía razón, para Emil nunca sería suficiente, otra prueba más de que el, era el alfa equivocado.

Cada sábado, preparaban los hermanos comida rápida, mientras gustaban de poner música para cantar, siempre llegaba aquel médico, para hacer aquellos sábados de karaoke que tanto les gustaban, Viktor dejaba a un lado todos los documentos y Yuri los trozos de tela sin montar.

Mi familia era conservadora, era el único hijo, estaba acostumbrado a la soledad, era un nuevo mundo, un mundo lleno de color.

Era de madrugada, ellos no paraban de cantar, Yuri había decidido tomar de más y Otabek se había quedado dormido en el sillón, mi cabeza daba vueltas.

Me fui a recostar, comencé a sentir un calor fuerte, comencé a sudar demasiado, necesitaba bañarme, las bebidas alcoholicas habían sido demasiado para mi, entré al baño sin tocar, cuando sin querer lo vi.

Viktor estaba bajo la regadera, el agua caía por su cuerpo, su frente estaba recargada en el mosaico, su cabello estaba pegado a su frente, di pasos hacia atrás, sin hacer ruido, era la primera vez que veía a otro hombre desnudo que no fuera mi esposo.

Di varios pasos apresurados a la habitación que me habían prestado, el calor seguía golpeando mi pecho, y aquella imagen de ese alfa bajo la regadera llegaba a mi, como una tortura.

No era el momento, pero parecía que entraría en celo en cualquier momento, maldije, no tenía supresores fuertes, comencé a buscar desesperado, entre los cajones, había olvidado ir por más, apestaria la casa.

Unos golpes se escucharon en la puerta, abrí pensando que era Yuri, pero era aquel platinado, quien estaba frente a mí - estas bien? - los demás estaban dormidos, solo el se había dado cuenta de mi estado.

- Yo... - me dejé caer, un dolor profundo se acomodaba en mi vientre, era uno de esos celos dolorosos, que me hacían querer morir, mi lobo estaba preparado para ser marcado, para tener familia, pero no tenía ningún alfa que, quisiera hacerlo.

El me abrazó, comenzó a llenarme de su aroma - tranquilo... - apreté mi mano en su ropa, dolía demasiado, comencé a sollozar - shh, shhh, tranquilo, estoy aquí... No estas solo...

- Duele... Duele demasiado... Duele...

- Lo se... - me abrazó fuerte, Viktor le grito a Otabek, el llegó tropezandose con todo - ayúdanos... - el contrario asintió.

- Perdón... Perdón por ser tan molesto...

- No pienses en eso... Tranquilo - comencé a oler su cuello, olía a menta, aquella fresca esencia, era atrayente, sentí una aguja atravesar mi vientre, un supresor estaba en mi sistema, pero no podía soltar a Viktor, el me abrazaba tratando de tranquilizarme, mientras yo, sentía que volaba por su aroma.

Un Corazón En Pausa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora