Pese a que seguía con la verga erecta sin eyacular, Hakan Mastourí se sentía un poco mejor.
Aicha roncaba. Cuando su ex novia dormía solía comenzar a tocarle las piernas para entrar en calor, con el fin de recorrer otras zonas posteriormente y así trasladar esas sensaciones térmicas hacía otras direcciones. Luego la hacía reaccionar porque jugaba en las zonas precisas, puesto que la conocía bastante. Ella siempre obedecía a sus impulsos y es más, lo hacía con ganas y aún más, muchas veces empezaba a chupársela por iniciativa propia mientras dormía y aquello para Hakan Mastourí era algo realmente glorioso.
Comenzó a pensar en ella y asumió que ya la extrañaba. Le envió un mensaje vía WhatsApp y no le contestó. Era rara la sensación y no sentía que estaba siendo infiel; la ausencia de besos y eyaculaciones en ese intento de sexo con Aicha le proporcionaban una especie de salvoconducto ante lo que bajo todos los puntos de vista era una traición.
Echó la cabeza bajo las frazadas y se acomodó de lado. Aicha hizo un movimiento y se acercó hacia él. Hacía frío y la abrazó. De pronto su inútil erección hizo contacto con sus nalgas y ella pareció acercarse aún más.
— Aicha —Dijo Hakan— ¿Estás despierta?
De un rato a otro comenzó a ver todo rojo, ya que las luces y los ruidos de la policía que al fin hacía ingreso al lugar lo invadían todo; paredes, cortinas, frazadas y ventanas. Los gritos hacían la resistencia. Todo indicaba que había movimiento afuera.
Por primera vez pensó que relmente no estaba haciendo nada por la revolución. ¿Acaso la vida no era lo suficientemente una mierda como para no entregarla por una causa colectiva? Al menos el sacrificio valía mucho más la pena que muchas vidas que uno podía llegar a conocer, incluyendo la mía, reflexionó Hakan Mastourí.
Pero sin saber cómo se había vuelto cómplice del otro lado; haber caído en las garras de Aicha lo confirmaba de cierta forma. Mohamed lo tenía en sus manos y a esas alturas ya tenía claro que salir de ahí le iba a ser bastante difícil.
A su ex novia no le importaba nada de aquello; Solo le bastaba con tener una verga enterrada lo más al fondo posible y una buena cantidad de dinero para sus gustos, lo cual Hakan Mastourí consideraba que no tenía nada de malo. Además, cuando estaba en forma, era la compañía perfecta. Lo malo era que lo quería tener bajo su total control y eso, bajo una lógica de salud mental, era algo bastante subversivo.
Hakan Mastourí se iba de una reflexión a otra con inusitada facilidad. Era algo divertido y desesperanzador. De pronto oyó la voz de Rashid.
— Francesito —Decía— Aprovecha. Aicha está durmiendo y no se va a acordar de nada ¡Métesela!
Tras incorporarse de un salto, Hakan Mastourí descubrió que las luces y el ruido habían desaparecido. No vió a nadie tampoco. Miró hacia todas las direcciones y tras convencerse de que tal vez estaba soñando volvió a apoyar la cabeza en la almohada y a cerrar los ojos. Su cosa seguía inútilmente erecta y la acercó lentamente al culo de Aicha. Exploró suave y directamente con sus dedos.
No había nada de sangre y estaba húmeda. Decidió arriesgar aún más, enterrando lo que antes solo exploraba por encima. Jugó un rato ahí, calmadamente. Estaba muy mojada e inesperadamente era muy estrecha. Le dieron muchas ganas de proceder.
— No seas retrasado, francesito. Métesela no más, con confianza. Ella te está cogiendo porque quiere, nada más que por eso. Siente que tiene una deuda contigo.
— ¿Cual deuda? —Preguntó Hakan.
Hablar en voz alta lo hizo abrir inmediatamente los ojos. La cosa pintaba como parálisis de sueño. No había ninguna muestra de que Rashid anduviera escondido por ahí para hacerle una broma y es más, todo tenía un perfecto aspecto de una noche cualquiera de insomnio. Revisó su celular y estaba apagado, por lo tanto aquellas voces que oía eran indicadores de baja fidelidad, pertenecientes a una especie de conciencia no despierta. Píldora azul, vodka y cannabis, quizás el cóctel estaba haciendo efecto. Se quedó dormido o eso al menos creyó, puesto que pasó de pronto a un estado muy activo dentro de una arbitraria subconsciencia. Tras unos cinco minutos con los ojos cerrados volvió a oír:
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Publicidad Engañosa (Capítulos finales)
RomanceMak Savicevic estaba a punto de colgar sin despedirse y en eso oyó nuevamente la voz de Javo Sczibor: - ¡Winner! - ¿Sí? - Necesito que me ayudes a hacer lo suficiente como para al menos entregar un buen trabajo. El problema que tienes te lo puedo so...