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— ¿Lo tienes todo? —le preguntó a Damiano antes de subirse a su furgoneta— No me gustaría tener que volver a mitad de camino porque se te ha olvidado el micrófono, o la cámara.

Damiano suspiró, asintiendo con la cabeza. Anahí llevaba toda la semana nerviosa e insoportable. Pero, aunque no sabía cien por cien el motivo, se imaginaba que tenía algo que ver con que iba a volver a estar cerca de cierto jugador en unas pocas horas, y aún no le había llamado para la entrevista. Apenas habían hablado del tema, porque Anahí se había cerrado en banda cuando le había empezado a preguntar sobre el tema. Pero había visto como dos días le llevaban flores preciosas al despacho. Ella las recogía con una sonrisa y, en cuanto veía como el repartidor desaparecía, las tiraba a la basura con un gesto raro en la cara. ¡Pero si incluso había visto allí a Alfonso un día!, colocado en la puerta de Anahí con una sonrisa increíblemente seductora.

Pero se había limitado a decir siempre lo mismo sobre él. Que lo único que le impresionaba de ella es que no le quisiese hincar el diente como si fuese la última cena, o que no se lanzase a sus pies por el simple hecho de mirarla... Pero incluso Damiano se tiraría a sus pies si le mirase como miraba a Anahí.

— ¿Estáis listos? —chilló el entrenador segundos antes de abrir las puertas y salir al campo.

Pero a Alfonso le hubiese gustado decir, por primera vez, que no estaba listo. No estaba listo porque, aunque le costaba reconocerlo, llevaba toda la semana con una cabellera rubia y ondulada metida en la cabeza. Anahí no lo había abandonado en su mente ni un solo minuto y no había podido centrarse en nada más. Le había mandado flores, mensajes, incluso había ido a verla. Pero ella no había hecho nada. Le debía una cena, por hacerle una entrevista, pero tampoco le había llamado para programarla, como le había prometido... Y Alfonso no se había arrastrado nunca por ninguna mujer, y Anahí no iba a ser la primera. Golpeó la espalda de algunos de sus compañeros mientras avanzaba y se colocó el casco cuando estuvo en primera fila. Suspiró profundamente, movió su cabeza de un lado a otro y sacudió su cuerpo mientras empezaba a escuchar los vítores del campo.

Sabía que se encontraría con él tras el partido y que le tendría que hacer preguntas. Sabía que se lo volvería a encontrar con una simple toalla, una sonrisa burlona y un cuerpo exquisito. Aunque también temía que la ignorase o no le permitiese acercase a él siquiera, porque tendría que haberle llamado ya para la entrevista y no lo había hecho.

Y no lo había hecho solo porque no se atrevía a ser ella la que llamase. No se atrevía porque la última vez había acabado yendo a su casa y besándolo, y aunque no podía dejar de pensar en ello y en desear volver a repetirlo, no se podía permitir volver a cometer el mismo error. Y si lo llamaba y concertaba la entrevista, terminarían yendo a cenar y Alfonso volvería a besarla o incluso a hacer algo más para lo que Anahí no sabía si estaba preparada.

Claro que le había escrito y mandado flores, pero no era lo mismo. No tenía que escuchar su voz, no tenía que imaginarse lo que estaba haciendo mientras hablaba con ella, no tenía que desearlo como lo hacía... Suspiró.

— Anahí, vamos —le anunció Damiano cuando el partido finalizó.
— ¿Ya es hora de entrevistar?

Damiano abrió los ojos sorprendido.

— ¿De verdad no te has enterado?
— No, ¿qué ha pasado?
— No haremos entrevistas.
— ¿Por qué?
— Porque Alfonso Herrera se ha lesionado y el equipo ha pedido a todos los medios que, por favor, nada de entrevistas hoy.

Anahí saltó en el sitio al escuchar «Alfonso Herrera» seguido de «lesionado», ¿de verdad había estado tan absorta en sus pensamientos que no se había enterado? Había escuchado un pitido largo y agudo que la había distraído de sus pensamientos, junto con sonidos de sorpresa pero no había logrado ver el porqué, ni por quién. Así que había sido Alfonso... Esperaba que no fuese grave. En ese momento, le entró una enorme necesidad de saber de él, de abrazarlo, de... No. No podía estar deseando besarle de nuevo, no podía estar deseándolo a él.

Quién te creesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora