Viajes físicos y espirituales (1)

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Pese a que habían llamado a la calma en un principio, la noticia ya se había echado a correr a través del grupo de WhatsApp de los estudiantes de la academia, primer año.

Mak Savicevic leía entre incrédulo y fastidiado los reclamos de los demás.

— No nos dio tiempo a preparar nada —Decía Danny van Bossen— ¿Qué sentido tiene competir de ese modo más aún si van a cerrar la academia?

— Mi familia ha invertido mucho dinero teniendome aquí —Reclamaba Enzo Ferratti— ¡Me parece muy injusto que nos hagan esto de un rato para otro!

— No deberíamos presentarnos —Decía Jessica Córdoba—. Yo acabo de llegar a Castlebar y pues ni modo. No tengo absolutamente nada de aquí a mañana.

— ¿Alguien alcanzó a hacer algo? —Preguntó Catalina Marchessi— ¡No es justo que compitamos así!

— Es algo absolutamente irrelevante —Escribió Camila Suarez—. No hay descalificaciones ni nada ¡Solo unos estúpidos premios en dinero para no sentirse culpables por el cierre anticipado de la academia.

Mak Savicevic se reía, ante la idea de que quienes reclamaban lo hacían desde la perspectiva de que el cierre de la academia solo les perjudicaba a ellos.

Rob Irwin estaba en la ducha y en ese entonces Reno Cauldfield regresaba desde el dormitorio, donde había estado hablando por teléfono con su padre.

— Ya es oficial la noticia y de verdad no la puedo creer —Decía él, tomándose la cabeza con ambas manos—. Mi padre nos recomienda regresar a Castlebar lo antes posible, ojalá hoy mismo.

— Estoy revisando los precios de los vuelos y están carísimos para el día de hoy —Se lamentaba Hakan Mastourí—. Tu tío Francesco ya dijo que era imposible llevarnos volando hoy a Castlebar.

— Es terrible —Decía Reno Cauldfield– ¿Que es lo que deberíamos hacer?

— Competir, hermano —Decía Rob Irwin, envuelto en una toalla— ¡El Grand Slam es nuestro, hermano! Según lo poco y nada que leí en el grupo de WhatsApp, casi nadie alcanzó a hacer el trabajo ¡Nosotros lo tenemos listo!

— Da igual como sea —Dijo Hakan Mastourí—. Deberíamos quedarnos aquí hasta mañana, para ahorrar el dinero del vuelo.

En eso Mak Savicevic sacaba cálculos. Había quedado de pagar el vuelo de Hakan Mastourí, sin embargo no contaba con aquella jugarreta.

Justo en ese instante sonó su teléfono. Era nada más y nada menos que Javier Busquets.

— ¡Winner! —Exclamó él— ¡Necesito hablar urgentemente contigo! ¿Tienes tiempo?

— La verdad es que no —Dijo Mak—. Con mis amigos estamos intentando salir de aquí.

— ¿De aquí donde?

— Sitges, España. Casi no hay vuelos y los pocos que hay están carísimos.

Mak Savicevic estaba a punto de colgar sin despedirse y en eso oyó nuevamente la voz de Javo Sczibor:

— ¡Winner!

— ¿Sí?

— Necesito que me ayudes a hacer lo suficiente como para al menos entregar un buen trabajo. El problema que tienes te lo puedo solucionar ahora mismo si es necesario.

— ¿Como así?

— Tengo una amiga y su jet privado. Podría telefonearla ahora mismo con el único fin de que estés aquí antes de la noche ¡Necesito ayuda! ¡No quiero irme como el peor estudiante de la historia de la academia! ¡Por favor!

Publicidad Engañosa (Capítulos finales)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora