8

694 69 2
                                    

— Siempre me regalaba gerberas amarillas cuando el avión se retrasa o tiene que hacer un viaje que no tenía programado —sonrió Anahí con tristeza—. Una vez me explicó que se regalaban para pedir perdón, pero que también significaban paz, tranquilidad y relajación. Él siempre ha dicho que yo era su paz, lo que le tranquilizaba y lo relajaba, así que creo que son las flores más apropiadas.
— Señorita Puente... No tiene que decidir ahora si no quiera.
— Sé que no debo hacerlo, pero es lo que quiero. Es lo que él habría querido.

El recuerdo de la mañana en la que había tenido que elegir las flores para la corona de James se repetía en su mente desde el domingo por la noche, cuando Alfonso se había ido después de haber pasado todo el fin de semana haciendo el amor con ella. Apenas habían dormido o comido, pero se había divertido como no hacía en mucho tiempo. Pero, cuando se había quedado sola de nuevo en su apartamento, los recuerdo de James y el sentimiento de culpa había vuelto a ella. Necesitaba alejarse, poner distancia entre Alfonso y ella... Y las dos próximas semanas sería fácil, en cierto modo porque Alfonso no jugaría los partidos que tenía que cubrir, pero tenían la entrevista pendiente, que Lucca había fijado para esa misma semana, el miércoles. Y estaba segura que Alfonso cumpliría su promesa de llamarla, no porque la necesitase por el brazo, porque había comprobado que podía hacer muchas cosas, perfectamente bien con el lesionado.

Se sonrojó solo de recordar como la había tocado y acariciado, como la había hecho sentir entre sus brazos... Se mordió el labio inferior y notó como su respiración se descontrolaba.

En ese momento se levantó del sofá en el que estaba acurrucada y fue hacía el rincón en el que tenía aún la foto de James. Suspiró y la abrazó contra su cuerpo.

— Lo siento tanto, James... Me alejaré, te lo prometo.

El lunes por la mañana Alfonso se sentía mejor que nunca. Había pasado todo el fin de semana con Anahí entre sus brazos, jadeando y pidiendo más de él y le había costado horrores irse el domingo por la noche de su lado. Pero Derek, uno de sus compañeros de equipo, había organizado una barbacoa improvisada y, aunque le había pedido que le acompañase varias veces a lo largo del día, ella se había negado diciendo que estaba demasiado cansada y que tenía que madrugar mucho al día siguiente.

Había pasado las horas pensando en ella, y la noche se la había pasado soñando y rememorando cada minuto a su lado, cada centímetro de su piel... Jamás había estado tan obsesionado con una mujer como lo estaba con Anahí Puente, desde que la había conocido aquel día. Cuando le había entrevistado con una simple toalla encima y no se había inmutado cuando había dejado que se cayese, o eso había creído, hasta que la cámara se había apagado y le había gritado todo lo que pensaba de él. Sonrió. No le había gritado ese fin de semana, no de esa manera por lo menos, al contrario, habían sido gritos de puro placer y pasión. Se excitó solo de recordarlo y decidió que esa noche la llamaría, o la iría a visitar. No podía estar lejos de ella, no ahora que había pasado la noche con ella entre sus brazos.

Anahí, por el contrario, no había dormido bien en toda la noche. Empezaba soñando con Alfonso, con sus caricias, sus besos... Pero luego él desaparecía y James aparecía frente a ella, con la cara llena de rasguños y los ojos inundados en lágrimas, llamándola traidora, infiel y zorra. Ella estaba en la cama todavía, desnuda, con el pelo revuelto y tapándose con una fina sábana aun caliente por el cuerpo de Alfonso cuando James la llamaba todas esas cosas, y se lo merecía, era una traidora, era infiel y una zorra, era lo peor... Había pasado sus horas de trabajo como una autómata. Olivia le había preguntado qué tal el fin de semana, pero había sido incapaz de contestar otra cosa que un simple «bien». Su amiga había visto las ojeras bajo sus ojos, como el sábado, pero había algo distinto en ellos, así que intentó indagar un poco más, pero ella no dijo nada.

— No he dormido bien, eso es todo.
— ¿Seguro?

Y no mentía, había dormido fatal y, después de horas de ver cómo la misma pesadilla se repetía una y otra vez, se había levantado cerca de las cinco de la mañana porque prefería hacer otras cosas a seguir durmiendo.

Damiano la invitó a comer, como cada lunes, y Anahí se esforzó por esbozar una sonrisa y asentir mientras se levantaba. Era una costumbre que habían empezado a tener cuando habían empezado a trabajar juntos y a Anahí le encantaba pasar tiempo fuera con Damiano, porque era divertido y sensible, y podía confiarle todos sus secretos... Anahí se mordió el labio, desde que había conocido a Alfonso, no le había contado nada a Damiano y la voz de James resonó en su cabeza de nuevo, «traidora».

Damiano la miró con curiosidad, agarró su mano y la apretó antes de hablar:

— ¿Qué te pasa Annie? Llevas desde la semana pasada distraída, y hoy tienes tantas ojeras que te ha tenido que ser imposible cubrirlas con corrector.

Anahí rió sin ganas.

— Soy una traidora, Damiano. Una zorra... Soy horrible —escondió su cara entre sus manos y comenzó a sollozar.

Damiano se levantó de la silla y se colocó a su lado para abrazarla. Anahí se resistió, pero terminó escondiendo su cara en su cuello y, mojándole la camiseta, lloró sin control durante unos minutos. Uno de los camareros se acercó para ver si les podía ayudar con algo, pero antes de que pudiese hablar Damiano había negado con la cabeza, haciendo que se separase.

— Anahí, ¿por qué dices eso? —preguntó cuando se tranquilizó.

Tenía la nariz y los ojos rojos, y las mejillas aún estaban mojadas. Pero había conseguido pedir algo para comer, aunque no tenía mucho hambre. Damiano la miraba con cariño y Anahí llevo la vista a su cuello.

— Lo siento tanto, Dam... Te he destrozado la camiseta.
— ¿Esto? —agarró su cuello, mojado y seguramente llena de sus babas y mocos— No tiene importancia. Lo que si la tiene es saber porque te has llamado zorra a ti misma. Eres la mejor persona que conozco, Anahí. Jamás te definiría como zorra o, ¿qué más has dicho?
— Traidora.
— Eso, traidora ¿De dónde narices salen esos insultos?

Anahí inspiró profundo y comenzó a hablar de todo lo que había pasado con Alfonso, de como recordaba a James. De lo que había sentido ese fin de semana, de la pesadilla que había tenido esa noche... Damiano escuchaba en silencio, asintiendo y bebiendo agua sin dejar de mirarla a los ojos. Cuando terminó, suspiró y negó con la cabeza.

— Annie, no eres una mala persona. Han pasado más de cuatro años, creo que ya has guardado luto suficiente tiempo. Necesitas vivir, y Alfonso te está despertando. Por el amor de Dios, Anahí, ¿esperas convertirte en monja o algo así?
— La primera vez que me besó, no me sentí tan mal como imaginaba. Salí corriendo de su casa y no dejaba de pensar en James, pero no me sentí tan mal... Incluso quería volver a hacerlo. Pero después de este fin de semana... Supongo que besarlo era una cosa y acostarme con él otra —se encogió de hombros—. No dejo de escuchar la voz de James... Pensaba que ya se me había olvidado pero, cuando la he escuchado esta noche, casi se me sale el corazón.
— Annie, te quiero, pero necesitas dejarte llevar. Disfrutar y no pensar en qué pensaría James de ti. Es más, estoy seguro de que James estaría feliz por ti, feliz porque hubieses encontrado a alguien que te hiciese feliz. Y Alfonso te hace feliz, no me lo puedes negar.
— Pero Alfonso no es algo serio...

Damiano se encogió de hombros.

— No sé si es algo serio o no, lo único que se es que, desde que lo conoces los ojos te brillan.
— ¡Si ni siquiera me caía bien al principio!
— Por eso mismo creo que te hace feliz —rió Damiano—. Jamás te había visto saltar así con nadie. Creo que despertó algo en ti, te desafía, te hace reaccionar...

La comida llegó en ese momento y Anahí desvió su mirada al plato. Ni siquiera sabía lo que había pedido ¿Tendría razón Damiano?¿Alfonso la hacía feliz? Podría ser posible que se sintiese más viva que nunca... Pero, aunque la hiciese feliz, era pasajero y por nada del mundo se podría enamorar de él, ¿verdad?

Quién te creesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora