𝐕𝐈𝐈𝐈

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El castaño despertó apreciando el resultado de su decisión de rendirse y dejar ser a Chuuya la noche anterior. Que equivocado había estado. Aún en ese estado y a pesar de caer dormido, el pelirrojo nunca aflojó la llave con la que lo mantenía prisionero y, eventualmente, Osamu terminó durmiéndose, resignado a que necesitaba lograr al menos 3 horas de sueño para funcionar al día siguiente.

Por supuesto, Chuuya despertó primero, siendo que cayó rendido antes, además de que al castaño le costó dormirse aprisionado y sin poder acomodarse. Y como Nakahara suele moverse al dormir, en algún punto terminó usando el cuerpo ajeno como una almohada, apoyando su cabeza y medio cuerpo sobre este, pasándole por encima una de sus piernas. Y cuando notó esto, la vergüenza se pintó en su rostro mientras abría los labios en una exclamación muda.

Lo tenía tan cerca, casi de piel a piel. Notó que las pestañas del castaño eran bastante largas y pobladas, que se curvaban de un modo magnífico y que su rostro dormido lucia bastante relajado y menos uraño, contrario al rostro entre serio y aburrido con el que suele mirarlo. Y sus labios, oh, estaban tan cerca que si tan solo se inclinara un poco más arriba...

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— ¿Ya terminaste de espiarme mientras duermo?

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Chuuya jamás admitirá que el gritito que soltó fue todo menos mínimamente varonil. Aun sí eso no le importaba.

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— T-tú, ¿p-por qué? ¿Cómo?

— Podrías empezar por soltarme, necesito estirarme. Siento que se me durmieron todos los músculos.

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Y realmente, Chuuya tuvo que aguantar toda la mañana las burlas de Dazai por su poco o nulo control con la bebida, el dolor de cabeza que realmente estuvo por partirle el cráneo y las burlas de Sigma por dormir pegado al sexy guardaespaldas —como le apodó en secreto— y no llegar ni a primera base.

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— 𝐓𝐇𝐄 𝐁𝐎𝐃𝐘𝐆𝐔𝐀𝐑𝐃 —

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En el piso de oficinas se escuchaba un leve bullicio, movimiento de papeles y de gente yendo y viniendo. ¿La razón? Dos pisos más abajo se llevaba a cabo la sesión fotográfica de primavera, misma que estaba a la vuelta de la esquina.

El candor de los flashes saliendo de sombrillas especialmente diseñadas para ello, aportaba la iluminación necesaria para que cada foto saliera con el mínimo detalle, desde un grano que necesitaría Photoshop, hasta las pecas que cierto pelirrojo poseía y prefería esconder, optando por suplicarle a su fotógrafo ocultarlas lo mejor posible, aun sí este creía que no era necesario.

Dazai esperaba en un rincón cerca del elevador, desde donde tenía una buena vista del perímetro por donde Chuuya se paseaba grácil, como gacela en su hábitat natural.

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— ¡Yyy —alargó exageradamente el rubio—, eso es todo, excelente trabajo Nakahara!

— Ay, Albatross, sabes bien que puedes tutearme. Y gracias a ti, no sé qué haría si trajeran a alguien nuevo que no sepa mis mejores ángulos.

— Jajaja, no te preocupes, si algún día me voy con la competencia, te arrastraría conmigo —aseguró el rubio y ambos rieron al unísono por el comentario.

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En una pequeña mesa alta que se hallaba cerca, junto a dos sillas de la misma altura con el texto "Staff" en el reverso, se escuchaba el tono de llamada del pelirrojo, saliendo un estridente "mummy don't know daddy's getting hot, at the body shop, doing something unholy" que coreó más de uno, haciéndolo reír mientras se apresuraba a contestar.

[EDITANDO] 𝐓𝐇𝐄 𝐁𝐎𝐃𝐘𝐆𝐔𝐀𝐑𝐃Donde viven las historias. Descúbrelo ahora