Escoria y desechos humanos

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Los elfos deben morir

Capítulo 12: Escoria y desechos humanos

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El frenético ritmo de los pasos sonaba como el tambor sobre la tierra dura y fría de las faldas del lado norte de Moradon. Nevaba, pero la constante marcha en círculos alrededor de la pira, alejaba todo rastro blanco al ser los copos de nieve machacados al ritmo de cuernos con sonidos ominosos.

Otros pasos corrían frenéticos, pero alejados de la montaña hueca. Una mujer demonio resollaba por el esfuerzo, maldiciendo la nieve que le llegaba a sus amplias caderas, los improperios dichos eran justificados pues por la lentitud de la marcha la alcanzaron y pasó a pedir clemencia.

—¡No, por favor! ¡Todo fue orden de Siras, el hermano del Rey!

Ni se dignaron en contestarle, por un momento pensaron en satisfacer sus bajos instintos, pero lo reconsideraron y lancearon a la diablesa como si de un jabalí se tratara.

Se puso una cabeza de jabalí sobre el cuerpo de Siltus y luego prendieron en llamas la pira ceremonial. La nieve batalló un momento para extinguir cualquier llama, pero el incesante soplo del viento del norte y que golpeaba a ras del suelo, avivó el fuego que subió magnifico hasta el cielo encapotado, sumando la columna de humo negro a la cubierta que no dejaba ver las estrellas nocturnas.

Sonidos guturales provinieron de multitud de gargantas no humanas y, al terminar la ceremonia, Ofid'Salae quien sostenía un antiquísimo casco de oro elfico, se acercó a Siras, que permanecía de pie y desnudo, embadurnado de pastas multicolores, y esforzándose al máximo para que su erección no disminuyera.

La elfa oscura le entregó el casco el cual, según la leyenda, pertenecía a un rey elfo de nombre olvidado.

El abollado casco era pequeño para Siras, así que lo tomó entre sus manos y con aquel, cubrió el glande de su pene. Se mordió los labios hasta hacerlos sangrar, hiperventiló por las pequeñas fosas nasales, pero lo consiguió, los demonios le aclamaron, reconociéndole como su nuevo Rey Demonio.

La sangre que llenó su virilidad, fue a sumarse a la fuente que alimentaba sus fuertes latidos producto de la euforia de saberse reconocido Rey. El casco cayó y Ofid'Salae se acuclilló para tomarlo entre sus dedos y de paso mostrar su generoso escote que apenas podía contener ese par portentoso.

Besó sus rodillas, muslos y cadera; Subió besando, lamiendo las tetillas para hacer contacto visual con el nuevo Monarca.

—Mi señor Siras, lo que era de tu hermano os pertenece. ¿Me concederías el honor de ser vuestra favorita?

«Puta, ramera, furcia», pensaron las tres hermanas, pero se esforzaron lo mejor que pudieron para no mostrar gestos de desagrado, todo innecesario, las miradas de los demonios solo tenían un punto de atención: La decisión de su Rey.

—Tú has hablado bien. Lo que era de mi hermano, es mío. Sí, tú serás la primera de mis concubinas, mi favorita, te quiero siempre a mi lado, ordenaré que traigan un trono para que te sientes en Moradon.

El beso a Siras le supo a gloria, pero para Ofid'Salae, el sabor estuvo impregnado de sangre, no era algo que la molestara.

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Siras no estuvo de ocioso, escaramuzas y batallas varias se sucedieron en los meses posteriores, meses en que la veleidosa diosa de la fortuna no se decidía sobre cual facción debería otorgar sus favores definitivos.

—Creo que no fue una buena idea deshacernos de ese estúpido toro. Torum era un buen comandante con experiencia, Siras resiente su pérdida —dijo Tega'Salae que se examinaba las uñas en busca de alguna imperfección.

isekai : ¡Los elfos deben morir! (completada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora