Estableciendo límites Parte 3.

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Lauren P.D.V.

Comencé a llamarla apenas Nick me hizo entrar a su auto. Mi mano temblaba de la ira y la angustia mientras sostenía el teléfono en mi oído. Pero no contestó.

-Mierda, no puede ser. -Dije entre el llanto llamándola otra vez. Nick entró en el lado del piloto rápidamente y comenzó a manejar enseguida. _______ no contestó, de nuevo. -Por favor no me hagas esto, por favor. -Cerré los ojos angustiada y varias lágrimas cayeron de mi rostro. Intenté de nuevo y esta vez sí contestó.

-Amor, estoy bien. Te prometo que estoy bien. -Dijo sin dejar hablarme.

-¿Dónde... -Pregunté algo más aliviada.

-Dinah me está llevando al hospital. Tranquila amor, estoy sangrando solo un poco. Fue solo un rasguño, no un golpe directo. ¿Ok? Apenas me den de alta voy a tu casa. Nick te está llevando hacia allá. Te amo, no lo olvides. Tengo que irme. Te amo. -Y colgó.

Miré mi teléfono mientras trataba de controlar mi respiración. Pero estaba tan molesta, incluso más de lo angustiada que estaba.

-Tranquila, Lauren. Todo va a estar bien. -Miré a Nick con rabia pero él estaba completamente concentrado en el camino. -Y si no, haremos que esté bien.

Quise golpearlo. Incluso sentí la energía que corría por mi brazo, pero controlé el impulso de estampar mi puño en su nariz con toda mi fuerza.

¿Por qué todos ellos eran así? Todos los Lions. Creyendo que pueden arreglar y controlar todo. Que es su responsabilidad mantener todo bien, cuidando a cada persona del pueblo.

Y recibiendo todos y cada uno de los golpes.

Así es ella.

Me di cuenta que lo estaba mirando, lanzándole toda mi furia con mis ojos. Una furia que realmente no era para él. Así que giré mi mirada hacia el camino, quedándome en silencio.

Llegamos a mi casa y él caminó hacia mi puerta para abrirla pero ya yo había salido. Lo miré con desafío y él bajó la mirada, haciéndome un ademán para que avanzara a la puerta de mi casa.

Caminé rápido y entré dejando la puerta abierta detrás de mí para que Nick entrara. Comencé a caminar de un lado a otro en la sala, tratando de soportar la ansiedad. Nick se mantuvo en una esquina, viéndome con tristeza. Mi mamá entró desde su estudio y me vio con sorpresa. Por mi mirada supo que, como temía y le había dicho, todo había salido mal.

Me abrazó y yo me aferré a ella, llorando un poco más. Se separó de mí y me tomó el rostro con cariño.

-¿Qué pasó? -Dijo viéndome a los ojos.

-Le lanzaron una piedra. Le hicieron un corte en la frente. -Dije llorando. -Todo salió mal, mamá. Y ella sabía que iba a ser así. Ella lo sabía. Hizo que me sentara en un lugar de la pista donde yo no iba a poder moverme para hacer algo y ayudarla.

Ella soltó un suspiro y acarició mis mejillas, buscando calmarme.

-Siéntate, cariño. Te traeré un vaso de agua, ¿sí? -Yo negué pero ella me llevó con paciencia hacia uno de los sillones. Miró a Nick. -¿Quieres algo?

-No, Sra. Jauregui. Estoy bien, muchas gracias. -Respondió él con cortesía. Mamá fue a la cocina y yo apoyé los codos en mis rodillas, sosteniendo mi cabeza con las manos.

Mamá regresó luego de unos segundos e igual le trajo un vaso de agua a Nick, aparte del mío. Él agradeció en silencio el gesto y siguió observándome con cautela. Mamá se sentó a mi lado y dejó el vaso que trajo para mí en una mesita de centro de la sala.

Los relatos de la Leona y la Rosa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora