20. Ojos de asesino

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Una vez más, comenzaba el día en tu morada personal: Una casa de campo de estilo medieval, refaccionada y con todas las comodidades, que yacía bien resguardada entre los verdes campos de un pequeño valle fluvial.

Esa mañana sólo llovía y llovía, y tú no podías pasarla de otra forma: Bien abrigada en una manta de lana, tomando una bebida caliente frente a la chimenea, y rodeada de la decena de gatos negros que había ido adoptando la empleada de la limpieza mientras tú no estabas.

No era que odiaras la lluvia, pero ya llevabas de vacaciones el tiempo suficiente para sentirte más que repuesta, y habías tenido muchos de estos días como para comenzar a cansarte de ellos.

¿Cuándo te contactaría tu tío para la próxima misión? Era la primera vez que te dejaba tanto tiempo de vacaciones. Ya habías quedado muy maltrecha luego de otras misiones, y si bien él siempre trataba de darte un tiempo suficiente para recuperarte como correspondía, el trabajo este rubro nunca se acababa. Era como si estuviera tratando de mantenerte alejada de tu entorno a propósito.

- ¡Ya, no es para ti! - Regañaste a uno de los gatos, que había saltado sobre el brazo del sillón para meter el hocico en tu taza.

Por inercia, alejaste tu taza del gato, pero el animal no se movió ni un centímetro: Sólo se quedó con la espalda erguida en una posición señorial, y te miró con sus enormes pupilas oscuras.

"Es sólo un gato" Te repetiste, abrazándote a ti misma. Esa mirada, tan indolente como curiosa, te hacía recordar a quien debías evitar recordar a toda costa.

¿Dónde estaría ahora? Desde su último encuentro, no había dado señales de vida. Tenías bien grabadas sus palabras, pero la verdad era que no habías vuelto a saber de él. La ubicación de tu casa era de la información que guardabas con mayor recelo, y si bien no esperabas ver al Zoldyck aparecer sin aviso frente a tu puerta (Una parte de ti sí lo deseaba, pero no era el momento de escucharla), ni siquiera habías recibido un mensaje de texto suyo en todo este tiempo.

Todo parecía indicar que sería otro día apacible, pero, una vez más, la vida tenía otros planes para ti.

Dos de los gatos luchaban por el honor de acurrucarse en tu regazo, cuando sentiste tu teléfono vibrar entre los pliegues de tu bata, y lo desbloqueaste a toda prisa.

"Estoy en peligro de muerte", se leía en la pantalla.

Aquel mensaje, sin número de origen, enviado de forma automática por un dispositivo compatible con teléfonos móviles, tenía un significado único para ti.

Durante los últimos días, una de tus pocas diversiones había sido intercambiar mensajes con Kyte. El cazador estaba en otro de esos períodos donde le daba por buscarte, pero esta vez eras tú quien lo ignoraba por períodos, demasiado ocupada por tus otros pensamientos.

A pesar de tu actitud, él no había dejado de hablarte sobre su actual misión, que parecía tenerlo cada vez más intrigado. El asunto había comenzado como un simple encargo de investigación para descubrir nuevas especies en el país de Kakin, y Gon y Killua se les habían unido de imprevisto. Sin embargo, todo había tomado un giro imprevisto cuando se vieron en la obligación de rastrear el origen de una nueva y peligrosa especie de hormiga. El último mensaje de texto que te había enviado fue para avisarte que ya estaban a punto de cruzar la frontera hacia Neo Green Life.

Luego de eso, te habías olvidado completamente de él, hasta que recibiste ese mensaje de emergencia. Era una señal que acordaron enviarse si alguna vez estaban en peligro de morir sin haberlo previsto, y necesitaba que el otro acudiera en su ayuda.

Esa vez en Padokia, cuando subestimaste la fuerza de la guardia privada del mafioso más poderoso de ese hemisferio del continente, Kyte no había dudado en ir a ayudarte, y sólo por eso ya le debías una. ¿Estaría realmente en peligro? La verdad, siempre creíste que este trato sólo te beneficiaría a ti, pues el cazador era demasiado poderoso para caer en una situación tan desesperada.

Mientras pensabas qué hacer, escuchaste que alguien tocaba el timbre, y te levantaste a toda prisa para ir a la entrada principal de la cabaña, haciendo que los gatos bufaran al caer de tu regazo.

Apenas abriste la vieja puerta, miraste en todas direcciones, intentando distinguir cualquier cosa más allá del espeso manto de lluvia y neblina, pero no había nadie. Cuando bajaste la cabeza, viste lo que había dejado el misterioso visitante: Una minúscula caja negra, envuelta en plástico para protegerla del agua.

"Aquí está todo" decía una nota enmicada sobre la caja.

Ansiosa, te apresuraste a terminar de desenvolver el pequeño paquete y abriste la caja: Ahí, bien protegida entre un lecho de algodones, había una minúscula memoria digital. Sin perder tiempo, fuiste a desempolvar la vieja computadora que tenías en casa para conectarla, y casi te caíste de espaldas al acceder por fin a su contenido.

Efectivamente, allí estaba todo: Todos los datos sobre rutas, sumas, métodos y personas. Aquella era la información que tu clan tenía planeado sonsacarles a los dones de la mafia una vez que lograran capturarlos. Illumi había cumplido su promesa.

Era evidente que el Zoldyck no había venido a entregarte la caja en persona, pues ya lo tendrías dentro de tu casa, descargando cualquier tipo de tensión que necesitara descargar contigo. Sin embargo, eso fue como una advertencia del destino: Recibir señales del Zoldyck justo cuando sopesabas la idea de ir a Neo Green Life a ayudar a Kyte.

¿Qué debías hacer? ¿Era seguro ir a ayudar al cazador? Tu rectitud no te permitiría no hacer nada al respecto, pero la situación había cambiado. Si Illumi era sincero con sus amenazas, las cosas podrían ponerse muy complicadas, y hasta peligrosas.

Para cuando cayó la tarde, ya habías tomado una decisión.

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Extrañaba avanzar en esta historia.

Me habría encantado escribir algo de fluff u otro lemon de la lectora con Illumi en la casa, pero no sería acorde al desarrollo de la historia. Igual es divertido pensar como lo recibiría si estuviera en la situación.

Obsesión❌Dolor❌Placer [Illumi x Lectora]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora