Capítulo 18. Revelación

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Dicen que las mentiras caen sobre su propio peso, incluso que hasta la mentira más sostenible, tarde que temprano, perderá el equilibrio, Viktor sujetó mi mano - Haré todo lo que esté en mis manos, para averiguarlo, Yuuri si eso resulta ser real, el no puede quedarse sin castigo.

- Gracias - fue lo único que pude decir, me abrazó, siempre sus brazos eran cálidos y confortables, comencé a llorar, me sentía tan idiota, estaba enojado conmigo mismo, estaba molesto con mi idea de amor, cómo podría amarme, si ni yo mismo me amaba?.

El seguía de viaje, mientras Viktor continuaba ayudándome, Yuri era un amigo fiel, aquel encuentro, no volvió a repetirse, ni siquiera tocamos el tema.

Lo peor de todo, fue entrar en celo, sin motivo aparente, antes de lo acordado, me dobló de nuevo, era doloroso como siempre.

Mi celo estaba siendo doloroso, como siempre, aquel platinado, me trataba de tranquilizar, aunque me llenaba de feromonas, terminé en el hospital, sintiendo como si mi cuerpo fuera partido en dos, mi lobo necesitaba de aquel alfa, que se había marchado sin consideración.

Me retorcía en la cama, pedía clemencia y piedad, Yuri secaba mi frente, dolía demasiado - llenarte de feromonas, no sera suficiente, necesitas un alfa... Ya sabes.. - me decía angustiado, comencé a vómitar, estaba sin duda en un mal estado, me levanté sintiendo que mi vomito comenzaría a ahogarme, pero perdí el equilibrio, cayendo al suelo, perdiendo la consciencia.

Otabek me había hecho estudios, mi estado era malo, mis celos tan incontrolables no decían nada bueno, en cuanto desperté, Viktor me miraba fijamente, Otabek estaba parado en la puerta, y un Yuri angustiado sostenía mi mano, no se que había hecho para merecerlos en mi vida.

Podía darme cuenta del enojo de Viktor, sus feromonas comenzaban a salir de él, llenas de ira, pero no dijo nada, el primero en tomar la palabra fue Otabek - Yuuri... Esos supresores que dices tomar, quién te los recetó? - su pregunta me tomó por sorpresa.

- Un médico... - aquel medicamento, había sido recetado por uno de los médicos de la familia, un hombre mayor llamado Dimitri Yvanov.

- Sabías que no son supresores normales?.

- Cómo?.

- Son supresores de celo, con diversos anticonceptivos fuertes y un supresor de aroma, has sobre pasado las dosis adecuada, tu cuerpo está intoxicado, esos celos dolorosos no es más que tu organismo, queriendo desechar esa sustancia, puedes incluso terminar siendo infértil a la larga, esto es grave - negué angustiado.

Me levanté queriendo ir con el medico, sabía lo que había pedido, jamás pedí ese tipo de medicamentos, Viktor me acompañó con aquel hombre.

Mi padre era dueño de una farmacéutica, aquel hombre mayor era su amigo, dejarme infertil jamás estaba en el plan.

Dimitri se sorprendió al verme, entré a su consultorio, sin pedir permiso - Yuuri... Porqué estas aquí?, aún no es tu cita.

- Usted me ha atendido, desde que me casé con Emil, a petición de él, me he hecho estudios, tengo un medicamento demasiado raro en mi sistema, no estoy loco, jamás le pedí más que un simple supresor, lo que usted me dio, no era un simple medicamento, así que quiero saber la verdad.

- Si usted no habla, incluso podría perder su cédula para ejercer - añadió Viktor.

- Yo... Solo le di lo que el señor Emil me pidió, no quería que usted entrara en celo, no quería terminar marcandolo, ni quería que usted se embarazara.

