No podía mentir, la cara del chico cuando dijo su suposición le causó bastante gracia.
Mentir sería en vano, era un poco obvia su posición.
Su madre había sido su todo, si pudiera atribuir su felicidad entera a algo en específico sería a ella, a la persona que lo crío y le enseñó todo lo que sabe y quiere, que lo formó como es ahora. Todo era por ella.
Ella no se iría sin él, jamás lo haría. Es que quizás y sonaba un poco rebuscado el pensar que el hombre que siquiera podía levantarse tras su "desaparición" sería el mismo que había provocado su falta. Pero no podía haber otra explicación, no se fue por su cuenta, claro que no, no sin él.
No.
Sin.
Él.
Su madre no lo había abandonado.
Lo partía pensar en su madre muerta, sin vida, sin ese entusiasmo característico que la acompañaba en cada paso que daba en el día a día, sin ese optimismo y la pura energía que la rodeaba. Pero quizás en el fondo le daba un poco de consuelo y le quitaba algo de la culpa que la muerte de su padre le hacía sentir.
Era un hijo de puta asesino ¿Por que sentirse culpable?
Era el ciclo sin fin, el hijo enterrando al padre.
Dejando de lado eso, y volviendo a que paradójicamente al lado suyo un chico sonríe con nervios mientras asiente con la cabeza como si fuera alguna especie de tic, siendo muy claro que no sabe como seguir el intento de conversación que están teniendo, procedió a explicarse ante él.
Omitiendo, por supuesto, los detalles que lo convertían en el culpable de un asesinato.
--Mi madre desapareció hace unos años...-- Todos por su barrio conocían la pequeña historieta, el mito y casi leyenda de la desaparición de su madre y la caída de su padre, por lo que era la primera vez que tenía que explicarlo en voz alta sin la policía tomando nota para la búsqueda--...Y no se llevaban muy bien con mi padre, así que creo que es posible.--Era una verdad a medias. O quizás una pura mentira con una pequeña verdad-- Además de que mi padre...--"era" pero no debía dejar salir eso--...es la clase de persona de la que esperarías algo así.
Si él escuchara eso lo primero que le vendría a la mente sería un enfermo asesino serial maltratador con un claro problema de psicopatía. Le gustaría (De cierta forma) decir que era así y que su padre era eso y más, pero por desgracia era más como algo que no sabría explicar, algo a lo que le succionaron todo, como una fina capa de piel que apenas y se mantenía en pie luego de todo lo que había pasado, un espectro sin alma ni conciencia que sólo podía respirar porque no había otra opción.
O bueno, si la había, y Matías se la presentó a su padre.
No respirar.
--Lo entiendo--No, no lo hace, nadie lo haría porque nadie tenía la desgracia de que lo mejor de tu vida desaparezca de la nada y el único maldito culpable respirara a tu lado. No se lo deseaba a nadie--Debe ser duro hablar de ello.
Bueno, no.
¿O si?
No estaba seguro, decirlo para él era demasiado simple, lo que sentía al hacerlo era complicado. Porque dolía, dolía bastante el regresar al día en el que mamá no regresó, la mirada de su padre cuando tuvo que llamar a la policía porque ya era de noche y aún no aparecía, recordar como los policías intercambiaban miradas entre si para pasarse la tarea de decirle a un niño que quizás su madre nunca volvería.
Hablarlo se sentía extraño, como si tuviera que ser algo difícil que le haga tartamudear y temblar los labios, pero no, era sólo una oración que salía por si sola de sus labios como una tarea que se completa sola y completamente por costumbre. Es como si si quisiera empezar a explayarse el mismo peso de sus palabras haría caer sus lágrimas, pero sólo decirlo sin pensar demasiado en ello era como mostrar el techo de una casa en ruinas, apenas y podía notar que estaba mal.
--Si, supongo que lo es...--Casi sin pensar lo dijo, y quizás le dolió un poco procesarlo, pero al instante se retractó. Abrirse podía terminar en confesar un asesinato--Pero no te preocupes, está bien--No notó que soltó un suspiro hasta que ya lo había sacado. Mamá siempre dijo que él tenía mucho carisma para sacarle conversación a las personas--En fin ¿En serio no sabes a donde irás?
Cambiar de tema podía quedar un poco obvio de que intentaba tapar algo, pero si tenía suerte el chico tendría compasión de un supuesto huérfano de madre hijo de un maltratador.
--No tengo idea en realidad-- Y si la tuvo, gracias a lo que sea que le esté dando esta suerte, Dios, Buda, Superman o lo que sea que esté arriba--No tengo nada pensado, siquiera tengo el dinero como para hacer algo. Ni ropa tengo incluso, fue una decisión de un minuto para otro.
Bien, estaba igual de perdido que él. No ayuda.
El más preparado era el moreno de atrás que tenía más ganas de echarlos de ese coche que cualquier otra cosa.
Él apenas y tenía una mochila con ropa. No tenía dinero ni celular. Hace demasiado que no hay dinero en su casa y no tenía a quien llamar en realidad.
--Si, yo tampoco sé bien que haré.
No tenía a nadie a quien recurrir.
No tenía nadie que vele por su vida.
No tenía a nadie.
No tenía nada.
Nada que perder.
--Hasta descubrirlo al menos no estamos por completo solos.--No fue consciente de haber bajado la mirada, recién se dio cuenta cuando tuvo que levantarla para ver a los ojos al chico a su lado--Es decir, sería peor estar solo en la carretera ahora mismo ¿Verdad? Al menos somos tres.
--Tres perdidos.
Quiso pensarlo, no decirlo, pero su cerebro estaba un poco cansado en ese momento. Además de que no estaba seguro de eso de "sería peor estar solo" no le convencía la idea de que estar con más personas sea mejor para él.
Al parecer su comentario removió un poco al chico, pero al final pudo contestar.
--Si, bueno. Tres perdidos. Pero con un auto, y es más de lo que tendrías solo, quizás.
No se equivoca.
Carajo, eso no lo animaba, sólo lo ataba a dos perdidos que no saben a donde ir.
Si el chico estaba intentando animarlo le estaba yendo pésimo.
--Es verdad.
--¿Lo ves? Hay cosas peores.
Mierda, en serio lo estaba intentando.
Le daba una clase de lástima que no llegaba a la risa que lo esté intentando.
Mentira, si le da risa.
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Imbéciles
Short StoryBruno huía de una boda. Matías de un asesinato. Y Ciro ya no podía volver a casa. Tres imbéciles.