Sin majestuoso corcel

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Los elfos deben morir

Capítulo 14: Sin majestuoso corcel

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La prueba máxima de que la historia no es la sumatoria de hechos intrascendentes y aburridos se plasmaba en los pasillos del poder en Parasol. Idas y venidas que se truncaban al son de fajos de papeles cayendo sobre las finas baldosas, eran el claro ejemplo de la incertidumbre por otra nueva reinvención del antiguo reino de Lis.

La figura de un triunvirato como nueva forma de gobierno se vio truncada ante la sagaz maniobra de quien llamaban El Corso. Para evitar toda fricción, se estipuló que el gobierno sería uno de alternancia y para rematar, aquel empezaría por orden alfabético, así, Corso gobernaría el primer año; tal situación fue aprovechada por el bravo soldado, negando continuar con el triunvirato y proclamándose a él mismo como Emperador de Lis.

Luego de la fastuosa ceremonia de coronación, vinieron los planes tanto de sobrevivencia como de conquista.

—¿Se pronunciaron los reinos del Cisne, general?

—Sí, Emperador. Todos los monarcas ven con buenos ojos el que se haya restablecido la monarquía en Lis.

—Supongo que están tan contentos que movilizaron a sus fuerzas cerca de nuestras fronteras.

—Eso me temo, Su Majestad. Tal vez pretendan favorecer las pretensiones al trono de un miembro de la antigua dinastía.

—Un títere sin duda, Emperador. No queda nadie quien pueda reunir la fuerza suficiente como para enfrentarse con vos, tendrá que depender del apoyo de otros reinos.

—¿Existe otra forma de ser un títere? No importa, caballeros, no prestemos atención en posibles pretendientes a la corona que ciñe mis sienes. Estamos como al principio, los reinos de el Cisne actuarán en la medida en que demostremos nuestra fuerza en el norte, un flanco de guerra que es todo un incordio desde que comenzó la revolución.

—El clima y el terreno son muy duros en ese lugar, Su Majestad. Hemos perdido a muchos de los mosqueteros.

—Una vez un mosquetero me retó a un duelo, ¿saben lo que hice?, desenfundé mi pistola. Para un soldado, lo mismo que para un mosquetero, se debe sacar el arma solo si la vas a utilizar. Una pena por su viuda, era muy hermosa, pese a su furia, sus ojos me llevaron al romance en la cama del finado.

Todos los presentes se rieron ante la ocurrencia de su señor.

—El imperio no necesita más de esas figuras románticas, con mi imagen basta. Soy temerario y la temeridad, caballeros, gana batallas, pero no soy estúpido. General, resuma la causa del estancamiento en el norte.

—Su Majestad, tengo entendido que un nuevo Rey Demonio gobierna las tierras de Moradon. No solo fue un cambio de régimen el causante de nuestras derrotas, los demonios se han puesto listos y modificaron su forma de hacer la guerra.

—¿Me decís que este nuevo Rey Demonio es un estratega? Eso es nuevo para los brutos del norte, pero debo creeros, no he llegado a mi posición actual menospreciando al enemigo.

—Disculpad, mi señor. Según nuestros exploradores, no es el nuevo líder de las hordas del norte el que mostró empeño en atacar de otra forma que no sea el embestir propio de las bestias. Los reportes indican de cuatro elfos fueron los encargados de modificar toda la logística de guerra.

—¿Elfos? ¿Estáis bromeando, general? Los elfos pertenecen al mundo de la fantasía, yacentes todos ellos, hace miles de años si alguna vez existieron.

—Los reportes que recibí son confiables, Emperador. Me informan que estos elfos no son como los de los cuentos de hadas, son de piel oscura y cabello como los colores de un velatorio.

isekai : ¡Los elfos deben morir! (completada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora