El ambiente tenía un olor ligeramente cítrico que le agradaba. Miró el reloj de pulso en su muñeca y decidió que era hora de un café. Si iban a tenerlo esperando por más tiempo, al menos se daría un pequeño recorrido por la cafetería. Las vendas en su ojo derecho eran molestas, suele sentir algo de comezón al retirarlas en la noche y cuando suda mucho en el día. Además de que le dificultan la visión periférica. Se excusó con la asistente personal de su nuevo jefe y le avisó que volvía en un momento, la morena se sonrojó violentamente como la primera vez que lo había visto y asintió con timidez. Simplemente adorable, pensó él.
Caminó con calma hasta el elevador y presionó el botón para llamarlo. La chica, que se había presentado si no mal recordaba como Gin, le dijo que en el piso anterior había un área de descanso para el personal donde podría encontrar la bebida. Claro, se había ofrecido a traerle una taza, pero él había rechazado la idea amablemente. En realidad necesitaba estirar las piernas un rato.
Cuando se abrieron las puertas e intentó ingresar, tropezó con algo que casi se lleva por delante.
No, no algo. Alguien.
Giró a ver en su dirección con el ojo descubierto, ya desde dentro del ascensor. Se disculpó, consciente de que no lo había visto antes de entrar, no esperando así que el chico se molestara tanto por un simple accidente. Entonces lo vio a detalle mientras le oía quejarse. Lo reconocía de la televisión, las revistas y la carpeta que estuvo leyendo media hora antes. Claro que, mientras aún no estuviera en pleno uso de sus labores, no tenía porqué aguantarse su berrinche de niño rico.
Se excusó aun así, antes de quitar la mano del modelo de la puerta, pues este había tenido la osadía de retener el elevador. Y sonrió con satisfacción después de que las puertas se cerraron, recordando la cara que había puesto este, al ver como pasaba de él y ni siquiera se había dado cuenta de que le había quitado algo cuando tomó su muñeca. Estaba seguro que a ese chico hacía mucho tiempo nadie lo ignoraba. Y con justa razón, pues debía admitir que en persona era más agraciado que en la televisión. Como fuera, fue por su café, se tomó pacientemente una taza, ignorando un par de miradas curiosas puestas sobre él.
Pensó que quizás su atuendo llamaba mucho la atención. En un mar de gente usando ropa de diseñador y haciendo su mejor esfuerzo por estar a la moda, él parecía sacado de alguna película de delincuentes, con las vendas en su ojo pasando entre su cabello y las que apenas sobresalían del cuello. Estaba orgulloso de sí mismo por no haberse doblado las mangas blancas de la camisa cuando sintió calor antes de entrar al edificio, o no podría con las preguntas que le podían llover en cualquier momento por las vendas también en sus brazos.
Optó por apurar el líquido marrón de su taza por su garganta, para volver pronto a donde Ougai Mori lo había dejado esperando. No es que estuviera incómodo con su propio aspecto, al contrario, sentía que aumentaba su vibra de chico malo, porque las mujeres no dejaban de sonreírle al conectar miradas en la calle. Nunca entendería del todo ese gusto insano de las féminas, por el chico malo del cuento. Pero qué importaba, a él le convenía. También le daba un aspecto de debilidad con los hombres de mente corta, lo cual era su verdadera motivación.
Cuando regresó vio a la asistente, Gin, asomarse a la que le habían dicho que era la sala de juntas. Ella le invitó a pasar apenas notó que había regresado, justo a tiempo al parecer.
— El señor Mori le espera en la sala de juntas, puede pasar.
— Gracias, señorita Gin —le guiñó, volviendo a pintarle un sonrojo en la cara a la pobre chica antes de adentrarse por la puerta de vidrio esmerilado.
— Chuuya, te presento a tu nuevo guardaespaldas, él es Osamu Dazai.
— Ya nos conocimos —agregó, posando a un lado del moreno de ojos violetas, su jefe—. ¿No, peque?
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[EDITANDO] 𝐓𝐇𝐄 𝐁𝐎𝐃𝐘𝐆𝐔𝐀𝐑𝐃
FanfictionChuuya es un famoso modelo que además, es el nuevo ícono de la comunidad LGBTQI+ por ser el primer modelo queer que no teme demostrar que tanto la ropa como el color carecen de género. Pero la fama no es todo flores y felicitaciones. Por ciertas cir...