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Al poner un pie dentro de la casa, un aroma a galletas se colo en su nariz, con una gran sonrisa se dirigió hasta la cocina donde su novio se encontraba.
—¡¿Haces galletas de jengibre?! — pregunto emocionado.
—No me di cuenta cuando entraste — comentó sonriendo— y si están en el horno, ahora hago galletas con chispas de chocolate para tu madre, cuando vayamos a Busan.
—Ya veo, y el pavo que tal salió? — preguntó, su novio le había dicho que era su primera vez preparándolo así que tenía que asegurarse.
—Pues nada mal diría yo, huele bien — contestó.
Hyunjin asintió acercándose a la gran bandeja, pellizcando el pavo y metiéndose el pedazo en la boca.
—¡Esta bueno! — exclamó abriendo sus ojos por la sorpresa.
Jeongin al ver a Hyunjin metiendo mano a la comida le tiró una manotazo, empujando al mayor a la salida de la cocina.
—No se manosea la comida! Tendrás que esperar — regaño el menor. Hyunjin nunca aprendía.
Con resignación el pelinegro de cabellos largos se quedó en el umbral de la puerta con un puchero.
—¿Puedo ayudar?
—No
—¿Puedo si quiera comer una galleta?
—No
—¿Entonces que hago?! — preguntó aburrido.
Jeongin pareció pensarlo un poco y con una gran idea se acercó un poco a el.
—¿Porque no vas y ordenas la mesa y limpias un poco la sala eh? — propuso.
—Eso no es tan emocionante que digamos — dijo encogiéndose.
—No importa anda ve ve que ya terminaré — respondió.
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—Jingle Jingle all the way, You got me spinning — cantaba alegremente Hyunjin.
Se quitó el mandil y pañuelo en su cabello que llevaba puesto por la limpieza y sonrio eufórico, su casa parecía un gran museo navideño.
