Capítulo 42

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Capítulo 42:

Codi.

Camino a paso acelerado rumbo a la ubicación que señala mi móvil.

Una cafetería bien pija, como no.

Un cartel color cocoa decora la entrada, con las letras oblicuas señala que es una cafetería. El olor a café graneado es lo primero que me recibe tras cruzar la puerta de vidrio transparente. No estoy nervioso, no me importa en absoluto, solo vine a verlo porque quiero que me deje en paz.

Sentado en una mesa escondida en un rincón, mi padre reluce en un traje cheto de miles de pesos. Se le nota tranquilo, y una falsa sonrisa le contribuye a su imagen de hombre perfecto.

Perfecta bola de aca. –Estás en lo cierto.

Arrastro una silla y me siento frente a él.

─ Me alegra que hayas venido, hijo...

─Al grano. –le interrumpo en seco y con los brazos cruzados.

─Voy a desaparecer de tu vida, tal y como quieres. –Al oír eso, mi boca se cae al suelo cual caricatura. ─Pero. Quiero enmendar mi error a cambio de que renuncies a tu herencia.

─Me chupa un huevo tu herencia. Métetela por el culo. Chau nos vemos. –digo haciendo ademan de levantarme.

─ ¡Espera, Codi! –Me frena tomándome por el brazo. –Salgamos a caminar.

Y así, a duras penas, salimos a caminar por los bosques de Palermo, o más bien una brutal imitación barata de dicho paisaje, porque no estamos en su maldito Buenos Aires, aquí todo es croto, incluido yo, pues soy una versión barata de él. Odio tener los ojos azules como los suyos. Odio ser alto como este imbécil. Odio tener un tono similar de voz. Y hasta aborrezco odiar tanto la mayonesa como este tipo.

─Me vas a firmar tu renuncia a mi capital por escrito.

─ ¿Para eso salimos a "caminar"? –digo haciendo comillas con los dedos. ─Tú no cambias.

─Solo en parte. Deberías escucharme un poco. Te dije que quiero enmendar mi error antes de borrarme de tu vida.

─Bueno, desembucha.

─Te conseguí una cita en el Hospital de Madrid. Para tu mamá, ya sabes, me enteré que ella está enferma y yo fui un idiota. Déjame pedir disculpas a mi manera.

─Con plata.

─Sí, con gita. Pero no deberías preocuparte por nada. Yo cubriré los gastos por el lapso de un año, y también busqué un par de universidades que son compatibles con la tuya actual, allá en Madrid. Solo acéptalo.

─No, gracias.

─Piénsalo, hijo. Todo será como deseas. Tu mamá en tratamiento con los mejores especialistas en cáncer. No tendrás que preocuparte por ningún gasto durante un año, estudiarás tranquilo. Y yo me las tomo, no te vuelvo a buscar más y tú no me vuelves a buscar.

Lamento decirlo, pero tiene razón. Haría cualquier cosa por mi madre, incluso hacer un trato con este inepto.

¿Y Ada? –Ella no me habla hace días. Me echó del hospital, ¿recuerdas? –Pero podemos arreglar las cosas. –Es mi mamá. Quiero ayudarla. Aquí no le dan bola, y por mi cuenta logré ponerla en lista de espera, pero no creo que ella aguante un año más en este estado. –Queremos a Ada. –Lo sé, estoy sufriendo por eso, pero no puedo rechazar. Ada comprenderá, podemos tener una relación a distancia. ¿Cierto?

─Está bien, voy a aceptar lo que propones, solo por mamá.

Él sonríe y estrecha mi mano.

─ En menos de seis meses estarás viviendo en España y todo saldrá de maravilla.

Ojalá tengas razón por una vez en la vida.

[...]

Los meses posteriores, a escondidas de todo el mundo, realicé un arduo trabajo de papeleo.

Para empezar, me comuniqué con el Hospital, y en efecto, recibirían a mi madre dentro de seis meses para evaluar su condición y comenzar un tratamiento. Luego comencé los trámites para hacer el pasaporte, la estadía legal, la vivienda donde nos alojaríamos, etc., etc., etc.

Cuando se lo conté a mi madre, ella se puso muy contenta. Se echó a llorar y se aferró a mi cuerpo mientras me agradecía. Pero eso sí, no le conté de donde venía la oportunidad, ella nunca lo aceptaría. Así que ahora tengo un secreto para llevar a la tumba.

Con todo el estrés que anduve manejando, tuve que tomar unas sesiones con el Doctor Webster, sí, el psicólogo de Ada. Es un buen tipo, muy chulo. No te cuestiona nada raro y tiene la paciencia del tamaño de un rinoceronte, bueno, después de todo atiende a mi Princesa más seguido de lo normal. Ese hombre es subnormal y se merece un monumento.

Además, empecé el proceso para que Mozo adquiera el ochenta por ciento del total del local, dejé un veinte por ciento a mi nombre porque mi abuela se queda aquí y de algo tiene que vivir. Hablando de mi abuela, hoy le contaré mis planes.

─ Y ¿qué opina?

─ Mi niño, le darás vida a tu madre por más tiempo, estoy feliz.

─Te vas a quedar sola.

─No te preocupes por eso, nene. Tengo a Dobby para renegar.

─Me gustaría llevarlos a ambos a Madrid. –comento con tono nostálgico.

─No te hagas drama por esta vieja. Además, tendré compañía, seguro que tu novia va a venir seguido. –dice. Mi rostro se apaga un poco más, contemplo el suelo y entrelazo mis dedos. ─ ¿Qué pasa? Oh, ella no sabe que te vas, ¿no?

─No, no sabe. No quiero decirle.

─ ¿Por qué no?

─Ella está mal, abuela. Muy mal. Está al borde de que la internen en una clínica. Estuvimos peleados por unos días porque ella se hizo mucho daño y no lo aguanté. Su mejor amiga se mató hace dos semanas. Su padre le azotó fatal hace no más tiempo que ese. No trabaja en el restaurante, ni va a la universidad desde hace unos días. No puedo contárselo, no ahora.

─Comprendo.

─ ¿No te sorprende saber que tu nieto sale con una maniática?

─No. Yo fui a verla en el hospital. Le dolió lo que hiciste. Cuando llegué estaba arrojándole unas gasas al enfermero─ Sonrío al escuchar eso─, después la amarraron a la cama. No es mala chica, solo le ocurrieron cosas malas y estuvo sola. Pero ahora te tiene a ti, si la quieres no le quites eso.

─Pero no puedo decírselo.

─Bueno, ahora no lo hagas. Mejor díselo cuando sea de seguro. Cuando ya esté todo listo. Cuando estés seguro de ir a Madrid.

─ Bien. Se lo diré un mes antes. Lo resolveremos, después de todo nos queremos mucho.


Holis!! 👉👈 Solo paso a decirles que este capítulo se complementa con el siguiente, por lo que mañana, tal vez, tengamos actualización. Besos.

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