Mak Savicevic estaba en el límite justo entre lo que significaba alcanzar la somnolencia definitiva y la ansiedad que le proporcionaba el hecho de que Kate Miller tardara bastante en regresar.
Tal vez había decidido quedarse en la fiesta y lo lamentaba enormemente, puesto que el solo quería hablar con ella y en parte admitía que había sido un error subir las caricias de tono tan prontamente después de haberse besado por vez primera.
Por un lado consideró que la borrachera había desaparecido y por otra parte se sentía bastante ansioso, puesto que sintió que había pasado bastante rato desde que ella le había dicho que volvía pronto.
Tenia miedo que ella lo viese así, tan alerta después de tanto rato que había pasado. Sin embargo tenía más miedo de que lo dejase ahí, plantado.
Se sentía a sí mismo un tanto más relajado después de haber estado sobre pensando mucho y en el momento exacto que oía el ruido blanco de las risas provenientes de la cocina sintió una especie de vibra que le recorrió el cuerpo completo.
Aquello significa lisa y llanamente que alguien había abierto la puerta del pasillo, de las habitaciones secretas, como había dicho Javier Busquets.
Se hizo el dormido y Kate Miller cantaba felizmente y la débil luz de la habitación se encendió abruptamente.
— Mak —Dijo ella— ¿Estás durmiendo? Perdoname la vida.
Mak Savicevic no sabía muy bien cómo hacerlo en el momento justo que Kate Miller dejaba todo inmediatamente a oscuras.
Se incorporó inmediatamente mientras ella colocaba música y notó que Kate Miller no tenía la más mínima expresión de desinterés hacia el en su rostro
— ¿Ya se acabó la fiesta? — Se atrevió a preguntar Mak.
— Casi —Respondió ella, sacándose los zapatos—. Hay mucha gente que se está yendo.
Cuando se apagaron las luces, Mak Savicevic sintió una vez más el vacío que le proporcionaba el cierre anticipado de la Academia de escritores. Se sintió aliviado y triste a la vez, considerando que aquello era la señal definitiva para volver a Sarajevo al día siguiente hasta que se movió la frazada a excepción de que la chica que le gustaba hiciera las cosas un poco más difíciles al respecto. Kate Miller se acostaba al lado de él y la cama era muy pequeña como para que no le impactara a su cuerpo y trató de incorporarse de la forma más calmada que pudo.
— Perdón, Kate —Dijo Mak Savicevic— No quise que salieras corriendo.
— Tranquilo —Respondió ella—. Pasa que igual quise esperar a que Tom se fuera.
— ¿Por qué?
— Pues porque me imagino que no quieres que nadie sepa de esto —Respondió ella.
Acto seguido Kate Miller se puso de pie y encendió la televisión. La trampa del sexo y la luz apagada no eran una muy buena combinación, tomando en cuenta la promesa que se había hecho a si mismo tras aquel fracasado viaje a Sudamérica.
— ¿Que quieres hacer, Mak? Traje un par de copas de vino que me pasó Javier cuando me vió venir aquí.
— Prefiero beber después.
Kate Miller tenía un rostro que sugería culpa o arrepentimiento de algo y era imposible llegar a pensar que fuese por el vino, creyó Mak Savicevic. Su linda sonrisa de ardilla se combinaba inmediatamente con todo eso.
— Perdón, Mak.
— Tranquila —Dijo él, acariciándole la mejilla— No pasa nada.
Mak Savicevic bostezó largamente, pero la adrenalina de tenerla al fin solo para el lo hacía renovarse automáticamente. Tenía un tremendo cansancio acumulado y le costaba bastante trabajo reconocerlo.
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Publicidad Engañosa (Capítulos finales)
RomanceMak Savicevic estaba a punto de colgar sin despedirse y en eso oyó nuevamente la voz de Javo Sczibor: - ¡Winner! - ¿Sí? - Necesito que me ayudes a hacer lo suficiente como para al menos entregar un buen trabajo. El problema que tienes te lo puedo so...