Capítulo 18

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Feliz día de San Valentín a todos los qué viven enamorados de personajes ficticios, este capítulo va para vosotros, qué lo disfrutes.


Capítulo 18:

Codi.

─ ¡Ejem! –escucho que alguien se aclara la garganta.

Ada se separa bruscamente de mi lado, con el dorso de su mano limpia de su boca un hilo de saliva, al mismo tiempo baja la mirada con un poco de vergüenza, sí señores, la desvergonzada Princesa de ojos de cuervo se pone tímida si de sexualidad explicita se trata. –No has tenido sexo con ella- te callas cerebro, necesito un remplazo de conciencia, quiero aventar a esta por la ventana y conseguir una que me apoye.

─ Ya me estaba por ir... puesto que alguien no me fue a buscar- refunfuña Ada levantándose del sillón, haciendo de cuenta que aquí nunca paso nada en absoluto.

Un poco me rompe el corazón, pero prefiero eso a tener un interrogatorio por parte de nuestros amigos, los cuales son más metiches que señora chismosa de barrio, ya saben, esa que finge barrer la vereda con tal de saber el chismerío de la otra casa. Hablando de la barra ¿Dónde culo están? Solo veo al molesto de Adrián.

─ Te llevo a tu escuelita, Princesa- le digo frenando su camino hacia la puerta.

─ ¿Y a mí qué? ¿Todos me ignoran? –Comienza a parlotear Adrián.

Fue el único en regresar a la casa, quién por desgracia nos acaba de interrumpir, son un poco más de la una de la mañana, lo único –además de los quejidos de Adrián- que llena la casa de ruido es el televisor reproduciendo Dios sabe que episodio de la serie de zombis. El chico de piel oscura, sonrisa pícara y gustos peculiares, se abalanza sobre mí para darme un ¿abrazo?, tiene una hedentina a alcohol tremenda, se aferra a mi cuello amenazando con ahorcarme sin querer. Tomo sus muñecas y lo aparto tirándolo en el sofá, el tipo cae desmayado boca arriba en el mueble, ronca demasiado fuerte, imaginen el sonido de un tractor viejo sin aceite, el cual no arranca, bueno, ese sonido emite mi amigo en estos momentos.

─ ¿Qué haces? –le pregunto a Ada al ver que se agacha junto a Adrián.

─ Me aseguro de que respire. Hay que voltearlo, si vomita en esta posición es probable que se ahogue y muera. Y no queremos un amigo muerto en la sala ¿verdad?

─ Está bien- Me acomodo a su lado tratando de voltear a mi amigo borracho.

─ ¿Con qué se alimenta? Está bien pesado.

─ ¿Qué esperabas de un chabón de un metro noventa que vive con el culo aplastado en la cama?

Al fin lo damos vuelta, dejando su cabeza sobresaliendo del sillón, en posición boca abajo. Listo, el querido chico porno vivirá otra noche.

Sigo a la chica que me trae como perro babeando, imito su postura y me sirvo un vaso con agua del grifo. No sabía lo sediento que estaba hasta ahora, lleno otro vaso y comienzo a beberlo, está vez con más calma.

─ Tal parece que te he dejado sin saliva.

Al escuchar esas palabras saliendo de los labios de Ada, me atraganto con el agua. En vez de desahogarme, ella empieza a reírse a lo loco, mientras yo sigo tosiendo como foca epiléptica. Cuando por fin logro desahogarme le digo;

─ Hace cinco minutos estabas preocupada porque el culo morocho de Adrián sobreviviera, ¿y ahora me ibas a dejar morir atragantado con agua? Qué mala eres.

─ Nunca dije que era buena. Además, te ahogas muy lindo- dice Ada.

Con picardía se sube a la mesada, y se sienta en ella. Aprovecho para acercarme, separo sus piernas y me posiciono entre estas. Me adelanto arrinconándola contra la pared, posiciono mis manos a los costados de sus piernas, su respiración se vuelve más pesada, sus pupilas se dilatan, dejando en claro que no se esperaba mi cadena de acciones.

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