𝐗𝐈𝐕

1.3K 232 75
                                    

Dazai no comprende, o se engaña a sí mismo con esa afirmación, qué están haciendo en un hotel. Otro hotel. En algún momento se alejaron de las tiendas y cuando le sugirió a Chuuya ir a comer en algún restaurante que seguro terminaría de subirle los ánimos, Chuuya sonrió como un zorro astuto y lo encaminó a un hotel, con la excusa de que el restaurante de ahí servía comida italiana de verdad, no como la que había en el hotel donde se hospeda permanentemente.

Supuestamente. Dazai no le cree ni media palabra. Pero lo va a dejar pasar, porque tal vez Chuuya necesita de otro ambiente, donde se sienta más seguro que en su propio hogar; donde se sienta más él mismo y donde pueda descansar sin exaltarse por el sonido del teléfono.

Así que paga con su tarjeta personal, porque no quiere que Ougai sepa que estuvieron ahí para no tener que darle explicaciones, aunque sabe que los cargos de habitación son relativamente altos para él. No es que no gane lo suficiente, pero no cree que Chuuya entienda que los simples mortales no se gastan el salario de una semana de trabajo en una habitación de hotel con todos los lujos, comida a la habitación y una buena vista. Y Dios sabe que le va a sonsacar a Mori un aumento de sueldo si tiene que seguir costeando los bajones de Chuuya.

Pero hasta que ese momento llegué, sigue a un Chuuya que va tarareando por el alfombrado de camino a la habitación. Dazai prevee una nueva tortura visual, porque si Chuuya quería comer en el restaurante del hotel, no hacía falta pedir una habitación. Pero fue muy insistente en que "si no comía en una habitación con vista, la comida no iba a saberle igual y no quería estar rodeado de personas". Así que cuando entran y el castaño cuelga la gabardina en el perchero al lado de la puerta que cierra poco después, se cruza de brazos y observa analíticamente a Nakahara.

⠀⠀

— Muy bien, ya suéltalo. ¿Qué planeas, Chuuya?

— No tengo idea de lo que estás hablando.

— Claro que la tienes —reta, dando dos pasos al frente, acercándose furtivamente al pelirrojo que juega con el borde de su camisa, mirando a la ventana para no hacerle frente a esos ojos teñidos de borgoña—. Si querías comer de aquí, bien podíamos ir al restaurante, si lo que querías era privacidad, pudimos pedir para llevar y llevarlo a casa. Pero asumo que sabes que siguen limpiando la habitación y que no estaríamos solos de inmediato. Si esto tiene que ver de algún modo con una apuesta que tengas con Sigma o algo por el estilo, de cuánto tardarías en hacerme caer por ti, quiero que te detengas.

— ¿Qué? —Chuuya le observa en shock. Su cerebro de pronto va tan rápido, que cree que si extiende el silencio un segundo más, Dazai podrá oír los engranajes de su cabeza yendo a toda su capacidad—. ¿Es por eso que no me haces caso? ¿Crees que eres una apuesta? ¡Mierda, yo creía que el problema es que eres hetero!

— Bueno, siempre estoy escuchando. Por la forma en que hablas de mi con tus amigos, parecía que era un reto —aceptó, frunciendo las cejas, atribulado.

— Joder, no. Es cierto que en el pasado ha ocurrido, pero sin querer, que he sacado a algún que otro hetero del clóset, pero repito, sin planeación de por medio.

— Entonces dices... —Dazai caviló, una sonrisa perversa se posicionó en sus labios—. Que en mi caso, estabas planeando por todos los medios "sacarme del clóset" —señala, haciendo comillas con los dedos y acercándose aún más al pelirrojo, que tragó en seco por la cercanía, sin poder leer la expresión ajena. ¿Estaba enojado? ¿Iba a golpearlo?—, básicamente, admites que te gusto.

— Sí- digo, NO —exclama con las mejillas encendiéndose nuevamente—. Bueno, eh, algo así. Acepto que eres muy mi tipo...

⠀⠀

[EDITANDO] 𝐓𝐇𝐄 𝐁𝐎𝐃𝐘𝐆𝐔𝐀𝐑𝐃Donde viven las historias. Descúbrelo ahora