Capítulo 16

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¡Hola! El capítulo de hoy va dedicado para el lector que cree que Codi puede comportarse bien.

También una mención especial a la chica que me alegró la semana, gracias EliGoethe 


Ada.

─ ¿Un acosador? Es un poco muy raro- dice Ahítan.

─ Lo sé, es muy poco común.

Me coloco de manera correcta los guantes de cuero sin dedos. Camino hacia los cubículos separados por una mini pared de metal grueso. Me coloco las antiparras y las orejeras de disparo. En el aire se siente un intenso aroma a pólvora y metal. Mi amigo me imita.

─ ¿Por qué alguien quisiera protegerte? ¿no ve que eres lo suficientemente peligrosa cómo para cuidarte solita?

─ Eso mismo pensé- le digo cargando mi Bersa calibre 22 la cual me va a servir para la práctica de hoy.

Perdón por no ponerlos en contexto, me gustan las armas, ahorita estoy con mi mejor amigo practicando tiro con pistolas pequeñas. Hace dos años que práctico por diversión, se tirar con arco y flecha, pistolas de bajo calibre y dagas en un blanco fijo. Ahora vengo más seguido que antes, de alguna forma tiene que salir todo el enojo que tengo, pelear ya no es una opción.

─ ¿Me ayudas?

─ Claro, tonto, dame eso.

─ Es posible que sea un pretexto del idiota de Jimmy. Tal vez no exista ningún acosador- dice Ahítan observando como cargo su arma.

Esto es sumamente liberador. Apunto a la cabeza del blanco y ¡pum! ¡pum! ¡pum! ¡Muere, Codi! digo, ¡en el blanco!

¿Por. Qué. Tienes. Que. Gustarme? ¡pum! ¡pum! ¡pum! Codi de mierda. Te odio por gustarme ¡pum! ¡pum! ¡pum! No me atraes, en lo más mínimo. No vas a hacerme débil. No voy a enamorarme de ti ¡pum! ¡pum! ¡pum! Carajo, te odio Codi. Te odio porque eres muy lindo conmigo, te odio por la forma en que me miras y como me haces sentir. Mierda ¡pum! ¡pum! ¡pum! ¿Por qué culo te regalé ese Dinosaurio del orto? Ahora tendrás con qué pensarme. ¡pum! ¡pum! ¡pum! ¡Tengo que dejar de pensar en tus malditos ojos azules!

Talvez suene maniática, pero es liberador imaginar que le disparas a la gente que te cae como el orto. Así que ¡Muere, Padre! ¡Sí me odias, yo te odio más! ¡pum! ¡pum! ¡pum! ¡No te preocupes mamá, yo también te olvidé! ¡pum! ¡pum! ¡pum!

¡Ah! Me alteré. Me quedo sin balas por segunda vez, y en vez de recargarla, la revoleo contra en tablero. El instructor de tiro me manda a la concha de la lora, pero con palabras amables.

Después de asesinar mentalmente dos veces a todas las personas de mi lista negra, nos dirigimos al área de tiro con cuchillos. Por desgracia, aquí no hay ningún instructor de esgrima, no hay espadas, solo dagas y cuchillos. Ahítan odia los cuchillos, dice que es un asco en esto por lo que no vale la pena practicar. Por otro lado, empiezo a lanzar pequeños cuchillos hacia una pared con garabatos. Me doy la vuelta para juntar más cuchillos, y en eso diviso a mi amigo con dos latas de gaseosa fresca.

─ No entiendo a estos lugares, le dan armas a gente loca- dice extendiendo una bebida hacia mí.

─ Tienen que mantener a flote el negocio, amigo mío.

─ Lo decía por ti, cualquiera en su sano juicio no te deja ni un escarbadientes cerca.

Estoy cansada, por lo que salimos al hall de entrada para sentarnos en los sillones.

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