Capítulo 7

278 87 19
                                    

Capítulo 7:

Ada.

─ ¿Hola? –respondí mi celular de forma normal.

─ Hola, soy la mamá de Sofía. ¿Querías venir a verla? –Obvio que si quiero

─ Si, le estuve llamando toda la semana por esa razón. ¿ella está bien?

─ Si. Está perfecta. De hecho, ya le permiten tener visitas y puede hablar por teléfono una vez a la semana.

El corazón se me infla y mi sonrisa es tan amplia que duele. Sofí está evolucionando y no tendrá que quedarse mucho tiempo en esa mierda de loquero. Ya habían empezado a darle ciertos beneficios, significa que se está comportando como debe. Lo sé porque yo estuve dos semanas en un centro de rehabilitación, debido a la supuesta agresión que realicé contra la novia operada, cara de marmota, de mi padre, obvio que fue al revés, pero bueno, a nadie le importó un culo. También me intentaron meter en un centro por mis conductas depresivas y mi falta de empatía hacia la comida, pero ese es otro tema que no me apetece abordar ahorita. ¿Es que todos los padres solucionan los problemas de sus hijos metiéndolos a centros de rehabilitación o a un loquero? Y dicen que yo soy la loca...

─ ¿Ada? –una voz aguda me hablo de repente por la línea.

─ Carajo, ¡sí!

─ Si, eres mi amiga. Sin dudas─ reí suave─ ¿ya te moriste sin mí?

─ Aún no. Pensé prostituirme para aliviar el dolor, o inscribirme en concursos de borrachera. Lo típico para no aburrirme─ le bromee.

─ Ya. ¿Vas a venir a visitarme? Aquí nos tratan como si realmente estuviéramos locos

─ Claro. Pásame la info.

Tome una agenda, la de Sofí, yo no uso agendas, por lo general tengo hojas tiradas por todos lados, apunte la dirección y los horarios de visita entre medio de los renglones rosas de la hojita. Conversamos un rato. Me contó lo asquerosa que es la comida, me dijo que las primeras semanas no le darían nada del otro mundo puesto que temen que trate de ahogarse con la comida o algo por el estilo, por lo que sus platillos se limitan a comidas blandas, tampoco le dan cubiertos con punta, como tenedores y cuchillos. Me explicó que, debido a su prontuario de auto lesiones, tienen cuidado con lo que le dan. Es una porquería, pero es comprensible debido a las veces que se a rayado el cuerpo.

Le conté de lo aburrido que era ir a clases, también le comenté que mañana antes de ir a verle, me reuniría con el director para saber si me adelanta de año o no. Toque el tema de haberme cruzado con el antipático mejor amigo de su novio, pero sutilmente, no quería contarle lo lindo que me había parecido, las estupideces que no sé qué hice en una fiesta en donde dormí con él, y como me había tirado de culo al pavimento. Y fue allí en donde me detuvo.

─ Te tengo que pedir un favor.

─ Claro lo que pidas, Rositas.

─ Viste mi libreta, la que tiene un unicornio en la tapa.

─ Si─ bueno estoy anotando en ella, pues.

─ Hay una parte con números telefónicos... Quiero que llames a Willy y le invites a verme mañana.

─ Bueno... Pero él sabe...

─ Sí que sabe. Le mandé una carta. Por favor. Quiero verle.

Colgué el teléfono, resoplando me senté en la punta de su cama.

Mañana iría a verla. Espero que el vampiro de Willy allá leído esa puta carta porque no quiero hablarle de como un infeliz violo a mi mejor amiga, y que ha tenido conductas suicidas desde entonces. Tampoco tengo ganas de contarle el cómo fue que la internaron en ese puñetero lugar. Quiero obviar cosas que no me corresponden decir, sin embargo, si Sofí llegase a pedírmelo, sin dudas preparo una sesión estilo terapia de película, lo ato a la silla por si quiere huir al escuchar mi narración, y le suelto la bomba atómica del pasado de su novia.

ADOLECER ▪Donde viven las historias. Descúbrelo ahora