La fiesta

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Pensar todo el tiempo en que todo aquello se iba a acabar definitivamente para siempre hizo que Mak Savicevic se sintiera cursi de un momento a otro, ya que a esas alturas estaba convencido de que esa especie de maquiavelismo cínico que llevaba dentro tenía que comenzar a operar sí o sí, al menos por esa noche.

Había sido el auténtico ganador de aquella generación y no le importaba nada. Por otra parte estaba bastante deprimido porque Kate Miller no había ido a felicitarlo por el triunfo en ningún momento.

Sentía que no valía la pena evaluar si es que tenía sentimientos serios hacia Kate Miller. Era el fin de todo y pretendía regresar a Sarajevo durante los próximos días con el objetivo de pensar en su futuro y lo mejor que podía hacer era olvidarse lo antes posible de todo aquello olvidable por muy que Reno Cauldfield haya hablado sobre el asunto de la banda.

Simplemente se divertía pensando en aquello. No tenía ninguna mala intención y es más, más de alguna vez ayudó al prójimo. Prueba de aquello era  haber intentado ayudar a la competencia.

En eso vió que Kate Miller ni lo miraba, en cambio Constanza Múller lo hacía hace rato.

Aquello hizo despertar sus ganas de vivir aunque fuese una última buena experiencia ahí antes de regresar y ella, a diferencia de Kate Miller, era la chica indicada porque no le importaba tanto sentimentalmente.

Reunió algo de valor y se le acercó, con el fin de ir evaluando sus intenciones por el camino.

— ¿Qué estás bebiendo? —Le preguntó Mak Savicevic, sintiéndose algo ridículo por observar aquella sonrisa.

— Nada.

— ¿Por qué no estás bebiendo nada? Ven, toma de mi trago ¡Es vodka tónica!

— No quiero.

— Ya pues, no seas amargada ¡No me dejes bebiendo solo!

— Si quieres me quedo un rato acompañándote —Le respondió Constanza Müller.

Mak Savicevic se sirvió otro vaso.

¡Deja de beber un poco! Vayamos a la cocina para prepararte un café.

Constanza Müller lo tomó de la mano y lo guió hacia adentro. Mientras avanzaban, se dio cuenta de que Kate Miller lo miraba por primera vez en la noche.

Pese a que fue por muy pocos segundos, Mak Savicevic logró sacar una buena porción de información con respecto a aquella mirada y estaba convencido de que sí o sí iba a hablar con ella al final de la noche.

Una vez que ingresaron hasta allí, Mak Savicevic se quedó admirando la cocina de la lujosa residencia de Javier Busquets, la cual calificó de elegante y a la vez moderna. Notó que había una misteriosa puerta y la abrió, encontrándose un largo pasillo. Le gustó aquel estilo americano, porque ahí uno podía tomar asiento y estar cómodo ahí, aunque en realidad el siempre había sentido debilidad por las mesas dentro de las cocinas.

— ¿Vas a tomar café tú también? —Le preguntó Mak Savicevic.

— Pues obvio —Respondió Constanza, sonriéndo con la mirada.

Tras al fin tomar asiento, Mak Savicevic comenzó a pasarse las manos por la cabeza. Era una especie de TIC nervioso que todo el mundo conocía de él. Pero cuando recordó que era nada más y nada menos que porque el flamante ganador del Grand Slam era nada más y nada menos que él se le pasó aquello un poco.

— ¡He bebido demasiado hoy! —Exclamó Mak Savicevic—. Llevo unas diez horas seguidas bebiendo, quizá son quince ya, con mi hermano Rob Irwin. Estoy bebiendo desde que salimos de la academia.

Publicidad Engañosa (Capítulos finales)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora