3. Ojos de gato

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Así que era un Zoldyck.

Y no cualquier Zoldyck: A juzgar por la edad que representaba, debía ser uno de los hijos mayores.

El niño de cabellos plateados te había parecido increíblemente fuerte y prometedor desde el principio de la prueba, pero no se te había pasado por la mente que también fuera parte de la familia. Para tu propio remordimiento, no estuviste lo suficientemente alerta para salvar de su ataque a ese pobre hombre, cuyo cadáver ensangrentado tuviste que llevar a la enfermería.

Todo esto sólo hacía que la actitud del mayor hacia ti desde que se reunieron para la última fase de la prueba del cazador resultara todavía más inquietante.

Al inicio de la prueba, mientras los demás aspirantes luchaban entre sí, él siempre estuvo mirándote de reojo sin la menor discreción, o al menos eso le habría parecido a cualquier cazador moderadamente entrenado.

Luego vino ese espeluznante espectáculo que los dejó a todos con la sangre helada. Desde que mostró su verdadero rostro e intimidó a su hermano pequeño, tampoco había dejado de lanzarte miradas furtivas. El tipo de inquietud que te provocaba su mirada era inexplicablemente distinto al de antes, cuando todavía estaba bajo su disfraz: Algo te decía que esos felinos ojos color azabache podían detectar el miedo a kilómetros.

Habías logrado mantener una fachada rígida como el acero hasta que el Zoldyck más pequeño asesinó sin piedad a ese otro aspirante. Toda situación fue demasiado macabra y sospechosa, especialmente la actitud del niño: Parecía como si estuviera siendo controlado por una fuerza maligna.

Luego de disipado el caos, agradeciste inmensamente el hecho de que la prueba por fin hubiera terminado. En este momento, no había nada que quisieras más que poder alejarte del Zoldyck mayor y ese desgraciado con el traje de payaso: Su sola presencia bastaba para que cada fibra de tu cuerpo se tensara en modo defensivo.

- Señora cazadora- Escuchaste una voz a tus espaldas, mientras caminabas por uno de los pasillos abiertos al jardín de la mansión.

Te volteaste de golpe para encarar a quien te habló, alarmada de no haber sido capaz de detectar que alguien se te acercaba. Para tu asombro y turbación, la persona que estaba allí, a sólo unos cinco metros de ti, era el Zoldyck de cabello azabache.

- ¿Qué quieres? - Le preguntaste, aparentando toda la calma que te fue posible.

- ¿Déjame ver eso?

El joven asesino extendió su brazo para señalar ese pequeño estuche de cuero ajustado a tu cintura, el cual fue especialmente diseñado para el cuchillo Benz que siempre llevabas contigo.

- ¿Para qué lo quieres? - Preguntaste con aspereza.

- Mi padre los colecciona- Dijo en un tono que parecía más el de una máquina que de un humano, sin el menor matiz - ¿Cuánto aceptarías por él?

Fue una de las primeras cosas que te enseñó tu tío: Nunca iba a resultar fácil evitarlo, pero lo peor que podías hacer frente a un criminal era demostrarle miedo. Y habría sido una locura entregarle tu mejor arma al que debía ser uno de los asesinos más temibles del mundo.

- No lo vendo, en mi herramienta de trabajo- Declaraste con firmeza-Y puedes verlo desde lejos

El Zoldyck se quedó en silencio, contemplándote con sus inmensos ojos oscuros. Por un momento te preparaste para lo peor, esperando una amenaza o hasta un ataque de su parte, pero nada de eso ocurrió.

- Está bien- Dijo con demasiada serenidad. La tensión dentro de ti por fin cedió, y te sentiste obligada a terminar de cumplir tu rol de examinadora.

- Vas a llegar tarde a la clase sobre la licencia- Le advertiste, suavizando un poco tu voz.

El asintió levemente y caminó hacia tu dirección para dirigirse al salón de clases.

- Tranquila, señora- Dijo en un tono muy suave, apenas audible, mientras pasaba al lado tuyo casi rozando tu hombro- Yo respeto las órdenes de mi familia

Te quedaste completamente paralizada, tratando de no ponerte aún más tensa ante la corriente de nervios que te produjo su excesiva cercanía.

Una vez estuviste completamente segura de que el Zoldyck se perdió lo suficientemente lejos, suspiraste profundamente, aliviada de que el tenso encuentro por fin hubiera acabado. "Que chico tan extraño" te dijiste a ti misma.

Te sentaste a descansar un par de minutos junto a la fuente del jardín estilo colonial, disfrutando el frescor de la mañana antes de regresar con tus colegas cazadores. De súbito, divisaste a alguien corriendo en dirección a la sala donde se impartía la clase sobre la licencia, y al fijar tu vista en él, notaste que era aquel niño del cabello alborotado que había sido vencido por Hanzo. Él obviamente no te vio.

No pudiste evitar recordarlo: A ese niño y al pequeño Zoldyck de cabellos plateados se les había visto muy juntos durante todo el examen, y probablemente ya eran amigos. Lo anterior, sumado a la tensa situación entre Killua y su hermano mayor, no podían sino haberle afectado demasiado a Gon.

Tu primer impulso fue levantarte de tu lugar y seguirlo de forma rauda y sigilosa, preparada para lo peor. De algo podías estar segura: Algo grave pasaría ahora.

Obsesión❌Dolor❌Placer [Illumi x Lectora]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora