Eijiro

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-¿Y le dijiste todo aquello así como así? -un suspiro de cansancio escapo de sus labios mientras frotaba su rostro con frustración, sabía que esta vez sería mucho más complicado animar a su amigo.

Y es que no era la primera  vez que sucedía algo como aquello, su amistad con Bakugo databa desde hace tres años, y esos tres años eran suficientes para que el cenizo se abriera con él. 

Recordaba con claridad como Katsuki se había disculpado la primera vez que lo encontró llorando gracias a una de las muchas burlas hacia su persona -a pesar de ello, Kirishima había mentido diciendo que no tenía nada que ver- porque si, Bakugo era consciente de que algunas veces sus palabras eran muy duras y lograban herir al pelirrojo.

Pero Eijiro también era consciente de que Katsuki era débil, era inseguro, aunque algunas de esas cosas las había logrado saber con ayuda de Shoto.

-Sé que me pase un poco... ¡Pero estaba enojado! -soltó un chillido formando un puchero- a parte, saben bien que tengo razón.

-Denki, Bakugo a intentado cambiar en más de una ocasión, y lo sabes bien. 

-Pero.

-¡Pero nada!, hay que ir a hablar con Katsuki -Mina sonrió poniéndose de pie- hace mucho no hacemos reunión, creo que esta vez será oportuno hacerla, vamos, muévanse.

Todos siguieron a la fémina, algunos con sonrisas, y otros -específicamente Denki-, con unos ojos llenos de arrepentimiento, Kirishima le regalo una sonrisa tomándolo de la nuca, acariciando sus cabellos de esa parte en especifico, una señal de que todo estaba bien, de que iban a resolver todo.

Compraron un par de pizzas, frituras, refrescos; Mina llevaba algunas mascarillas y broches; Sero y Denki en cambia llegaron con las manos llenas de juegos de mesa y algunos de vídeo.

Eijiro estaba al frente, pues a parte de Shoto era con el único con el que Bakugo se encontraba más tranquilo.

Toco un par de veces y esperaron a que abriera la puerta, Hate myself sonaba desde dentro de la habitación a un volumen bastante alto.

Se encontraba llorando, lo sabía con certeza.

-¡Ba...! -el nombre se quedo en el aire, la puerta se abrió, y pudo apreciar aquellos ojos carmín- ¡Bakubro, los chicos y yo...!

-¡Piérdanse! -fue lo único que escucho seguido de la puerta siendo azotada.

Definitivamente no era como otras veces.

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