El móvil de Dazai suena, un mensaje del equipo de seguridad le avisa que el desayuno de Chuuya va en camino y que es seguro. Él le avisa a Chuuya, y su mirada se queda fija en el vuelo que toma su pantalón de dormir al caminar. Un impulso lo hace moverse; intercepta el camino de Chuuya porque no es seguro.
— Ve a sentarte, mejor yo lo recibiré.
Pero es una excusa obvia y ni él mismo infiere en por qué se interpone. Chuuya lo ve con extrañeza, achina sus ojos azules con sospecha y se va a sentar en el desayunador, desde donde asume que podrá ver bien la interacción. Ese comportamiento del castaño le parece inusual a sus funciones y le recuerda más al familiar sentimiento de ser celado.
El elevador se abre y un chico fundido en un traje negro, como el de Dazai, con cabello pelirrojo más oscuro y desprolijo, se asoma con la bandeja del desayuno. Él saluda alegre y, con confianza, pregunta abiertamente por Nakahara.
— ¡Buenos días! ¿Y Chuuya?
— ¿Quién eres?
— Tachihara Michizou, de seguridad.
— Desde ahora, te dirigirás a mi para cualquier cosa que involucre directamente a Chuuya. Soy el encargado de su seguridad personal, Dazai Osamu. ¿Entendido?
— S-sí... —murmura con cierta decepción.
Tachihara es admirador de Chuuya y adora verlo y conversar con él. Le gusta. Y como tal, sentía como todo un privilegio cada vez que le correspondía llevarle su comida o algún paquete que enviasen de su agencia. Cabizbajo, se mete al elevador, detalle que Dazai no puede pasar por alto, por lo que afila la mirada en su dirección, haciendo al pobre muchacho erizarse hasta la nuca, hasta que las puertas se cierran.
— No tenías que ser tan duro con Tachihara, solo está haciendo su trabajo y es alguien muy agradable.
— Necesita ser más profesional y evitar involucrarse demasiado sentimentalmente con la persona a la que debe proteger.
— Ya —acepta de mala gana, pues entiende que tiene razón—, pero no veo nada malo en que quiera saludar, desde que trabaja en seguridad nos hemos llevado muy bien.
— ¿Él te gusta? —inquiere con seriedad.
— ¿Qué? No, es solo-
— Entonces —interrumpe Dazai a secas—, es mejor si no le das alas.
Dazai le entrega la liviana bandeja con el desayuno, compuesto de frutas y algunos carbohidratos. Chuuya la recibe y lo ve marchar casi estoico escaleras arriba, desaparece en el pasillo hasta entrar a su habitación. Una curiosa idea se le cruza por la mente: sería divertido intentar molestar y seducir a Dazai, verlo caer a sus pies y derrumbar ese discurso de profesionalismo que usó como excusa para que no hable con Tachihara.
No es que no fuera consciente de las miradas que el otro pelirrojo le profesaba. Pero no le era desagradable y tampoco es como si tuviera la obligación de hacer algo con los sentimientos de cada persona que se sienta atraída hacia él.
Así que, mientras tomaba su desayuno, elaboró otro plan.
Luego de tomar una ducha, Chuuya se coloca ropa deportiva en tonos celestes; las prendas son femeninas, así que los pantalones son igual de cortos que los de su pijama. Le coloca la correa a Kuma y un collar con forma de pañoleta celeste al frente; van a juego. Juntos caminan a la salida cuando Dazai aparece como una sombra e interfiere con su salida improvisada.
— ¿A dónde crees que vas?
— Pues al parque, obvio. Kuma tiene una rutina que seguir y yo aprovecho para hacer un poco de yoga cuando acaba.
— Bien, vamos entonces.
— ¿Qué? No. Definitivamente no iré contigo al parque en esas fachas.
— Este es mi uniforme.
— ¡Quiero pasar desapercibido! ¡Llamarás demasiado la atención!
Dazai torció el gesto. Estaba seguro que Chuuya podía llamar la atención sin su ayuda con solo agitar las pestañas. Cualquiera que viera diariamente las noticias lo podría reconocer incluso si lo cubriera con un chal.
— Ok, deja de gritar. Me cambiaré y vamos. Y no aceptaré un no por respuesta, no importa qué excusa pongas.
— Bieeen —refunfuña—, te espero en el lobby entonces, no te tardes.
Pero Chuuya no se imaginaba lo que vendría después. Bajó tranquilamente y se encontró a Tachihara en la recepción, por lo que aprovechó para saludarlo. El chico casi parece babear ante la imagen de un Chuuya sexy en ropa deportiva ligera, pero lo disimula lo mejor que puede disimularse que estás hasta el piso por alguien.
Así de poquito.
El pelirrojo se le aproxima irradiando seguridad y belleza, y Tachihara suspira casi de forma inaudible, porque el olor de la colonia de Chuuya le llega a las fosas nasales como una caricia. Nakahara es quien saluda primero, riendo suavemente cuando la respuesta del joven de seguridad es un penoso tartamudeo que le parece adorable.
Y no puede evitar notar la tensión del otro pelirrojo al ver por sobre su hombro. Así que Chuuya gira la cabeza para saber qué está mirando. Pero no es un qué, sino un quién. Dazai ha salido del elevador y tan pronto los divisa, le clava la mirada marrón oscuro al chico, que por un momento jura que sus ojos son escarlatas y lo atraviesan como una cuchilla, como si fuera transparente.
— ¿Nos vamos?
Y Chuuya traga con dificultad, porque Dios, Dazai no debería usar ropa deportiva en público. Sabía que el hombre era esbelto, pero el traje, con su negro monótono y sus telas sobrantes, oculta muchas cosas que la ropa para ejercitarse deja casi a la vista; como el ancho de sus hombros. Las mangas largas de su sudadera permiten ver casi con timidez que el castaño posee cierta musculatura, no algo exagerado ni muy trabajado, pero sí lo suficiente para ser de su gusto.
No, Jesucristo. ¿Acababa de pensar que Dazai era muy de su tipo?
Nakahara sacudió la cabeza en negación, no había modo de que admitiera tal cosa en voz alta, de todos modos, el hombre era insufrible, más que suficiente para matar todos sus encantos. O al menos esa era la mentira que se repetía constantemente en su mente, para acabar por auto convencerse. Suspiró, pensando en que en serio, en serio, necesitaba una segunda opinión.
Así que Chuuya le envió un mensaje urgente a su mejor amigo.
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[EDITANDO] 𝐓𝐇𝐄 𝐁𝐎𝐃𝐘𝐆𝐔𝐀𝐑𝐃
FanficChuuya es un famoso modelo que además, es el nuevo ícono de la comunidad LGBTQI+ por ser el primer modelo queer que no teme demostrar que tanto la ropa como el color carecen de género. Pero la fama no es todo flores y felicitaciones. Por ciertas cir...