Recuerdo los primeros años de matrimonio, donde lloraba por no poder embarazarme, recuerdo llorar a su lado, queriendo un cachorro, me sentía tonto, me sentía un omega inútil, el sabía de mi deseo, y aún así, el sin pedir autorización, había truncado quizá mi sueño para siempre.

- Se que es una mezcla fuerte, solo seguí órdenes... - añadió.

-Usted me atendió, usted sabía que quería ser padre, y aún así me decía que debía seguir intentando, cuando usted sabía lo que me estaba dando, si el no quería un hijo, porqué no simplemente me lo dijo?!

- Usted estaba necio con quererlo, el no quería contradecirlo, le dije muchas veces, que eso podría dejarle problemas de fertilidad, el aun así aceptó correr el riesgo.

- Lo que usted hizo, lo hará perder su cédula - aquel ruso estaba a molesto, mientras que yo, sentí que algo se quebró, lo entendí todo, la realidad me golpeó, el no quería hijos, nunca los tendría conmigo, pero quería asegurarse de que yo siguiera sintiendome mal conmigo mismo, quería asegurarse que siguiera creyendo, que el me hacía un favor en estar conmigo, ese supresor de aroma confirmaba lo que el me dijo, odia mi aroma, odia todo lo que tenga que ver conmigo, debe reírse de mi, soy su cheque al portador, eso explicaba todo, el no quería tener familia conmigo, ni quería marcarme, ese alfa sin duda me detestaba, con todo su ser, limpiaba las lágrimas que querían salir de mis ojos.

- No Viktor... - el no entendía - Dimitri no perderá su cédula, lo dejaré seguir ejerciendo, siempre y cuando haga un trato conmigo, usted no le dirá a Emil que se todo, usted se quedará callado, al fin y al cabo que sabe hacerlo bien.

- Pero Yuuri...

- Esta vez Viktor, esto ha sido suficiente para mi, sabes todo lo que sufrí, creyéndome estéril?, sufrí demasiado, y ahora el riesgo de ser infértil por su causa, que me mintiera sobre la empresa, que le mintiera a mi padre, esto ha sido suficiente, esto no voy a tolerarlo, el lamentará lo que me hizo, el sufrirá por haberme lastimado de esta manera, esta vez Viktor... Voy a hacerlo sufrir, tanto que me pida perdón de rodillas.

Lo amaba, le dediqué años siendo quizá un cero a la izquierda, ya lo saben, a veces tendemos a aferrarnos a quien no nos ama, quizá como un reflejo masoquista, pero no lo sería más, esta vez, me aseguraría de hacerlo pagar cada humillación, y cada uno de sus infidelidades, estaba molesto, sentí las caricias de aquel ruso, me miraba con ternura, no vi lástima en sus ojos, solo me miraba, como hace mucho nadie lo hacía, yo me sujete a él, como si tuviera miedo de tropezar, su aroma mentolado, era calma.

Era Noviembre, había olvidado mi cumpleaños, pero caminando por la calle, con los ánimos por el suelo, Viktor me detuvo - se que no es momento, pero tengo algo para ti - sacó de su saco, una caja alargada y delgada, tomó mi muñeca, puso sin dudar una pulcera, era delicada y bonita - feliz cumpleaños... - sonreí, a mi mente llegaron tantos cumpleaños solo, en mi habitación, y unas lágrimas salieron por mis ojos - estas bien?, qué pasa?, te he lastimado?.

Negué - eres demasiada luz para mi... Y me da terror.

- La luz... Todos la necesitamos alguna vez...

- He vivido tanto a oscuras, que temo ser un mosquito, volando hacia la luz, para terminar quemandome, en una trampa.

- No eres un mosquito, no vas a quemarte, solo vas a amarme y no podrás soltarme.

- Qué presuntuoso señor Nikiforov - comencé a reír, el seco mis lágrimas, dandome un beso en la frente, sus labios eran cálidos, su presencia era luz, el era calma, aun en la tempestad.

Un Corazón En Pausa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora